Tomar regularmente café o té es parte de la rutina diaria de millones de personas en todo el mundo. Estas dos bebidas, a pesar de que proceden de culturas muy diferentes, presentan un punto en común: la cafeína. Sin embargo, no tienen el mismo efecto sobre el organismo. La forma en que cada una afecta a la energía, a la atención, a la salud cardiovascular o a la prevención de enfermedades crónicas constituye la verdadera distancia existente entre ambas. Conocer esas diferencias te permite elegir de forma consciente qué bebida se ajusta a cada momento del día y a cada uno de los requerimientos personales.

El café y su acción fisiológica.

El café tiene una capacidad estimulante rápida, ya que contiene una gran cantidad de cafeína. La cafeína predispone al sistema nervioso central a aumentar el estado de alerta y la atención casi de forma inmediata. Por lo tanto, se convierte en la bebida preferida de quienes quieren una bebida más que rápida para comenzar bien su jornada laboral o escolar.

Los beneficios y riesgos de un consumo elevado

El café aporta ácido clorogénico, un compuesto que presenta actividad antioxidante y con la capacidad de proteger las células del estrés oxidativo. También se relaciona con una menor probabilidad de padecer enfermedades de tipo metabólico. Sin embargo, si se transforma en un consumo excesivo, se puede padecer nerviosismo, insomnio o un aumento de la frecuencia cardíaca, de forma que la clave está en reducir las tazas que se consumen al día para poder aprovechar sus propiedades e, incluso, evitar padecer sus efectos indeseados.

El té y sus beneficios saludables

El es originario de China, aunque se ha expandido por todo el mundo, al igual que las diferentes variedades que existen y de las que debemos destacar la composición química y sus propiedades para la salud. Todos tienen su procedencia en la planta Camellia sinensis, aunque son diferentes en su tratamiento y contenido de cafeína. Además, contienen antioxidantes naturales y también un aminoácido singular, la L-teanina que favorece la concentración acompañado de una sensación de calma.

Té verde y té negro

El té verde se caracteriza por su contenido alto en catequinas, número de polifenoles que ayudan a proteger el sistema cardiovascular y también a disminuir riesgos asociados a la hipertensión o la diabetes tipo 2, y también se estudia su relación con el hecho de prevenir determinados tipos de cáncer. El té negro, con mayor contenido en cafeína, produce un efecto estimulante más parecido a aquello que produce el café aunque con una intensidad más baja y también favorece la disminución del colesterol LDL. Ambas variedades se complementan con los efectos del café actuando sobre diferentes mecanismos del organismo.

Diferencias clave ente el té y café

La principal diferencia entre ambos tipos de bebida estriba precisamente en la forma de dar energía a la persona; la bebida a base de café hace el aporte de forma inmediata, por el contrario, la bebida de , lo ofrece de una forma más progresiva por una mezcla de cafeína con L-teanina que contrarresta la estimulación exacta, restringiendo el pico de estimulación que proporciona el café y alargándolo en el tiempo de forma correcta.

Más allá de la cafeína

No sólo se distingue café de por la intensidad del mismo y el tipo de efecto que se pueda tener para con una bebida y la otra, sino que también viene a ser diferenciador la aportación de otros compuestos. El café se hace fuerte por los ácidos clorogénicos y también por el impacto en la memoria en términos a corto plazo, el para su parte en la riqueza polifenólica y en términos a actividad antioxidante y ambas pueden cohabitar en una misma dieta porque sus características invitan a consumirlo según la actividad y el momento del día.

Así que no hay un perdedor ni ganador definitivo en la comparativa, ya que el café y el presentan cualidades únicas que favorecen la salud y también el estado de bienestar. La opción es más bien un tema de gustos y determinar el efecto que se quiere buscar dependiendo del momento del día.