"No tengo miedo de ir a prisión. Mantengo la cabeza bien alta". Nicolas Sarkozy, presidente de la República Francesa entre 2007 y 2012, es el primer jefe del Estado de un país de la Unión Europea que ingresa en prisión. Este martes duerme en la prisión de La Santé, por cuyas celdas pasaron el oficial Alfred Dreyfus, injustamente acusado de traición, el escritor Gustav Apollinaire, el golpista panameño Manuel Noriega, y los independentistas catalanes Francesc Macià y Lluis Companys. Sarkozy ha entrado a la cárcel de La Santé de la mano de su esposa, la cantante y modelo Carla Bruni.

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Aparte del mariscal colaboracionista Philippe Pétain, el último jefe de Estado que acabó entre rejas fue Luis XVI en 1792. Sarkozy, de 70 años, fue condenado el 25 de septiembre a cinco años de cárcel por asociación ilícita en el caso de financiación de su campaña presidencial por el dictador libio Muamar Gadafi. Aunque interpuso recurso, la pena es de aplicación inmediata.

Sarkozy clamó por su inocencia, como ha vuelto a hacer en un mensaje en X poco antes de ingresar en La Santé. "La verdad triunfará", concluye su escrito. La corte de apelación estudiará la demanda de libertad, que puede cursarse en unos dos o tres meses.

El pasado viernes, el presidente francés, Emmanuel Macron, le recibió en el Elíseo. Según Macron, que tiene una excelente relación con Sarkozy, dijo apenas unas horas antes del ingreso de su predecesor en La Santé: "Es normal que desde el punto de vista humano, recibiera a uno de mis predecesores en este contexto". Y añadió: "Siempre he sido muy claro en mis declaraciones públicas sobre la independencia del poder judicial en el desempeño de mi función".

El ministro de Justicia, Gérald Darmanin, quien considera a Sarkozy como su mentor en política, anunció el lunes que iría a "visitarlo a la cárcel". Reconoció que le producía una "profunda tristeza" su encierro.

En el ala de reclusos 'especiales'

La Santé, que data de 1867, es la única cárcel intramuros de París. Tras un registro personal, que incluye toma de fotografía e identificación con un número, Sarkozy será recluido. Tendrá que entregar todos sus objetos personales, salvo la alianza, símbolos religiosos y gafas. Va a ocupar una de las 19 celdas habilitadas en el ala para presos especiales (sensibles, en francés). Allí cumplen condena aquellos que, debido a su notoriedad, pueden ser acosados por otros reclusos. 

Tendrá un kit de bienvenida con artículos de aseo, ropa interior limpia, sábanas, una manta, vajilla para comer, así como papel y lápices para escribir a sus familiares. Christophe Ingrain, abogado de Sarkozy, ha declarado que el expresidente tiene intención de relatar su experiencia en prisión y la "injusticia" que está sufriendo.

Nicolas Sarkozy duerme a partir de este martes en una habitación de unos nueve metros cuadrados, donde hay una cama, una ducha, una nevera, un televisor y un pequeño escritorio fijado a la pared. También dispone de un teléfono desde el que puede llamar a números previamente autorizados por la dirección de la prisión. Sarkozy también tendrá derecho a tres visitas a la semana.

El expresidente cumplirá la condena solo. Durante el día, podrá utilizar durante una hora la biblioteca, el gimnasio o el patio. En ningún momento deberá tener contacto directo con otros presos. Sin embargo, al salir de la celda, estará expuesto a las fotos de otros reclusos. Por eso, algunos presos famosos prefieren permanecer aislados todo el tiempo. 

Como cualquier otro preso, durante sus primeros días entre rejas Sarkozy estará sometido a una estrecha vigilancia. Se trata de evaluar cómo soporta la difícil prueba psicológica que le espera. 

En teoría, Sarkozy debe ser tratado igual que los demás condenados. Sin embargo, al igual que otras prisiones de Francia, La Santé está superpoblada. Aquí hay casi el doble de condenados de los que oficialmente puede albergar.

El Gadafigate

El expresidente fue condenado a cinco años de prisión por haber llegado a un acuerdo secreto con el dictador Muamar Gadafi, en virtud del cual se comprometió a normalizar las relaciones con Libia a cambio de 6,5 millones de euros para la campaña presidencial de 2007.

Sarkozy, que entonces era ministro del Interior, envió en 2005 a su jefe de gabinete, Claude Guéant, y a su amigo íntimo Brice Hortefeux a reunirse con Abdallah Al-Senussi, responsable del derribo en 1988 del avión de PanAm sobre la localidad escocesa de Lockerbie (270 víctimas mortales) y del avión de la línea UTA un año después, en el que murieron 170 personas, entre ellas 54 pasajeros franceses. El acuerdo secreto entre Sarkozy y Gadafi no salió a la luz hasta hace diez años, cuando el portal de investigación Mediapart dio con él. Antes, en mayo de 2007, ganó las elecciones presidenciales gracias, en particular, a su línea dura contra los inmigrantes musulmanes.

Inicialmente, cumplió su parte del acuerdo con Gadafi. Apenas unos meses después de alcanzar el cargo más alto del Estado, Sarkozy recibió al dictador en el Palacio del Elíseo. Gadafi montó una tienda de campaña en los jardines de la residencia. Durante varios días, paseó por la capital francesa. Sin embargo, cuatro años más tarde, la situación cambió radicalmente.

Cuando la Primavera Árabe llegó también a Libia y Gadafi comenzó a reprimir brutalmente las manifestaciones, Sarkozy fue el impulsor de la intervención aérea franco-británica que, finalmente, en octubre de 2011, condujo al asesinato del dictador. Fue entonces cuando, en un acto de venganza, comenzaron a salir a la luz nuevas pruebas de la financiación libia de la campaña presidencial de Sarkozy. 

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