La utilización de los antibióticos sin la correspondiente receta médica supondrá un impacto inmediato y profundo en el organismo y el estado de salud. La automedicación con estas sustancias produce consecuencias que afectan al equilibrio interno, incrementa la probabilidad de aparición de las denominadas bacterias resistentes, afectando a la efectividad de las futuras terapias. Un uso irresponsable provocará cambios en la microbiota, causará efectos no deseados y promoverá una importante amenaza para la salud desde una perspectiva global.
Antibióticos sin control
El uso de antibióticos sin una adecuada indicación médica provoca un notable desajuste en la microbiota, con la consecuente pérdida de predominancia de la diversidad de bacterias beneficiosas, lo que conlleva a una mayor vulnerabilidad a infecciones típicas en los seres humanos. El propio organismo se manifiesta con molestias digestivas, con el consiguiente incremento de la inflamación y la reducción general de las defensas naturales, especialmente cuando provienen de ciclos en cadena sin supervisión médica.
Efectos secundarios evitables
El organismo responde con las reacciones adversas que se habrían podido evitar utilizando la medicación de forma correcta. Las náuseas, las diarreas, las alergias, los mareos o la sensibilidad de la piel son relativamente comunes en el uso de un antibiótico de forma incorrecta. El medicamento inadecuado, además de no obtener ningún efecto, expone el organismo con más tiempo al proceso infeccioso y aumenta la dificultad para poder recuperar al paciente y para que este último se pueda encontrar mejor.
Antibióticos y bacterias resistentes
El uso abusivo de los antibióticos conlleva la aparición de bacterias resistentes que, a la larga dejan de responder a los tratamientos convencionales. Este proceso, además, se ve aumentado, cuando son empleados en ocasiones de forma indebida, por ejemplo, cuando se utilizan sin la prescripción de un facultativo, cuando se interrumpen antes de tiempo o cuando se almacenan los restos para futuras ocasiones. También el medio ambiente sufre este impacto, ya que los residuos generados de los fármacos provoca la expansión de la resistencia en los diferentes ecosistemas.
Un reto creciente para la salud pública
La resistencia a los antimicrobianos se convierte en uno de los principales problemas sanitarios. El uso inapropiado de estos fármacos acrecienta la resistencia, por lo que la facilidad para tratar ciertas infecciones se ve reducida. Y el coste humano y económico aumenta cada año, mil muertes en Europa asociadas a el incremento de las bacterias resistentes y un gasto en la atención de pacientes que se incrementa progresivamente a medida que disminuye la eficacia de los tratamientos que consideramos convencionales.
Cómo proteger el organismo
Mantener una higiene adecuada, lavarse las manos con frecuencia y conservar una dieta segura ayuda a evitar múltiples infecciones. Tener una buena calidad del sueño y realizar actividad física beneficia la salud, ayuda a reforzar el sistema inmunitario y evita llegar a hacer uso innecesario de los antibióticos.
Un uso responsable que garantiza eficacia a largo plazo
La responsabilidad de las personas es clave. Finalizar los tratamientos que se han ido pautando o saber deshacerse correctamente de los medicamentos sobrantes, y sobre todo el evitar automedicarse, son formas de proteger el organismo y proteger su entorno inmediato. Recurrir a la información que sea fiable, y a recurrir al profesional sanitario siempre asegura que el propio tratamiento es el adecuado y evita la expansión de las resistencias.
La combinación de prevención, responsabilidad y educación forma un triángulo que permite proteger el organismo, evitar los daños innecesarios, y preservar la eficacia de los antibióticos en el futuro, aún en un marco sanitario cada vez más exigente. Es importante evitar automedicarse, sobre todo a largo plazo, por el bien de nuestra salud.
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