Viajar en avión conlleva tener que compartir unos espacios bastante reducidos, el aire reciclado y unas superficies que son tocadas por cientos de personas a lo largo de cada día. Elementos como las bandejas plegables, los cinturones de seguridad y los reposabrazos, la exposición a los gérmenes resulta algo inevitable. Pero existe un riesgo silencioso que muchos pasajeros ignoran, el agua de los lavabos de a bordo. Aunque pueda parecer la opción más higiénica, lavarse las manos a bordo podría poner en contacto la piel con bacterias peligrosas que surgen de los depósitos internos de los aviones y que, bajo unas condiciones específicas, pueden provocar infecciones gastrointestinales.

El agua del avión y los depósitos

El agua que sale de los grifos de un avión proviene de tanques que no siempre gozan de un buen mantenimiento. La mayoría de las aerolíneas solo realiza la limpieza de estos depósitos unas pocas veces al año, constituyendo el medio adecuado para que las bacterias, como la E. coli (una bacteria que causa enfermedades intestinales, diarreas severas, etc.), tengan una proliferación muy rápida.

El origen del problema en la carga de agua

La norma de carga es llenar el depósito junto a los camiones cisterna que conectan a través de las válvulas del avión bajo el fuselaje. Si las condiciones de partida del agua no son de alta calidad o el sistema interno del avión también está contaminado, la supervivencia de los microorganismos en el agua es óptima. Así, con tiempo se produce un aumento del riesgo de que el agua del grifo contenga bacterias que pueden acabar en las manos del pasajero.

Higiene a bordo del avión

A pesar que los geles hidroalcohólicos se han ido popularizando, lo cierto es que no eliminan la totalidad de los patógenos. Los virus más resistentes, como el norovirus, o algunas bacterias como Clostridioides difficile pueden resistir el alcohol, por lo que el gel no puede sustituir un limpiado correcto con agua potable.

Uso de toallitas desinfectantes

Una alternativa a tener en cuenta es la de usar toallitas antibacterianas para limpiar las manos y superficies de uso cotidiano, como las bandeja de los aviones, el cinturón de seguridad o las pantallas de entretenimiento. Esto va a suponer una reducción el contacto directo con los gérmenes que pueden encontrarse tanto en el agua de los lavabos como en otros espacios del avión.

Limpieza en los aeropuertos

Las zonas de espera y las sillas situadas en los terminales de los aeropuertos también son lugares donde se aglutinan bacterias. Estudios recientes han encontrado microorganismos de la piel humana, o incluso restos fecales, en asientos de aeropuertos muy transitados, por lo que es importante reducir el contacto todo lo posible.

Prevención en lugares de paso

La prevención en estas situaciones pasa por el simple hecho de no tocarse la cara después de manipular superficies compartidas y de mantener a mano productos de higiene personal. Disminuir el contacto innecesario en asientos de aviones, apoyabrazos, pantallas táctiles, pasamanos, botones de ascensor, etc. puede ser una buena manera de reducir el riesgo de exposición contra las bacterias presentes.

Por lo tanto, aunque lavarse las manos sea un elemento básico de la higiene, hacerlo en los lavabos de los aviones puede no ser en absoluto la mejor de las ideas. La escasa limpieza de los mismos provoca que pueden encontrarse gérmenes y bacterias resistentes, por lo que la prevención debe ser inevitable. Optar para hacerse con alternativas seguras, como las toallitas desinfectantes, reforzar las medidas de higiene durante todo el trayecto en viajes aéreos y mantener una atención constante en los objetos, superficies que se tocan son claves para un mejor sistema de la salud en el aire y también en tierra.