Es un objetivo que parece no ir con ellos. Una realidad que avanza cada vez más pero en la inmensa mayoría de los casos no por su impulso sino por el de empresas y otros niveles de la  Administración. Los ayuntamientos españoles parecen ‘pasar’ de la movilidad eléctrica o al menos no la están priorizando. El sector constata que existen dificultades y pocos incentivos para instalar puntos de recarga en nuestro municipios y ciudades. Además de no facilitar bonificaciones o incentivos, en muchos casos la dificultad radica en dificultades y retrasos en los procesos de autorización o en negativas para su instalación.

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Actualmente apenas uno de cada cinco consistorios aplica algún tipo de bonificación fiscal a quienes promuevan la instalación, tanto de uso particular como pública, de puntos de recarga para vehículos eléctricos. La evolución de la red de recarga en nuestro país progresa de modo lento, pero lo hace más aún en los espacios urbanos. Si bien las principales redes y carreteras disponen ya de un ‘mapa’ importante de centros de recarga, los cascos urbanos de pueblos y ciudades continúan careciendo de una oferta significativa. Ha dejado de ser extraordinario ver puntos de recarga eléctrica en las estaciones de servicio pero no así en las zonas residenciales o laborales de nuestras ciudades.

Un estudio elaborado por la Fundación Renovables y la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la movilidad Eléctrica (AEDIVE) revela que apenas el 18% de los consistorios contempla algún tipo de bonificaciones por la instalación de estos sistemas eléctricos de repostaje. Impuestos como el IBI, el ICIO o el IAE son la vía a través de la cual los consistorios más implicados con la electrificación de la movilidad en nuestro país se suman a su desarrollo.

En el caso del IBI, de los 800 municipios de más de 10.000 habitantes analizados apenas medio centenar aplica bonificación por instalar un punto de recarga. El coste medio de este tipo de instalaciones, de carga lenta –de entre 3,5 y 7 MW-, ronda los 1.800 euros. Municipios como Mataró destacan por recoger un descuento de hasta el 50% en el IBI durante 3 años, aplicable a la mitad del coste de la instalación. Junto a Mataró, otra veintena de localidades en Cataluña también tienen recogida una bonificación en este impuesto. En el resto de comunidades autónomas es mucho más excepcional. En Canarias o la Comunidad Valenciana apenas lo aplican media docena de ayuntamientos, en Euskadi 5 y en Andalucía sólo 4.

"No lo ven como una necesidad"

Según estimaciones de AEDIVE los puntos de recarga de carácter residencial o particular en España sondan los 165.000, a los que habría que añadir los cargadores privados en empresas, parkings de acceso público y sector terciario. A todos ellos se suman los puntos de recarga de acceso público de toda la red de carreteras, con lo que se alcanzaría los algo más de 48.000 en toda España.

En el caso de otro impuesto, el ICIO, que se aplica a las construcciones instalaciones y obras, el porcentaje de ayuntamientos que lo contempla se eleva al 10%. En este estudio se han identificado 81 localidades, con casos como Marbella con una bonificación del 90%. También en este caso Cataluña está a la cabeza, con cerca de una treintena de ayuntamientos que bonifican el ICIO, una decena en Andalucía, 8 en la Comunidad Valenciana y apenas 7 en Madrid.

Por último, el Impuesto de Actividades Económicas (IAE) es la tercera de las vías de bonificación. Sólo se ha encontrado en 19 de los 800 ayuntamientos analizados. En casos como los de Zarautz, en Gipuzkoa, la bonificación puede alcanzar hasta el 50% del IAE y suponer un ahorro de 645 euros al año por la instalación de un punto de recarga lenta, con lo que su amortización se alcanzaría pasado apenas dos años.

“En España es llamativo que muchos ayuntamientos trabajan bien aspectos como las zonas de bajas emisiones, los carriles bici, las peatonalizaciones pero luego en las zonas residenciales o de trabajo no hay puntos de recarga eléctrica”, asegura Carlos Carmona, miembro de Qwello, empresa multinacional especializada en la instalación de puntos de recarga en municipios y ciudades. Considera que los incentivos fiscales pueden ayudar, pero no siempre son lo más necesario: “En muchos casos lo que hace más falta es suprimir burocracia y facilitar los permisos para instalar estos puntos”.

Sin ordenanzas específicas

Carmona asegura que aún en España muchos consistorios no lo ven “como una necesidad, ni como una demanda”: “Es evidente que lo que necesitamos es avanzar en una red de recarga de proximidad, cercana a las zonas residenciales, como ocurre en muchos países”, señala. Qwello ha instalado más de 16.000 puntos de recarga urbanos en 600 ciudades de ocho países, “y te das cuenta de la diferencia con la que se está avanzando en otros países”: “En Holanda, por ejemplo, basta que un grupo de vecinos lo solicite para que se autorice su instalación. Son aspectos regulados con ordenanzas, como aquí se hace con las terrazas o los ‘kioskos’, pero aún nos queda dar más pasos en España”.  

Uno de los últimos ejemplos de que la demanda existe si se identifica bien las localizaciones es lo sucedido en la Universidad Autónoma de Madrid, donde Qwello ha instalado una zona con 40 puntos de recarga y el ratio de uso alcanza el 40%, un porcentaje de utilización muy superior a la media de puntos de recarga: “Los estudiantes y trabajadores lo dejan cargando mientras acuden a estudiar o trabajar. Eso mismo se puede hacer en muchos lugares de la ciudad”.

Actualmente los procesos para la instalación pueden llevarse a cabo bien mediante licitaciones para la adjudicación de parcelas o a través de concesiones municipales de uso por un periodo, “y las empresas nos encargamos de instalar e invertir”: “Son puntos de recarga sencillos y de fácil instalación. Muchas veces es más un problema de voluntad del ayuntamiento que no lo ve como una demanda a cubrir. Existe aún en el imaginario colectivo esa idea de que son puntos para repostar, una suerte de gasolineras, pero no lo son. Un coche eléctrico no necesita recargar completamente, ni todos los días. Es otro concepto”.           

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