Sólo hay una vía para lograr los ambiciosos objetivos en materia energética que persigue la UE: dejar claras las reglas del juego, propiciando al tiempo incentivos adecuados para garantizar las inversiones. La advertencia proviene no sólo del ámbito empresarial, sino también del político y académico.

Expertos de la talla de Andris Piebalgs, ex comisario europeo de Energía; o Christopher Jones, profesor del European University Institute, han alertado recientemente en diferentes ponencias en España sobre la necesidad de despejar el panorama regulatorio y retributivo.

Piebalgs, quien formó parte de la cúpula de la Comisión Europea durante la presidencia de José Manuel Durão Barroso, participó el pasado 15 de octubre en la tercera edición del ciclo de conferencias Energy Prospectives, organizado por la Fundación Naturgy y el IESE Business School. El excomisario tiene claro que “los participantes en los mercados de energía deben tener los incentivos adecuados para operar de forma eficiente a corto plazo, e invertir adecuadamente a medio y largo plazo, para internalizar los costes medioambientales; y para innovar”.

Por eso, es necesario “impulsar la flexibilidad del mercado mayorista y proporcionar señales claras de precios". El objetivo: "facilitar la penetración continua de las energías renovables y garantizar inversiones”.

Piebalgs: “La UE debe conjugar su ambición por la sostenibilidad con los otros dos objetivos del triángulo de la política energética, seguridad y competitividad"

Según Piebalgs, "la Unión Europea va a incrementar considerablemente el papel de las energías renovables en los próximos años. Prueba de ello son los proyectos eólicos a gran escala comprometidos en el Mar del Norte y el Mar Báltico; o los solares que se implantarán en el sur de Europa". "Los retos de la nueva Comisión Europea- continua- pasan por lograr la neutralidad de carbono en 2050, alcanzar un acuerdo verde a nivel europeo, y por implantar un impuesto al CO2 en frontera".

El problema es que, hoy en día, las renovables solo representan el 23% del consumo de energía final de la UE. Ese desequilibrio exige, a ojos del excomisario europeo de Energía, impulsar fuentes como el gas renovable bajo en carbono. “El biometano, el hidrógeno verde y el hidrógeno gris son las opciones más claras sobre las que se está trabajando, pero hay que desarrollarlos a gran escala”, explicó Piebalgs.

“La UE debe conjugar su ambición por la sostenibilidad con los otros dos objetivos del triángulo de la política energética, seguridad y competitividad. Por ello, debe planificar con anticipación, invertir sabiamente y utilizar la capacidad de los mercados para crear empleo y crecimiento económico”, añadió el excomisario, quien también fue ministro de Educación en Letonia.

Pieblags concluyó haciendo un llamamiento para que Europa lidere la transición energética a nivel mundial, “después de haber alcanzado los objetivos de la política energética a 2020; y tras las importantes inversiones realizadas en energías renovables, las mejoras sustanciales en el funcionamiento del mercado interno de energía y los avances en seguridad de suministro”.

La regulación no ofrece señales claras

La posición del exalto cargo europeo coincide con la de otros grandes expertos como Christopher Jones. El profesor del European University Institute presentó a finales de septiembre un informe en las jornadas El papel del gas en la descarbonización del sistema energético de la UE, organizadas por Fundación Naturgy.

Jones sostiene que “la regulación actual no ofrece a las empresas señales claras de inversión para lograr los objetivos energéticos de la UE”. Según sus cálculos, el modelo energético mixto de electricidad y gas renovable que permitiría alcanzar la descarbonización en 2050 tendría un menor coste.

El profesor recordó que este escenario mixto requerirá elevadas inversiones para que las empresas inviertan en renovables, gas limpio y plantas de captura y almacenamiento de carbono. El problema es que “el régimen regulatorio existente no ofrece en el presente ni las señales de inversión ni la certeza necesaria para plantear un modelo de negocio en el que invertir”.

Jones: “Lo esencial es desarrollar un marco regulatorio que empiece a catalizar desde ya las inversiones"

“Lo esencial es desarrollar un marco regulatorio que empiece a catalizar desde ya las inversiones".
Para alcanzar los objetivos de descarbonización, el experto considera que el modelo energético de futuro debería ser un híbrido de electricidad con renovables y gas descarbonizado. Jones argumenta que esta opción tiene un menor coste porque, en gran medida, utiliza infraestructuras existentes y evita la construcción de nueva líneas eléctricas.

