El hipo es una de las incomodidades cotidianas que surge de improviso y, aunque por norma general desaparece en pocos minutos, puede resultar muy molesto cuando persiste. Dicha sensación, que se evidencia con un sonido breve y reiterado, tiene su origen en una contracción involuntaria del diafragma que afecta a la llegada del aire en el interior del organismo; existen muchos remedios caseros que se transmiten de padres a hijos, pero no todos acaban siendo efectivos. Conocer los que funcionan y los que corresponden al terreno del mito constituye la base para saber cómo afrontar el hipo de la mejor manera.

La causa del hipo

El diafragma se considera un músculo importante en la respiración. Su contracción involuntaria provoca el cierre repentino de las cuerdas vocales, que es lo que origina el sonido del hipo. Esto implica la activación de un grupo de nervios y áreas cerebrales que intervienen de forma algo complicada, que es lo que explica que puedan aparecer tras un trago rápido de bebida, tras haberse comido en demasía o aun sin motivo aparente.

Factores desencadenantes

Los motivos más habituales que pueden provocar el hipo son los cambios bruscos en la temperatura del estómago, la ingesta de líquidos muy fríos, las comidas copiosas o el sobresalto. También se puede manifestar tras una carcajada, tras una circunstancia emocional efímera o después de haberse ingerido alcohol. Con todo en la mayoría de ocasiones suele ser algo transitorio y de escasa duración, si bien en raros casos prolongados es indicativo de algún déficit digestivo o neurológico más relevante.

Remedios para el hipo

Con el tiempo, han aparecido prácticas populares pero que no tienen ninguna base científica. Al dar un susto, poner un hilo en la frente, y las posturas raras como hacer el pino. Existen prácticas llamativas y son prácticas que no tienen eficacia comprobada, y muchos de estos métodos son más un signo de la tradición cultural que un signo de la tradición médica.

Técnicas con fundamento

Sin embargo sí que hay un par de técnicas que pueden incidir de una manera u otra sobre la reacción que tiene el diafragma. Contener la respiración durante un par de segundos provoca un aumento del nivel de CO2 en la sangre, de tal forma que se estimula el nervio frénico y se logra hacer que el ciclo del hipo se interrumpa. Beber agua fría en pequeños tragos seguidos puede incidir sobre los nervios lo provocan. Alternativas como el azúcar, el limón y el vinagre en algunos casos, logran conseguir el mismo tipo de resultado entre las personas. Las formas varían entre los individuos y no van a alcanzar la solución del problema en sí.

Qué hacer cuando el hipo no desaparece

Los episodios que duras unos escasos minutos se pueden combatir con técnicas tan sencillas como aguantar la respiración, beber agua o simplemente relajarse en un sitio tranquilo y sin estrés. La mayoría de las veces el hipo se va como vino, sin hacer nada especial, sin necesidad de hacer nada. La calma es importante para que el reflejo de diafragma vuelva a su condición habitual.

Cuando acudir al médico

Cuando el hipo persiste por más de 48 horas e impide hacer cualquier tipo de vida, o cuando aparece con molestias digestivas a largo plazo, conviene pedir las opiniones del médico. Hay que tener en cuenta que el hipo, además de poder estar relacionado con la acidez, el reflujo, también puede estar asociado a otros problemas digestivo o a una casuística neurológica que requiere de atención médica. En casos muy extremos, el hipo podría suponer un problema muy grave para la salud y se ha registrado algún caso, poco común, que ha provocado incluso la muerte.