La dirección de La Vuelta a España ha decidido suspender la última etapa de este domingo en Madrid a causa de las manifestaciones pro palestinas. El dispositivo de seguridad preparado no ha dado abasto para controlar la situación, y los manifestantes se han saltado los cordones policiales en varios puntos de la capital. En algunos lugares se han registrado cargas policiales y lanzamiento de objetos.

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De esta forma, la 80 edición de la carrera ha tenido que finalizar de manera abrupta a unos 57 kilómetros de la meta. Los ciclistas han llegado a detenerse por completo en varios momentos, y aunque han intentado reanudar el recorrido, finalmente la dirección de la carrera ha tomado la decisión de suspenderla definitivamente y cancelar también la entrega de premios en el podio, en la que iba a participar un ciclista del Israel Premier-Tech.

Poco antes, en torno a las 17.30 horas, la organización ya había anunciado un cambio de recorrido en la etapa final que no había sido comunicado previamente y había modificado la entrada a Madrid. En concreto, se ha evitado el paso por el centro de Alcobendas y los ciclistas han ido por una variante.

Un Madrid blindado que no ha sido suficiente

La Vuelta tenía previsto recorrer las principales calles del Madrid histórico, con paso por la Puerta del Sol, calle Mayor, plaza de Oriente, Paseo del Prado, Gran Vía o Callao. Desde el Ayuntamiento de Madrid preveían una asistencia superior a las 50.000 personas.

En la capital, el último capítulo de esta edición se vivía bajo un clima de máxima tensión y de enfrentamiento político. Las protestas se habían convocado en Atocha, Callao y la ermita de San Antonio de la Florida, con cita a partir de las seis de la tarde, aunque los organizadores han llamado a concentrarse al menos dos horas antes.

Para prevenir incidentes se había desplegado un dispositivo de unos 2.300 agentes, superior incluso al activado en la Cumbre de la OTAN en 2022. El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, había respaldado las manifestaciones asegurando que responden a una "causa justa".

Hasta este domingo las protestas, que en general no habían sido violentas, sí habían llegado no obstante a poner en riesgo la integridad de los ciclistas en varios momentos. Javier Romo, Edward Planckaert y Simone Petilli se cayeron por la irrupción de manifestantes en la carretera. Este sábado, varios protestantes trataron de abalanzarse sobre los corredores en los alrededores de Cercedilla, localidad que la organización evitó a última hora. Allí estaban la exministra y actual eurodiputada Irene Montero, y la líder de Podemos, Ione Belarra.

La tensión fue creciendo con el paso de los días. La organización se vio obligada a cancelar el final de la etapa de Bilbao al no poder garantizar la seguridad de los corredores. Ese día, el director técnico de la carrera, Kiko García, pidió públicamente al conjunto israelí que cediera a la presión y se retirara, unas declaraciones —"sólo hay una solución: que el propio equipo de Israel se diera cuenta que estando aquí no facilita la seguridad"— que generaron fuertes críticas.

Desde el inicio, los responsables de La Vuelta han insistido en que no tienen capacidad de veto sobre la presencia del Israel Premier-Tech, que se ha ganado su participación gracias a los puntos obtenidos en competición. Sería la Unión Ciclista Internacional (UCI) la encargada de prohibir su inscripción, como ya ocurrió con los equipos rusos tras la invasión de Ucrania.

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