La compra de Escribano Mechanical & Engineering (EM&E) por parte de Indra cada vez está más caliente, incluso a pesar de las divisiones internas. Este jueves el consejo de administración de Indra aprobó la creación de una comisión integrada por expertos independientes para analizar el conflicto de interés que supone, en una reunión en la que una de las consejeras contrarias a dar el visto bueno presentó su dimisión por "motivos personales". Pero todo indica que los apoyos son suficientes para que el movimiento acabe recibiendo la luz verde.
De concretarse, la fusión supondría otro paso importante en la escalada de los hermanos Ángel y Javier Escribano en Indra, que actualmente ejercen como presidente ejecutivo y consejero de la empresa, respectivamente. En poco tiempo, ambos han logrado convertirse en accionistas de peso y hacerse con asientos privilegiados dentro de una compañía destinada a convertirse en el campeón nacional de defensa de España. Pero ahora, la adquisición de la empresa familiar que tienen en propiedad a partes iguales sería el empujón definitivo.
De entrada, la compra de (EM&E) supondría que los Escribano se podrían convertir en los máximos accionistas de Indra, superando a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), el vehículo inversor del Gobierno, que actualmente posee el 28% de los títulos. Algo que ocurriría si la operación se estructura mediante un canje de acciones y se cierra por una suma cercana a los 1.500 millones, como se prevé.
Antonio Castelo, analista de iBroker, explica los cálculos. Con una capitalización de mercado de Indra de unos 6.900 millones de euros, y teniendo en cuenta que actualmente EM&E posee el 14,3% de las acciones (equivalente a 986,7 millones de euros), si la compra se efectúa por los 1.500 millones previstos la familia Escribano pasaría a controlar exactamente el 29,60% de Indra.
Javier Hombría, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles, destaca que el porcentaje de acciones definitivo dependerá de si se utiliza una ampliación de capital o una combinación de mecanismos, pero en cualquier caso apunta que estaríamos ante un cambio relevante en el equilibrio accionarial. Y en ese sentido, recuerda que si el total de acciones de los Escribano superara el 30%, estarían obligados por ley a lanzar una OPA sobre el 100% del capital de Indra, salvo que la CNMV conceda una exención. "No es un umbral simbólico, sino una frontera regulatoria con implicaciones de control efectivo que exige máxima transparencia", argumenta el experto.
Una ascensión meteórica
Los Escribano irrumpieron en el accionariado de Indra en mayo de 2023, cuando se hicieron con el 3,4% de la compañía. Seis meses después escalaron ese porcentaje hasta el 8%, convirtiéndose en el segundo accionista con más peso después de la SEPI. Y finalmente, en diciembre de 2024 volvieron a comprar otro paquete de títulos que les situó en el 14,3 % actual. Un mes y medio después, Ángel Escribano fue nombrado presidente de Indra.
En ese camino, los hermanos invirtieron unos 366 millones en acciones de la compañía. Pero esa participación tiene actualmente un valor que supera los 960 millones. En otras palabras: en poco más de dos años desde su primer movimiento, han conseguido unas plusvalías latentes de casi 600 millones.
El momento para efectuar todos estos movimientos ha sido idóneo. En lo que llevamos de 2025 Indra se ha revalorizado en bolsa un 120%, al calor del plan de rearme que Europa ha activado y de la apuesta del Gobierno por convertirla en la empresa tractora de todo el ecosistema de defensa español. EM&E, por su parte, acaba de presentar sus cuentas del año 2024, donde registró un beneficio neto de 112,56 millones de euros (un 1.170% más) y unos ingresos de 355,25 millones (un 209,58% más).
¿Cuánto vale EM&E?
Como explica Castelo, la cantidad que Indra pagará por EM&E ha sido desde el principio otro de los puntos más polémicos de la operación, más allá del conflicto de intereses evidente que supone. Las estimaciones hablaban al principio de un precio entre los 1.000 y los 1.500 millones, pero con el paso del tiempo parece que la cifra final estará más cerca de la segunda.
¿Es realista pagar 1.500 millones por EM&E? Según Castelo, de entrada parece una valoración "ambiciosa y exigente". Es cierto que en los últimos años EM&E ha tenido un crecimiento enorme, y actualmente el contexto geopolítico mundial ha puesto a las compañías de defensa en la cresta de la ola. Pero hay que echarle un ojo a los múltiplos.
Por facturación, explica Castelo, si Escribano proyecta 400 millones de euros en
2025, 1.500 millones implicaría un múltiplo de 3.75x ventas (EV/Ventas). "Para una empresa de defensa con alta tecnología y crecimiento, esto puede ser aceptable, aunque en el rango alto", desliza el analista.
En cuanto al EBITDA, no tenemos la cifra exacta para 2025, pero sabemos que el beneficio se ha multiplicado, por lo que se puede estimar un margen EBITDA robusto para defensa. "Un múltiplo de EV/EBITDA en el rango de 10x a 15x o incluso más podría justificarse para empresas con alto crecimiento y rentabilidad en el sector. Si su EBITDA fuera, por ejemplo, de 100-150 millones, 1.500 millones implicaría múltiplos de 10x a 15x", ilustra el experto.
En esa línea, apunta que las empresas de defensa suelen negociarse con primas debido a la estabilidad de la demanda, los contratos a largo plazo y las barreras de entrada. Sin embargo, 1.500 millones es una cifra que "ya está en la parte alta de lo que se pagaría por una empresa" de ese tamaño, incluso con su proyección de crecimiento.
A favor de la adquisición jugarían las sinergias estratégicas que EM&E podría aportar a Indra (integración vertical, acceso a nuevas tecnologías, ampliación de la cartera de productos, etc), que podrían justificar pagar algo más, porque ayudarían a que el grupo se posicionara mejor como contratista. En contra, sin embargo, jugaría el hecho de que los Escribano ya sean accionistas relevantes de Indra y uno de ellos sea su presidente.
Para Castelo, la conclusión es que, si bien 1.500 millones de euros es una valoración exigente, no es "irrealista". "Sin embargo, el riesgo de sobrepago es palpable, y el precio final será crucial para determinar si la operación resulta en un éxito para los accionistas de Indra a largo plazo o si genera una dilución de valor inicial que tardará años en recuperarse. La tensión en el consejo de administración refleja precisamente esta delicada balanza entre la ambición estratégica y la disciplina financiera", valora.
Hombría concuerda en que con los múltiplos en la mano los 1.500 millones estarían dentro del rango alto pero razonable en el sector defensa europeo. Ahora bien, en ausencia de cuentas auditadas y sin acceso a proyecciones detalladas, asegura que no es posible evaluar con precisión la sostenibilidad de esos resultados. "El mercado debería exigir una valoración independiente y un proceso transparente para proteger los intereses de todos los accionistas, en particular los minoritarios", zanja.
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