El informe elaborado por el Gobierno sobre las causas del apagón eléctrico del 28 de abril pone el foco en un fallo en la planificación del operador sobre el respaldo para controlar las oscilaciones de tensión. La gestión de Beatriz Corredor, la presidenta de la compañía encargada de realizar cada día el diseño de las necesidades de la jornada siguiente, queda en la picota. Corredor guardó silencio durante horas y, posteriormente, apunto hacia el sector privado como causante del cero energético que sufrió la península.
El informe del que ha tomado cuenta el Consejo de Ministros tras su aprobación en el Consejo de Seguridad Nacional concluye que el incidente tuvo un origen multifactorial e incide en el papel del operador a la hora de programar 10 centrales térmicas para asegurar que se podían controlar eventuales oscilaciones de tensión como las que acabaron llevando al cero absoluto.
Según el relato del Ejecutivo sobre el papel de la firma participada en un 20% por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), "el sistema mostraba una capacidad de control de tensión insuficiente". Por un lado, Red Eléctrica "programó la actividad de 10 centrales síncronas con capacidad para regular tensión el día 28 de acuerdo con su consigna". Y se encarga de remarcar que "el número final de centrales síncronas acopladas fue el más bajo desde el inicio de año".
Y no era una época cualquiera, pues el apagón sucedió en los días posteriores a Semana Santa y previo al puente de mayo. Durante los días previos al incidente hubo alteraciones de las tensiones y en la mañana del día 28 las tensiones variaban con más intensidad de lo normal. Pero el evento pilló de vacaciones a la directora general de Operación de Red Eléctrica, Concepción Sánchez, tercera en el escalafón de la compañía y su primera directiva con funciones puramente técnicas. Estaba en un destino lejos de Europa, según adelantó El Confidencial a los pocos días del incidente.
Según el relato de los expertos, se produjo una cascada temporal de sucesos que desequilibraron progresivamente el sistema y culminaron con el apagón total. Dividido en dos grupos de trabajo, el Comité ha realizado la mayor investigación sobre ciberseguridad de la historia de España con más de 75 expertos y el análisis de 133 GB de datos.
Del análisis se desprende que ya en la media hora previa al apagón hubo oscilaciones en el sistema (12.00 h - 12.30 h). A las 12.03 h se registró una oscilación atípica, de 0,6 Hz, que durante 4,42 minutos provocó grandes fluctuaciones de tensión. "Esta oscilación obligó al Operador del Sistema a aplicar las medidas protocolizadas para amortiguarla, como aumentar el mallado de la red -restringido por la baja demanda- o reducir el flujo de interconexión con Francia", relata el Gobierno.
Aunque acto seguido reconoce que "todas estas actuaciones amortiguaron la oscilación, pero tuvieron como efecto secundario un incremento de las tensiones". Tras otras dos oscilaciones más pequeñas pasadas las 12:15h, Red Eléctrica aplicó las mismas medidas para amortiguarla, que igualmente contribuyeron a aumentar la tensión.
A partir de ahí, se produjeron pérdidas de generación (12.32.57 - 12.33.18) y la tensión empezó a subir de forma rápida y sostenida. Entonces, se registraron numerosas y progresivas desconexiones de instalaciones de generación en Granada, Badajoz, Segovia, Huelva, Sevilla, Cáceres y otras provincias.
A partir de las 12.33.18 se desencadena el colapso. El progresivo incremento de tensión produjo una reacción en cadena de desconexiones por sobretensión que no fue posible contener, puesto que "cada una de las desconexiones contribuyó a nuevas alzas en las tensiones". También se registró una caída de frecuencia que derivó en la pérdida del sincronismo con Francia, el disparo de la interconexión con el resto del continente y el cero eléctrico peninsular.
Del lado privado, el informe subraya que "varias de las centrales capaces de regular la tensión -y retribuidas específicamente por ello al haber sido programadas por restricciones técnicas con esta finalidad- no respondieron adecuadamente a las consignas del Operador del Sistema para reducirla".
De hecho, remarca que alguna, incluso, produjo energía reactiva, "lo contrario de lo requerido, contribuyendo a incrementar el problema". Pero no se dan nombres propios. Indica, eso sí, que se desconectaron centrales de generación, algunas de un modo aparentemente indebido. En este sentido, recoge que algunas de las desconexiones de las centrales de generación se habrían producido antes de superarse los umbrales de tensión establecidos por la normativa para ello (entre 380 kV y 435 kV en la red de transporte), mientras que otras desconexiones sí se produjeron una vez se superaron dichos límites para proteger las instalaciones.
Por tanto, una vez iniciada la reacción en cadena, "las protecciones habituales del sistema eléctrico no pudieron detener ni contener este proceso". Y manifiesta que algunas de estas protecciones, como los deslastres, "pudieron incluso contribuir al fenómeno de sobretensión al descargar todavía más las líneas, contribuyendo al alza de las tensiones, porque actuaron para compensar la caída de generación y no para gestionar la tensión".
Asimismo, el informe dice que el Operador del Sistema reclamó la disponibilidad de una central capaz de contribuir a regular la tensión, "pero fue técnicamente imposible que lo hiciera antes del colapso".
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