Entre el 17% y el 2 % de las mujeres sufre una agresión sexual a lo largo de su vida, y cerca del 70% desarrolla un trastorno de estrés postraumático (TEPT). Un equipo del Hospital Clínic de Barcelona ha identificado un patrón neurológico que podría explicar por qué este trauma tiene efectos tan duraderos: en muchas víctimas, se interrumpe la comunicación entre dos áreas esenciales del cerebro implicadas en la gestión emocional.
La investigación, liderada por la doctora Lydia Fortea y presentada en el congreso del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología, celebrado en Ámsterdam, analizó imágenes cerebrales de 40 mujeres con TEPT tras sufrir una agresión sexual en el último año y las comparó con las de 45 mujeres sin antecedentes de trauma.
Mediante resonancias magnéticas en reposo, los científicos comprobaron que en más de la mitad de las pacientes (22 de 40) la conexión entre la amígdala –responsable del procesamiento de emociones como el miedo y la ansiedad– y la corteza prefrontal, que ayuda a regular esas emociones, había desaparecido casi por completo.
"Cuando esta conexión se debilita, el cerebro puede tener dificultades para gestionar las respuestas al miedo o regular las emociones. Eso podría explicar por qué las personas con TEPT experimentan miedo intenso y cambios de humor", señaló Fortea.
La pérdida de conectividad entre ambas regiones refuerza la hipótesis de que el TEPT derivado de una agresión sexual está vinculado a alteraciones en los circuitos cerebrales que controlan el miedo y la regulación emocional.
Prevención y diagnóstico precoz
El equipo del Clínic planea ahora evaluar si esas alteraciones pueden anticipar la respuesta a los tratamientos del trastorno. "Si logramos identificar qué pacientes corren más riesgo de sufrir secuelas graves, podríamos intervenir antes e intensificar el apoyo clínico", añadió Fortea.
Otros expertos consideran que los hallazgos podrían tener implicaciones directas en la práctica médica. "Este trabajo subraya la necesidad de un seguimiento psicológico temprano. Si la desconexión entre la amígdala y la corteza prefrontal predice la respuesta terapéutica, la neuroimagen podría servir para detectar los casos más vulnerables", apuntó César San Juan, investigador de la Universidad del País Vasco, en declaraciones a Science Media Centre España recogidas por Efe
Pese a que la violencia sexual es una de las formas de trauma más frecuentes entre las mujeres, la mayor parte de los estudios sobre el TEPT se ha centrado en contextos bélicos. Los autores subrayan que este es uno de los primeros trabajos amplios sobre conectividad cerebral en mujeres y adolescentes tras una agresión sexual.
El TEPT, sea cual sea su origen, se asocia con síntomas depresivos severos y pensamientos suicidas, lo que refuerza la urgencia de una atención temprana e integral para las víctimas.
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