Según diversos estudios citados en su informe, con este modelo el ahorro en la UE podría oscilar entre los 217.000 y los 540.000 millones de euros al año. “Es importante actuar a corto plazo para conseguir que el mercado progrese con celeridad y garantizar que, para la segunda mitad de la próxima década, exista capacidad para almacenar -a través del hidrógeno- electricidad generada durante los picos de producción”, explica en su informe Jones.

Según el experto, si los estados de la UE cumplen los objetivos de sus Planes Nacionales Integrados de Energía y Clima, habrá excedente de producción, por lo que “el almacenamiento de hidrógeno será, casi con seguridad, una opción más barata que la reducción de la producción”.

En este sentido, recordó que la CE “ha presentado un presupuesto de investigación de 100.000 millones de euros para el periodo 2020-2025”, con el compromiso de destinar al menos un 25% a temas relacionados con los Acuerdos de París. “La UE necesitará establecer un ambicioso compromiso para la financiación del I+D relacionado con la producción de hidrógeno y la captura y almacenamiento de carbono, así como con el aumento de la eficacia y la eficiencia en costes del biogás”, concluyó el experto.

La política energética de la UE en la última década, desarrollada para iniciar la transición energética, ha conllevado un aumento de los precios de la electricidad en la zona euro (un 30% para los hogares y un 20% para las industrias), así como de otros productos energéticos. En este sentido, Jones afirma que “si esta tendencia persiste o incluso se acelera, existe el riesgo de convertirse en insostenible a medio plazo al poderse poner en peligro el apoyo continuado de la opinión pública a la agenda de descarbonización”, especialmente si otros países ajenos a la UE no muestran su misma determinación a la hora de afrontar el cambio climático.

Boltz: “El reto regulatorio es asegurar que todo el conjunto de tecnologías pueda contribuir a la descarbonización, pero evitando el bloqueo prematuro de tecnologías específicas”

Por ello, Jones aboga por que la CE haga pedagogía en este sentido. “Si aceptamos que el hidrógeno bajo en carbono procedente del gas natural habrá de ser un elemento importante de nuestra economía energética después de 2030 a fin de garantizar una descarbonización eficiente en costes, debemos explicar claramente que el gas es parte de la solución, no del problema”. Según Jones, también hay que explicar los beneficios de la implantación de sistemas de captura y almacenamiento de carbono.

El papel del gas natural

El informe elaborado por Jones analiza el papel del gas natural en la descarbonización del mercado energético de la UE, partiendo de la base de que se cumplirán los objetivos del Acuerdo de París de alcanzar una completa, o casi completa, descarbonización en el año 2050. “Los estudios actuales indican que para 2050, en un modelo eficiente en costes, la UE necesitará el gas renovable como medio para descarbonizar los sectores industrial, residencial, comercial y del transporte, así como importante vector energético en la producción futura de electricidad”, afirma el autor.

Otros expertos como Walter Boltz coinciden en que un futuro sostenible pasa por contar con gases descarbonizados y nuevas tecnologías. Este experto en regulación y miembro de la Agency for the Cooperation of Energy Regulators (ACER) participó, junto a Jones, en la jornada ‘El papel del gas en la descarbonización del sistema energético de la UE. Según Boltz, “el reto regulatorio es asegurar que todo el conjunto de tecnologías pueda contribuir a la descarbonización, pero evitando el bloqueo prematuro de tecnologías específicas”.

“Las medidas políticas para lograr la transición energética deben ser tan neutras desde el punto de vista tecnológico como sea posible, para garantizar que se utilicen las opciones más sostenibles y eficientes a largo plazo. Cualquier bloqueo prematuro tendrá efectos negativos y puede dar lugar a costes mucho más elevados de lo necesario para alcanzar los objetivos de descarbonización”, explicó el experto.

A día de hoy, “todavía existe cierta incertidumbre sobre cómo será exactamente el sistema energético descarbonizado en 2050". Sin embargo, concluyó Boltz, "teniendo en cuenta la necesidad de seguir investigando, así como los largos ciclos de inversión en general, es necesario establecer un marco político y regulatorio que permita lanzar el proceso de descarbonización ya en la actualidad”.