El jueves y el viernes de esta semana el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el canciller de Alemania, Friedrich Merz, tenían agendadas dos importantes citas. La primera de ellas tuvo lugar anoche, cuando ambos cenaron en el fuerte de Brégançon, residencia oficial de vacaciones de los jefes de Estado franceses en la costa mediterránea. Y la segunda tendrá lugar hoy muy cerca de allí, en la ciudad francesa de Tolón, donde se reunirá el Consejo Franco-Alemán de Seguridad y Defensa, creado este mismo año. 

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Sobre la mesa Macron y Merz tienen varios temas importantes sobre los que discutir, como el papel de sus países en el rearme europeo o la necesidad de dar garantías a Ucrania en caso de alcanzar una tregua con Rusia. Pero, más allá de abordar esas cuestiones, los dos mandatarios se van a ver las caras en un momento especialmente tenso para el Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS). 

El programa del FCAS plantea la creación de un ecosistema de combate aéreo totalmente interconectado, en el que convivan aviones, drones y sistemas de red. Dentro de esa arquitectura, un elemento central es el desarrollo de un caza de sexta generación destinado a reemplazar a los actuales Rafale franceses y a los Eurofighter Typhoon alemanes y españoles. 

Se trata del proyecto militar más caro de Europa -su coste es de al menos 100.000 millones de euros- y está liderado por tres compañías: la francesa Dassault Aviation, la alemana Airbus Defence and Space y la española Indra. Pero todo está en el aire porque el Gobierno francés quiere aumentar su protagonismo. En concreto, quiere encargarse del 80% del programa del nuevo caza, en detrimento de Alemania y España. Si no lo consiguen, los franceses amenazan incluso con abandonar el barco e ir por libre, trabajando en solitario para mejorar sus cazas Rafale.

El presidente francés Emmanuel Macron (derecha) y el canciller alemán Friedrich Merz emiten una declaración conjunta antes de una cena de trabajo en el Fuerte de Brégançon, en Bormes-les-Mimosas (Francia), el 28 de agosto de 2025, en vísperas de una reunión del gabinete franco-alemán. EFE

Para España este asunto pone en riesgo una inversión millonaria, y es que nuestro país ya comprometió 2.500 millones como primer paso. Pero lo cierto es que la principal batalla se está librando entre alemanes y franceses. Esta misma semana Reuters publicaba un artículo que explicaba que el Ministerio de Defensa alemán culpa directamente a la industria francesa del bloqueo del programa al exigir el liderazgo exclusivo del proyecto.

La agencia británica tuvo acceso a un documento, enviado el pasado viernes a los miembros de la Comisión de Presupuesto del Parlamento alemán, en el que el ministerio advierte de "graves consecuencias para las capacidades del futuro avión de combate y para la participación de la industria alemana si se otorgan concesiones a la industria francesa". Algo que también podría aplicarse a España. 

En el mismo documento, Berlín defiende que la solución a esta lucha interna debe alcanzarse antes de que acabe el año. Algo que contradice el calendario marcado anteriormente, que estipulaba que Merz y Macron debían llegar a un acuerdo este mismo viernes. "Si en Tolón no se decide entrar en la fase 2 del proyecto, todo se complicará aún más. Cuanto más se demore una decisión, más irrealista será la implementación del FCAS", declaró recientemente Christoph Schmid, miembro del Comité de Defensa del Parlamento alemán.

En medio de este clima, este jueves el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, propuso una reunión a tres bandas con sus homólogos francés y español en octubre para tratar este asunto, afirmando que todos deberán "dejar de lado sus intereses nacionales" y que están "condenados" al éxito. "Necesitamos este proyecto", aseveró Pistorius antes de reunirse con Margarita Robles en Berlín.

En esa misma línea, el ministro alemán declaró que durante el cuarto trimestre del año deben decidir si el proyecto avanza a la siguiente fase, y aprovechó para arremeter de manera indirecta contra Francia, deslizando que "los contratos se firman para su cumplimiento, y si se desean cambios, estos solo serán posibles tras nuevas negociaciones entre los socios". Algo que demuestra que el Elíseo solo podría salirse con la suya si Alemania y España ceden. Robles, por su parte, se mostró convencida de que "hoy en día todos los países tienen que trabajar conjuntamente" y defendió que "este programa esencial tiene que seguir".

La rebeldía de Francia y el posible impacto para España

La rebeldía de Francia no es nueva. En su día el país galo ya abandonó el consorcio formado para desarrollar el Eurofighter Typhoon, alegando discrepancias en su diseño y desarrollo. En su lugar, los franceses optaron por trabajar en su propio caza, el Dassault Rafale.

En el marco del FCAS, las presiones de París también vienen de lejos. De hecho, entre el verano de 2021 y diciembre de 2022, el programa se paralizó por las pretensiones de Francia de ganar protagonismo, aunque finalmente Airbus y Dassault lograron desbloquear la situación y reactivar el proyecto.

La ministra de Defensa española, Margarita Robles (izquierda), y el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, se miran durante una rueda de prensa en el Ministerio de Defensa en Berlín, Alemania, el 28 de agosto de 2025. EFE

Esta vez, sin embargo, las fuentes consultadas admiten que el asunto ha tomado más peso. A expensas de cómo se resuelve la situación, de momento el FCAS se encuentra en la fase de desarrollo 1B, que arrancó en diciembre de 2022 y tiene una duración prevista de tres años antes de pasar a la fase 2.

Hace unas semanas, diversas fuentes de la industria española ya expresaron su preocupación en este periódico acerca de este asunto, poniendo el foco en las inversiones realizadas y en el futuro de los centros de trabajo y de empleo, que es de alto valor añadido. "Las tiranteces, los posibles retrasos y la hipotética salida de Francia lo ponen todo en el aire", sostenían.

Por si fuera poco, hace un par de semanas se supo que España descartaba la opción de comprar aviones F-35 por ser de fabricación estadounidense, alegando la necesidad de dirigir las inversiones hacia Europa en un momento geopolítico como este. "Sin duda, el futuro pasa por el FCAS, que ayudaría a aumentar el protagonismo de la industria aeroespacial española, nos convertiría en socio de primer orden y nos ayudaría a contar con nueva tecnología", incidían las mismas fuentes.

No obstante, mientras Reino Unido, Italia y Japón continúan avanzando en su propia alternativa para desarrollar un caza de sexta generación, el GCAP (Global Combat Air Programme), y Suecia está haciendo lo mismo por su cuenta bajo el mando de Saab, fuentes oficiales de Airbus Defence and Space aseguraron a El Independiente que quieren que el FCAS "siga adelante y funcione con eficacia". Para ello, según explican, están elaborando una propuesta que demuestre que están "totalmente comprometidos" con la entrada en la fase 2, y que esperan que a lo largo del 2026 puedan empezar a firmar contratos con los clientes.






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