La carrera del Gran Premio de Bélgica de Fórmula 1 celebrado en el circuito de Spa-Francorchamps dejó un claro protagonista: el equipo McLaren, que logró un impresionante doblete con Oscar Piastri y Lando Norris cruzando en primera y segunda posición respectivamente. Este resultado representa no solo una exhibición de fuerza del equipo británico, sino también un golpe importante en la lucha por el campeonato, especialmente tras varias citas de dominio alterno por parte de Red Bull y Ferrari.
Desde el inicio, la carrera mostró el control de McLaren sobre el ritmo. Oscar Piastri se mantuvo firme al frente tras la salida, resistiendo la presión de Norris, quien, aunque se acercó en varios momentos, no logró materializar un adelantamiento. La estrategia de gestión de neumáticos fue clave. El propio Piastri admitió en sus comunicaciones con el equipo que llegar al final sería una dura prueba para los compuestos disponibles, pero aun así sostuvo una sólida ventaja. Mientras tanto, Norris apretó hasta el último instante, firmando vueltas rápidas y administrando la tensión de la carrera sin poder superar a su compañero.
El podio se completó con Charles Leclerc, quien supo defender su posición ante los ataques de Max Verstappen y aprovechó los problemas de ritmo de los Red Bull en este trazado, especialmente tras una clasificación en la que el holandés sufrió más de lo previsto por la falta de agarre. Este resultado mantiene viva la emoción en la parte alta del campeonato y demuestra que McLaren y Ferrari están cada vez más cerca del nivel de Red Bull en determinados circuitos.
En contraposición absoluta al éxito de McLaren, la jornada fue un auténtico calvario para los intereses españoles. Fernando Alonso, con un Aston Martin lejos de cualquier posibilidad real de luchar por los puntos, firmó una de sus peores actuaciones del año finalizando en la decimoséptima plaza. El piloto asturiano reconocía tras la carrera que, pese a haberlo dado todo, el coche simplemente no respondía: ni los cambios de reglajes ni los ajustes de última hora lograron solucionar la falta de velocidad global, una tónica preocupante en un fin de semana donde incluso superar a su compañero Stroll fue una tarea complicada.
El caso de Carlos Sainz también fue negativo. El madrileño salía desde una alejada decimoquinta posición con su Williams, tras una clasificación donde no consiguió mejorar sus tiempos en la Q2 debido a la falta de agarre y quizás a una estrategia de “set-up” que no le benefició. En carrera, esa brecha de ritmo no se cerró, y Sainz terminó además por detrás de Alonso, en la decimoctava plaza. El propio Carlos expresó su confusión por la falta de rendimiento, destacando la dificultad para encontrar sensaciones en el coche y la necesidad de analizar junto al equipo lo sucedido para evitar que se repita.
En definitiva, el GP de Bélgica ha evidenciado las dos caras del paddock: la euforia de un equipo McLaren que se confirma como aspirante real a todo y la preocupación en las filas españolas, donde tanto Alonso como Sainz se marchan de Spa necesitados de una reacción contundente para volver a pelear por el protagonismo perdido.
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