Es una suerte de ‘rescate’ que la Unión Europea pagará en energía a Estados Unidos los próximos tres años: 750.000 millones de dólares. Es el pago por ‘liberarle’ de una presión arancelaria mayor con la que inicialmente amenazó el Gobierno Trump. Finalmente, a cambio de abonar el ‘rescate’ energético, la UE ha accedido a pactar lo que, en términos generales, supondrá ‘sólo’ un recargo del 15% -el punto de partida fue del 30%- para las exportaciones de productos europeos a los Estados Unidos. En gran medida, esos 687.000 millones de euros en productos energéticos, -fundamentalmente gas, además de petróleo y energía nuclear- supondrán disparar aún más las ya elevadas compras de gas natural licuado (GNL) a EEUU que lleva a cabo la UE y España.

Según Eurostat, el año pasado los 27 países de la UE compraron 375.900 millones de euros en “productos energéticos” a EEUU. En los últimos meses, la estrategia de ir reduciendo la compra de gas ruso ha ido traduciéndose en más importaciones de gas estadounidense. El viraje ha sido tal que en meses como marzo de este año, la UE registró un porcentaje de importación de GNL de EEUU que representó el 77% del total adquirido en el exterior de la Unión.

Para España el acuerdo suscrito por Úrsula Von der Layen supondrá disparar aún más la alta dependencia energética que nuestro país ya tenía con el mercado estadounidense. A falta de conocer los detalles que este compromiso de compras energéticas millonarias tendrá para cada Estado, España ya importa casi la mitad de su GNL desde los EEUU. Según datos del último boletín de Enagás, entre enero y junio de este año nuestro país adquirió el 45,4% del GNL a suministradores de los EEUU. En total fueron 59.249 GWh. Supone más del doble del gas licuado que se ha comprado al mercado ruso en los seis primeros meses del año. En ese mismo periodo sólo el 20% del total del GNL procedía del mercado ruso.

“En realidad, este acuerdo tiene más un valor simbólico y estratégico que táctico”, asegura Antonio Aceituno, CEO de la consultora Tempos Energía. Recuerda que con los altos porcentajes de importación procedente de los EEUU se “consolida una alianza que ya está activa y que ha convertido a Europa en el socio casi exclusivo en materia de GNL de los EEUU, desplazando al mercado asiático”. Este experto en energía señala que en la práctica lo que hace el pacto es “blindar” una colaboración que aportará garantía de suministro a la UE y un “récord de exportaciones” a los EEUU.

Menor demanda y tensión en el mercado

El mayor peso en el mercado que adquirirán los EEUU no cree que se traduzca en un incremento del precio, no al menos a corto plazo. Subraya que el mercado global se ha visto condicionado por la reducción de consumo de GNL por parte de China “que ha caído un 22%, restando así tensión al mercado”: “Además, las reservas de gas avanzan con fuerza. Desde el 1 de abril se inyectan 315 millones de m3 diarios, un 18% más que el ritmo de los últimos cinco años”, apunta Aceituno. El Ceo de Tempos Energía también apunta que el acuerdo llega en un momento en el que el consumo de gas en la UE se ha reducido un 10% desde 2021 y se prevé que lo haga otro 7% en el próximo lustro: “Una reducción fruto de la transformación del mix energético que da más peso a las energías renovables”.

El peso del gas licuado es cada vez mayor. Sólo entre el año pasado y el actual ha pasado de representar el 60% del total al 68%. Precisamente el acuerdo con los EEUU se ha querido presentar como una vía para reducir la compra de gas a Rusia, una reducción que ya es evidente en toda Europa y que el pacto ahora alcanzado con Trump supone un revés importante para los intereses de las compañías rusas. En España la llegada de gas ruso también se ha visto significativamente reducida este año. En los seis primeros meses del año hemos importado la mitad de gas ruso que procedente de los EEUU.  

El acuerdo alcanzado por Trump sobrevolaba desde hacía meses. Hacía tiempo que desde los distintos sectores energéticos se alertaba de la posibilidad de que Trump empleara a los productos energéticos como munición negociadora en el pulso arancelario que ha iniciado. El resultado de la negociación ha dado como resultado la firma de compromisos millonarios de compras de energía a los EEUU.

EEUU ya es el primer productor mundial de GNL. En campaña electoral Trump prometió que reforzaría el peso de los EEUU en los mercados del gas y el petróleo e incluso señaló que apostaría por impulsar el fracking como técnica de extracción de gas. En una primera fase se planteó que EEUU podría reclamar a la UE compras por un montante de 350.000 millones de dólares, cantidad que finalmente se ha duplicado para los próximos tres años, a razón de 250.000 millones de dólares anuales. Supone un aumento relevante si se tiene en cuenta que sólo el año pasado la UE compró productos energéticos por valor de 375.900 millones de euros.

Llegada de metaneros de EEUU

El ‘gas de Trump’ llega a Europa y España a través de barcos metaneros que a su vez descargan el GNL para su posterior tratamiento en los puertos con plantas regasificadoras. El año pasado llegaron hasta ellos 47 metaneros procedentes de EEUU y está previsto que este año esa cantidad pueda aumentar. En España, Barcelona, Huelva, Cartagena, Bilbao, Mugardos y Sagunto son los seis puertos con capacidad para recepcionar este tipo de buques.    

En nuestro país la dependencia del gas y el petróleo que procede de los Estados Unidos se ha disparado en los últimos años. Cuando en los hogares, comercios e industrias españolas se enciende la calefacción, el agua caliente o la cocina a gas lo hacen, en gran medida, gracias a un suministro energético llegado en barco desde los EEUU. Pese a ser el principal no es el único gas que consumimos. En España el gas que se suministra procede de 14 países. Además de Argelia, Rusia y EEUU, en la lista se incluyen proveedores menores como Qatar, Congo, Angola, Nigeria, Noruega o Trinidad.

Otro de los elementos que cuestionan desde el sector es el riesgo de caer ahora en otra dependencia. Hasta antes de la invasión de Ucrania la dependencia de Rusia demostró que era un lastre del que había que desengancharse, que Europa debía ganar mayor autonomía energética. A todo ello se suma no sólo la incapacidad de almacenamiento de Europa en esos volúmenes sino el impacto que tendría sobre otros proveedores con los que ya existen contratos a largo plazo.

Otro elemento se une a la llamada a la cautela: la continuidad de la reducción en la demanda los próximos años. La apuesta europea y española por las energías renovables arrincona cada vez más el uso de energías fósiles como el gas. Pese a que por el momento sigue teniendo un peso determinante en el ‘mix energético’ español, la previsión es que en los próximos años la demanda de gas vaya reduciéndose. En el mix energético español las renovables representan ya el 56,7% del total de la energía generada. El gas sigue estando muy presente. Sólo los ciclos combinados que emplean gas supusieron el año pasado el 13,6% del total. En el conjunto de la UE, el mix energético incluye un 16% de gas y un peso de las energías renovables en su conjunto del 48%, además de un 24% de la energía nuclear y un 28% del conjunto de energías fósiles.