Los ácidos grasos omega-3 llevan ya años ocupando un lugar destacado en la prevención de la muerte cardiovascular; pero la ciencia empieza a descubrir que están influyendo mucho más de estos beneficios y su ingesta tiene un destacado papel en la prevención de las enfermedades del cuerpo; nuevas investigaciones apoyan la idea de que estos nutrientes esenciales pueden regular la conducta humana, contribuyendo a controlar la agresividad y a mantener el equilibrio de las emociones. Este dato sólo confirma que una dieta sana no es solo promueve la salud y previene enfermedades, sino que también contribuye a la regulación del funcionamiento del cerebro y al manejo de las emociones.
Omega-3 y los beneficios
Un conjunto de 35 investigaciones independientes, realizado entre 1996 y 2024, ha puesto de manifiesto que los omega-3 pueden ayudar a la reducción de conductas agresivas en hasta un 28%, sin tener en cuenta la edad, el sexo, o el diagnóstico médico de las personas en cuyo caso existían esas conductas. El trabajo impulsado por investigadores de la Universidad de Pensilvania, habría arrojado datos sobre casi 4.000 sujetos pertenecientes a distintos contextos y edades (desde adolescentes hasta adultos mayores).
El efecto que se constató en la resolución del comportamiento se considera leve, pero coherente, y se observó una reducción muy notable de la agresión reactiva y proactiva, tanto en ambientes clínicos como en comunidades generales. Los resultados evidencian que el omega-3 es un potencial modulador del comportamiento, por lo que tiene una alternativa mucho más natural y mucho más económica que cualquier tratamiento más invasivo.
Alimentación y equilibrio emocional
La ingesta de omega-3 proveniente de la dieta de pescado azul (por ejemplo, salmón o caballa) o de las nueces, nos permitiría estar más tranquilos y menos irritables, solo con aumentar la ingesta de dos raciones de pescado azul a la semana para que los efectos sean visibles. Estos ácidos grasos esenciales, ya que el organismo no los produce, contribuyen a la formación de la membrana neuronal y a la regulación de los neurotransmisores, lo que explicaría su influencia sobre la conducta.
Omega-3 y salud mental
Los múltiples estudios han concluido que un mayor consumo de omega-3 está directamente asociado a una menor incidencia de trastornos psiquiátricos de tipo esquizofrénico o de tipo de depresión; el omega-3 produce un efecto antiinflamatorio y actúa mejorando la comunicación neuronal entre neuronas por lo que se le considera un buen complemento para las terapias psicológicas y/o farmacológicas tradicionales; la evidencia científica es aún incipiente y las pruebas actuales sugieren una posible relación directa entre la cantidad de ácidos grasos omega-3 que se toma y la estabilidad mental.
Seguridad, accesibilidad y bajo coste
Además de su utilidad, el omega-3 es una opción segura y barata, sin efectos secundarios, que tiene la ventaja de poder integrarse sin problemas en la dieta cotidiana. Razón por la cual los expertos sugieren que su consumo podría ser considerado, a modo de complemento en las intervenciones psicosociales de tipo preventivo de la violencia, en los contextos familiares y escolares.
Bienestar
El omega-3 no sólo es un nutriente que presenta propiedades cardioprotectoras, sino que, además, se ha convertido en un elemento imprescindible en relación al bienestar. El efecto positivo que ejerce sobre el cerebro, la conducta y la regulación emocional representa la apertura de una nueva vía en la investigación y en la aplicación clínica.
Resultados
Conforme los estudios van avanzando en la materia, el desafío es esclarecer durante cuánto tiempo se mantiene este efecto y en qué medida las diferencias genéticas pueden llegar a influir en los resultados.
La evidencia está demostrando que incluir omega-3 en la dieta no únicamente ayuda a un corazón más fuerte, sino que también ayuda a una mente más equilibrada y calmada.
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