Durante el verano el incremento de la temperatura y la realización de ciertas actividades al aire libre suele facilitar la aparición de diversas enfermedades e infecciones. El calor, la humedad, los cambios bruscos de temperatura y la exposición solar, son elementos que pueden comprometer la salud. Se incluyen además los hábitos de vida específicos de esta época del año como son el uso prolongado de la piscina, las comidas fuera de casa o los desplazamientos de vacaciones. Todos ellos ayudan a que determinadas patologías sean más frecuentes y comunes en los meses de verano.

Enfermedades solares

Deshidratación

El calor extremo incrementa la pérdida de agua del organismo a través del sudor, la orina y las heces. Si no se recupera adecuadamente este líquido pueden aparecer síntomas tales como mareo, cansancio y calambres. En casos extremos, la deshidratación puede provocar el fracaso de todo el organismo. Los ancianos y los infantes han sido considerados como los colectivos de mayor vulnerabilidad, pues su respuesta a la sed más disuada.

Las quemaduras solares

La exposición durante largas horas al sol, sobre todo en jornadas de intenso calor puede producir grandes quemaduras severas; estas no solamente producen enrojecimiento y dolor sino que también pueden producir ampollas o úlceras que van a requerir atención médica de manera urgente. Por otro lado, las quemaduras frecuentes aumentan las opciones de desarrollar de enfermedades de la piel a largo plazo.

Enfermedades alimentarias

Diarreas agudas

El incremento de la temperatura favorece la proliferación de virus y bacterias que son también responsables de la producción de diarreas agudas, las cuales se prologarán entre el cuarto y la séptima jornada. Este tipo de inapetencia genera una producción rápida de pérdida de líquidos, con el consiguiente riesgo de deshidratación, en los niños y en las personas de mayor edad.

Intoxicaciones por alimentos

Uno de los motivos más frecuentes de intoxicaciones durante los meses de verano es la ingestión por ingerir comida en mal estado, ya sea por estar mal refrigerada o que esté contaminada por una incorrecta manipulación de la misma. Una intoxicación puede manifestarse con síntomas como náuseas, vómitos, dolor abdominal y fiebre, ya que el calor produce el deterioro de la comida por el incremento de los gérmenes. Por lo tanto deben extremarse las precauciones antes de comer en la carretera o bien a la hora de hacer un picnic o comer en la playa.

Enfermedades frecuentes en verano

Otitis y cistitis

La otitis también es común que aparezca cuando existe retención de agua en el oído, tras una sesión de baño en la piscina o en la playa. En el caso que el agua esté contaminada puede derivar en una infección del oído medio. La cistitis es bastante habitual en las mujeres durante el verano y su origen es el uso común de los bikinis o bañadores húmedos y el contacto con el agua fría.

Verrugas plantares e infecciones por hongos

Las infecciones por hongos, como el pie de atleta, se transmiten con facilidad y proliferan en lugares húmedos o calientes, por ejemplo, en la piscina, en la ducha del gimnasio o de la piscina, en el vestuario, etc.; las verrugas plantares están causadas por el virus del papiloma humano, por tanto, se extienden de forma muy contagiosa en estos lugares de uso común.

Enfermedades respiratorias o comunes

Faringitis y bronquitis

Los cambios de temperatura desde el calor reseco al aire de los aires acondicionados pueden favorecer las irritaciones de las vías respiratorias. Por tanto, pueden aparecer faringitis o bronquitis, sobre todo en personas con sistemas inmunitarios comprometidos.

Conjuntivitis y reacciones alérgicas.

El contacto con el agua no tratada de las piscinas o el uso escasísimo de las lentes de contacto puede provocar conjuntivitis, una infección ocular que frecuentemente acompaña un cierto grado de enrojecimiento y picor junto con un leve lagrimeo. Las picaduras de insectos - muy a menudo de avispas y abejas - pueden provocar también reacciones alérgicas muy importantes y ser sin lugar a dudas mucho más pronunciadas en aquellas personas que ya están sensibilizadas.

Llevar unos buenos hábitos de higiene, usar protección solar, cuidar la alimentación y protegerse del calor son las medidas básicas para disfrutar del verano sin comprometer la salud.