Mientras que la mayoría de las personas obtienen deleite y cercanía a través de la música, hay un sector más específico de personas a la que esta no produce ninguna emoción y la rechaza. La ciencia ha empezado a dar una explicación a este comportamiento tan particular del cerebro humano, puesto que se presenta un fenómeno tan excepcional como revelador a la hora de entender cómo funciona el sistema de recompensas.
La respuesta del cerebro al estímulo de la música
El oído atiende nuestro sonido y lo transporta al cerebro a donde aparece normalmente un mecanismo de recompensa. Este mecanismo ya tiene como resultado la liberación de dopamina y da lugar a sensaciones de satisfacción, como también podría suceder cuando se come, se hace deporte o se ve una película. En cambio, en determinadas personas esta cadena se interrumpe en el momento en el que aparece la música, lo que se traduce que que no sienten nada positivo en el momento de escuchar la música.
Cuando la música se siente como ruido
Las personas con este trastorno consideran que escuchar una canción o música insignificante es igual a escuchar el tráfico o el ruido de las grandes ciudades, por ejemplo. No es que no perciban la música ni que tenga una alteración de su sistema de recompensa, sino que, dicha conexión no se establece como se debería y, por tanto, no se puede generar placer en relación con las melodías o con la música que pueda estar sonando.
Anhedonia musical específica
Tras años de investigación en diferentes centros de investigación neurocientífica de España, se introdujo el término Anhedonia musical específica para referirnos a esta incapacidad que sufren un número reducido de personas. Únicamente nos encontramos ante un grupo de personas que pueden disfrutar de actividades como: leer, jugar o socializar. El problema aparece únicamente con la música; es decir, viene a ser un fenómeno aislado y muy específico.
El origen genético
A través de una máquina de resonancia magnética se ha podido comprobar que la gente que sufre este tipo de problema activa sus circuitos de recompensa cuando gana dinero en un juego, por ejemplo, pero no para la música. El aspecto diferencial estaría en cómo los circuitos de percepción auditiva se relacionan con los circuitos de recompensa. Los estudios ya apuntan que al menos el 50 % del fenómeno tiene un componente genético, pero también podría estar influyéndoles el entorno en el que se desenvuelven.
La ciencia busca respuestas más allá de la música
La gran pregunta ahora deviene si la Anhedonia musical específica podría ser reversible. Si, al fin y al cabo, se puede afectar la conexión neuronal -aunque sea parcialmente-, en tal caso las personas en cuestión podrían llegar a experimentar algún tipo de placer musical, aunque solo sea de un modo limitado. Se está investigando con la esperanza de llegar a la conclusión de que este tipo de déficit no tiene por qué ser permanente para el total de las personas afectadas.
Un futuro marcado por la neurociencia
Los nuevos resultados a los que se están llegando abren la puerta a la posibilidad de la mejora y la calidad de vida de las personas que no experimentan placer a través de la música, aunque se trate de algo minoritario. Poder comprender el fenómeno nos permite también entender cómo funcionan las emociones humanas y cómo el sistema nervioso da sentido a los estímulos que nos rodean. La ciencia no solo describe el problema, sino que también apunta a posibles explicaciones que en un futuro cambian la forma en que estas personas experimentan melodías. Aunque suponen una minoría, no deja de ser sorprendente el rechazo a la música.
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