El nervio vago ha sido identificado como un componente clave para explicar la conexión entre el organismo y lo psíquico. Un adecuado funcionamiento del nervio vago afecta directamente la memoria, el bienestar emocional y la recuperación del organismo frente al estrés. El cuidado del mismo no solo estimula la concentración y la estabilidad psíquica, sino que incrementa la salud digestiva y disminuye la inflamación que afecta al cuerpo.

El nervio vago y la memoria

El nervio vago, conocido como el "guardián de la calma", establece comunicación entre el encéfalo y los principales órganos del cuerpo (corazón, pulmones e intestino). Nace en el tronco encefálico y se extiende por el cuello y el abdomen, constituyendo una red involuntaria que permite mantener un equilibrio en todo el organismo. El nervio vago libera acetilcolina, lo que significa una disminución de la frecuencia cardíaca, el estado de relajación muscular y una percepción de tranquilidad. La inhibición del nervio vago provoca que el cuerpo conserve de forma constante un estado de alerta que interfiere en la memoria a corto plazo y agota los recursos mentales.

Memoria, estrés y digestión

La relación entre el intestino y el cerebro está, en gran parte, dominada por el nervio vago. Cuando el aparato digestivo responde con una reacción inflamatoria, también lo hace el cerebro, lo que se traduce en irritabilidad, en ansiedad, o en tener dificultades para recordar. El nervio vago e comporta como un hilo que traspasa información emocional y fisiológica, moduladora del estado de ánimo, pero también fija la claridad mental. Distintas investigaciones así lo han podido validar con una microbiota intestinal equilibrada que comporta una mejor función cognitiva, mientras que los momentos de estrés amplio podrían inhibir el nervio vago a la vez que la memoria se difumina.

Cuidar el nervio vago

Cuidar de este sistema nervioso es posible, para ello basta seguir prácticas simples; por ejemplo, lavarse la cara con agua fría, masajear el cuello o la propia mandíbula (hecho junto con una serie de ejercicios de respiración profunda que consiguen activar los receptores del nervio vago). Estas prácticas activan los receptores sensoriales de la cara y logran la relajación; también es importante introducir en la dieta, productos fermentados como el kéfir, o tomar bebidas como la infusión de salvia, que también favorecen la comunicación con el intestino y con el cerebro; escuchar música rítmica o sonidos chamánicos introduce en el estado de calma profunda y promueve otra vez la conexión mente-cuerpo.

El papel de la postura y el descanso mental

La tensión física constituye uno de los principales enemigos del equilibrio vagal. Hombros encogidos, cuello rígido o respiración muy superficiales son el reflejo de un sistema nervioso desbordante de actividad. Una buena postura, estiramientos frecuentes y dedicar al menos, unos minutos al día a hacer respiraciones conscientes permiten liberar bloqueos y favorecer la oxigenación de la corteza cerebral. Estas minúsculas rutinas tienen una influencia directa sobre la memoria, la atención o la estabilidad emocional.

Proteger la memoria y la salud

Del modo alerta al equilibrio interior

La auténtica salud no consiste en eliminar el estrés, hacer desaparecer la emoción, nada más, sino aprender y saber regresar a la calma. El nervio vago es el interruptor natural que nos permite regresar al equilibrio. Una activación perfecta del mismo permite disminuir la inflamación, regular la digestión y activar la memoria.

La importancia de escuchar al cuerpo

Reforzar el nervio vago es reanudar el contacto con el ciclo natural del cuerpo. En un mundo que avanza a una velocidad creciente, aprender a desarrollar el sosiego interior es un recurso necesario para preservar la lucidez mental y el almacenamiento de los recuerdos a largo plazo. La calma es, en el presente, el sustituto biológico más que un placer.