El promedio anual de las compras de oro realizadas por los bancos centrales entre 2010 y 2020 fue de 471,5 toneladas. Sin embargo, desde 2022 las compras han rebasado las 1.000 toneladas: 1080 en 2022, 1050,8 en 2023 y 1089,4 en 2024, según el Consejo Mundial del Oro. Un alza que más que duplica el promedio registrado por los bancos centrales en la década anterior y que explica por qué el oro se ha revalorizado un 118,6% desde 2022, alcanzando la marca histórica de los 4.000 dólares este miércoles.
El oro sigue actuando como un activo refugio al que acogerse en tiempos de incertidumbre económica y geopolítica. Tras la crisis sanitaria y la guerra en Ucrania, se dispararon la inflación y las sanciones financieras hacia Rusia. Este último aspecto marcó un punto de inflexión. Occidente congeló cerca de 300.000 millones de dólares en reservas rusas depositadas en bancos y activos extranjeros por su invasión en Ucrania. Desde entonces, los bancos centrales han comprado oro masivamente para reforzar su soberanía monetaria frente a un orden global cada vez más fragmentado.
Los principales compradores han sido los bancos centrales de China (350,4 toneladas), Polonia (284,4 t), Turquía (241 t) e India (125,7 t). Entre los cuatro concentran el 28% de todas las adquisiciones realizadas entre enero de 2022 y junio de 2025. A modo de referencia, España mantiene 281,6 toneladas en sus reservas, prácticamente la misma cantidad que Polonia ha adquirido en apenas tres años.
2025: se suman los inversores al rally
Esta búsqueda de autonomía se ha intensificado en 2025, un año marcado por la guerra arancelaria impulsada por Donald Trump, el conflicto palestino-israelí y el avance de la desdolarización. De esta forma, la creciente inestabilidad internacional ha disparado la demanda del metal y, con ella, su valor.
El precio de la onza, que a pricipios de año se situaba en los 2.607 dólares, escaló hasta los 3.000 dólares en marzo y en la madrugada de este miércoles ha alcanzado los 4.000. Una revalorización del 53% que encamina al oro a cerrar su mejor ejercicio desde 1979. Este alza se ha apoyado nuevamente en las compras masivas de los bancos centrales, que durante el primer semestre sumaron 415,1 toneladas, aunque con un ligero cambio en el perfil de los compradores respecto a los últimos tres años.
Se han sumado los inversores, que han reforzado significativamente la escalada del oro en los últimos trimestres. Desde 2021, sus compras se habían mantenido en el promedio de una 254 toneladas por trimestre. Sin embargo, desde el tercer trimestre de 2024 han intensificado su demanda hasta alcanzar las 551,2 toneladas en el primer trimestre de 2025 y las 477,2 en el segundo.
"Las personas compran oro para protegerse de la inflación y la devaluación causadas por las políticas expansivas de los bancos centrales", apunta Javier Cuervo, docente del grado de ADE en UNIE Universidad para este periódico. Una visión que comparte Daniel Marburguer, CEO de StoneX Bullion, quien subraya el papel conjunto de bancos centrales e inversores en este auge: “ambas fuerzas están en acción. Los bancos centrales crean las bases a largo plazo para la demanda, lo que transmite confianza en el oro como activo de reserva, mientras que los inversores amplifican ese impulso. Es precisamente esa dinámica la que estamos viendo ahora: las compras de los bancos centrales marcan la pauta y los inversores privados, siguen su ejemplo”.
¿Y el Banco Central Europeo?
Mientras buena parte de las economías emergentes refuerzan sus reservas de oro para reducir su dependencia del dólar, el Banco Central Europeo (BCE) y los bancos nacionales de la eurozona mantienen una estrategia distinta. "Ya poseen importantes reservas de oro, pero confían principalmente en la estabilidad del euro como su ancla”, explica Marburguer. Según el experto, esta confianza “ha sido la respuesta institucional de Europa: doblar la apuesta por el euro, confiando en su resiliencia a largo plazo antes que en activos tangibles como el oro”.
Pero el contexto económico ha puesto a prueba esa estrategia. Con el oro en máximos históricos, su peso en las reservas internacionales ya supera al del euro —20% frente al 16%, según el propio BCE—, un reflejo del menor apetito global por las divisas fiduciarias. “La pregunta es si esa confianza en el euro sigue justificada en un entorno de déficits persistentes y fragmentación política”, concluye el CEO de StoneX Bullion. Así, aunque Europa sigue viendo en su moneda común su principal reserva de valor, crece entre los inversores la percepción de que depender solo de ella resulta cada vez más arriesgado.
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