Con la llegada de las primeras heladas y las nevadas tiñendo de blanco las cumbres de nuestras sierras, se activa cada año el plan de vialidad invernal. Las máquinas quitanieves y los depósitos de sal están listos, pero la pregunta clave sigue en el aire: ¿estamos nosotros, los conductores, realmente preparados para enfrentarnos a las trampas del invierno en la carretera?

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La seguridad durante los meses más fríos es una responsabilidad compartida. Mientras las autoridades trabajan para mantener las vías transitables, cada conductor tiene el deber de asegurarse de que su vehículo y su propia preparación están a la altura de las circunstancias.

El vehículo a punto: más allá de lo evidente

Revisar el nivel de anticongelante, el estado de la batería o el funcionamiento de las escobillas son pasos básicos que muchos ya conocen. Sin embargo, la verdadera prueba de fuego llega con el hielo y la nieve. Llevar en el maletero un juego de cadenas es obligatorio en muchos tramos de montaña, pero no es suficiente. ¿Sabemos cómo ponerlas? ¿Lo hemos practicado alguna vez en casa, con calma, antes de tener que hacerlo a bajo cero, de noche y en medio de una ventisca?

Además, es fundamental llevar siempre el depósito de combustible lo más lleno posible. En caso de quedar atrapado en una retención, la gasolina o el diésel nos permitirán mantener el motor en marcha y la calefacción encendida, un elemento de supervivencia que a menudo se pasa por alto.

Las gasolineras: nuestros refugios en la tormenta

En este escenario, las gasolineras de nuestras rutas se transforman en mucho más que un simple lugar para repostar. Se convierten en auténticos puntos de apoyo logístico y refugios seguros para los conductores.

Cuando las condiciones empeoran o una carretera queda cortada, una estación de servicio bien iluminada y abierta se convierte en el mejor lugar para esperar. Ofrecen un techo, un café caliente, servicios y, lo más importante, un lugar seguro fuera de la calzada. Además, para los más rezagados o aquellos sorprendidos por un cambio brusco del tiempo, estas gasolineras son a menudo el último punto de venta donde adquirir unas cadenas para la nieve, líquido anticongelante o una rasqueta para el hielo. Son, en definitiva, la primera línea de ayuda en la carretera.

El enemigo silencioso que viaja bajo tu coche: la sal

Una vez superado el temporal, muchos conductores respiran aliviados y se olvidan del asunto. Sin embargo, la batalla no ha terminado. La sal que se esparce en las carreteras para derretir el hielo es un aliado para la seguridad, pero un enemigo implacable para la mecánica de nuestro coche.

Esta sal, mezclada con la humedad, se adhiere a los bajos del vehículo y comienza un proceso de corrosión lento pero destructivo que ataca el chasis, el sistema de escape, los frenos y las suspensiones. Es un daño que no se ve a simple vista, pero que puede derivar en averías muy costosas y graves problemas de seguridad a largo plazo.

La solución es simple y económica: un buen lavado de coche después de haber circulado por carreteras tratadas con sal. Es crucial utilizar sistemas de lavado a presión que permitan limpiar a fondo los bajos del vehículo para eliminar cualquier residuo salino. No es una cuestión de estética, sino de mantenimiento y seguridad.

La preparación es la clave para un invierno sin sobresaltos. Revisar el coche, llevar el equipamiento necesario y entender el papel vital de las infraestructuras como las gasolineras nos ayudará a todos a circular con mayor seguridad por las carreteras de nuestra provincia.

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