La opa fallida de BBVA sobre Sabadell ha agitado el avispero en el mercado nacional. El fracaso del intento de consolidación ha puesto el foco en entidades medianas, entre las que sobresale Unicaja. Sólida, rentable y con una base regional muy definida, tiene un accionariado que hace complicado un intento hostil de asalto como el perpetrado por Carlos Torres sobre la entidad de Josep Oliu. Esta última se defendió a capa y espada. Y logró ganar una importante batalla. Pero a medio plazo, la guerra continúa abierta.

De momento, en la entidad malagueña desechan toda posibilidad de operación corporativa. Al menos a corto plazo. La dirección que encabeza Isidro Rubiales ya dejó claro hace meses en la presentación anual de resultados que la hoja de ruta pasa por caminar en solitario y ejecutar el plan estratégico trazado hasta 2027.

"Tenemos la confianza y el apoyo de nuestros accionistas significativos y las fusiones y adquisiciones no están en nuestro mapa", añadió este mismo viernes en una conferencia con analistas el director financiero del banco, Pablo González. "Las fusiones no son fáciles. Desvían el foco del negocio. Tenemos suficiente escala y tamaño para centrarnos en nuestro propio negocio y desarrollar el pleno potencial de nuestras capacidades", agregó el ejecutivo.

Unicaja se anotó entre enero y septiembre un beneficio neto atribuido de 503 millones de euros, lo que supone un incremento del 11,5% y alcanzar el objetivo de todo el año fijado en su plan estratégico. Por tanto, no es un banco que necesite buscar refugio en un grupo mayor. Su posición de solvencia, su cartera hipotecaria de bajo riesgo y su fuerte arraigo en Andalucía, Castilla y León y Asturias le permiten operar de forma cómoda.

Pero la entidad con sede en Málaga lleva meses en la palestra de cara a un posible proceso de concentración como una pieza atractiva para aquel que quiera ganar escala o complementar su red comercial.

Eso sí, la llave de cualquier operación está en su propio accionariado. A diferencia de lo que le ocurrió a Oliu, la Fundación Bancaria Unicaja controla alrededor del 31% del capital, lo que le otorga un papel decisivo. Cualquier comprador debería contar con su beneplácito. El resto del capital está repartido entre grandes institucionales como Norges Bank, Vanguard y la aseguradora Santalucía, y accionistas privados como el empresario Tomás Olivo con algo más del 9% o los dueños de Mayoral, con más del 8%.

Y dado que una opa hostil tendría pocas probabilidades de prosperar, la clave pasaría por un acercamiento amistoso. Algunas casas de análisis creen que si Sabadell busca ahora aliados, la entidad malagueña sería perfecta para ampliar y vertebrar la red nacional del banco catalán. Consolidarán la cuarta entidad en España por detrás de CaixaBank, Santander y BBVA.

Durante esta semana de resultados, los principales ejecutivos de los grandes bancos han asegurado estar conformes con su tamaño en España y no buscar nuevas operaciones corporativas. Al menos, de momento. "No necesitamos hacer ninguna otra operación para crecer", dijo el consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar. Por su parte, BBVA quiere "pasar página" de la opa. "Después de la experiencia que hemos tenido, creo que es muy justo que nos centremos únicamente en el crecimiento orgánico", explicó el jueves su CEO, Onur Genç. Desde Santander, su consejero delegado Héctor Grisi también descartó salir de compras. "No sentimos ninguna necesidad de acometer una adquisición en España. El negocio es fuerte y tiene escala para competir", aseguró el miércoles.

El que no se ha pronunciado es el Sabadell, que presentará resultados el próximo 13 de noviembre. Por el camino de la opa, la entidad de Oliu se ha hecho más pequeña tras colocar por 3.000 millones al Santander su filial británica TSB como mecanismo de defensa frente al asedio de la entidad vasca. Lo cierto es que en el pasado ya hubo conversaciones informales de cara a un acercamiento. La clave es si se volverán a reactivar, en qué plazo y, sobre todo, a qué precio.