El incremento de la popularidad de las zapatillas ha transformado la forma de vestir de millones de personas. Sin embargo, aquella tendencia puede estar afectando en silencio la salud del pie. En los últimos años, algunos modelos han pasado a ser un símbolo del estilo de vida urbano, pero su diseño no siempre va de la mano del bienestar y de la estabilidad del pie. La elección de un zapato u otro no solo es un tema que se debe contemplar desde la estética, también se debe tener en cuenta cómo impactará en la postura, en el bienestar y en la salud total del cuerpo.

El calzado inadecuado y sus efectos en los pies

El hecho de que las zapatillas no tengan un buen sistema de sujeción hace que el pie acabe moviéndose dentro del calzado y generando rozaduras y ampollas. Esta dificultad se ve acentuada si la parte trasera no está bien ajustada porque el contrafuerte (lugar que da forma al talón) es demasiado rígido. En el caso de las zapatillas muy estrechas y que no tienen un buen sistema de amortiguación, propician que muchas personas se quejen de molestias al andar o realizar actividades de larga duración. A la larga, esta falta de estabilidad puede da lugar a dolores articulares o carga por sutilidad en un grupo de articulaciones como el talón o el arco plantar.

Consecuencias más allá del dolor

La utilización de calzado inadecuado de manera continuada no solo tiene un impacto en los pies. La alineación errónea de la pisada impacta en las rodillas, las caderas y la espalda. Los pies son, como también lo es la postura, el soporte del cuerpo y, en el momento en que variamos el apoyo de los pies, transferimos esa alteración de forma estructural a todo el cuerpo. Por último, la carencia de sujeción o de amortiguación ocasiona la recuperación, que puede modificar la posición y provocar alteraciones musculares; por eso escoger un buen calzado es una inversión por salud y prevención de enfermedades de larga duración.

Cómo proteger los pies

El diseño de los zapatos o zapatillas de moda pone la estética por encima de la ergonomía. Para cuidar los pies, el ancho de la planta debe ser igual al contorno del pie, con lo que logramos una distribución uniforme del peso. También conviene comprobar la flexibilidad, ya que el exceso disminuye la estabilidad en la marcha.

Aliados para la salud

La calidad del material tiene una incidencia directa y determinada en la transpiración y en la adaptación del zapato de calle a la forma del pie. Las suelas muy finas o muy rígidas incrementan el impacto sobre las articulaciones; por tanto, se aconseja elegir tipos de zapato con plantillas acolchadas y materiales de transpiración. Cualquier zapato tiene que proteger y, al mismo tiempo, no debe limitar el movimiento natural del pie.

Prevenir problemas en los pies

Uno de los errores más comunes es elegir el zapato más bonito o el que más se lleva, sin tener en cuenta la estructura. Las modas cambian, pero los pies tendrían que soportar cada día el peso del cuerpo. Un zapato inadecuado puede provocar lesiones, desde los callos, juanetes hasta la fascitis plantar, quizás una de las dolencias más comunes en las personas adultas.

La elección consciente del calzado

Atender bien el pie supone, tal como hemos visto anteriormente, conocer las necesidades de la persona y escoger modelos de calzado que aporten confort y sujeción adecuada. Revisar periódicamente el estado del calzado, hacer los cambios de plantilla cuando comiencen a estar desgastadas y dar prioridad a una adecuada sujeción son prácticas que nos ayudarán a evitar lesiones.

En definitiva, el error que comete mucha gente de acoger las modas sin tener en cuenta la salud de los pies puede tener un coste alto. En última instancia, calzarse bien es la mejor opción para conservar unos pies sanos que mantengan el equilibrio con el resto del organismo.