La Organización Internacional del Trabajo (OIT) se ha mostrado contundente en sus conclusiones sobre la mala situación a la que se deberán enfrentar los trabajadores autónomos de todo el mundo debido a la pandemia. Estas se encuentran recogidas en el “Observatorio del a OIT: El Covid-19 y el mundo del trabajo. Tercera Edición. Estimaciones actualizadas y análisis”, publicado recientemente.

Entre los datos que transmiten la magnitud del problema destacan que el 81% de los empleadores y el 66% de los autónomos a nivel mundial se encuentran en países que han tenido que cerrar sus negocios a causa de estados de alarma o similares medidas obligatorias, dependiendo del país.

Este cierre, tal y como mencionan, hará que muchos de los empresarios o trabajadores por cuenta propia se vean contra las cuerdas. Ya no solamente planteando el medio o largo plazo, si la recuperación es lenta como se teme, sino atendiendo a unas reanudaciones de actividad por tramos y sin haber facturado durante semanas. Un problema que se traducirá, de forma muy probable, en el cierre definitivo de muchos de ellos.

La situación será aún más compleja para aquellos sectores que se están viendo más afectados por la crisis. Estos son la hostelería y restauración, la industria manufacturera, el comercio, las actividades inmobiliarias y actividades comerciales. Los gobiernos de los distintos países deben centrarse en agilizar las soluciones que puedan ayudar a todos los autónomos pero, en especial, a los pequeñas empresas y profesionales dedicados a esos sectores.

Sectores más vulnerables tras la pandemia

Para explicar la vulnerabilidad en la que se encuentran estas actividades, la OIT aporta otros datos que resultan muy preocupantes. Así, un total de 436 millones de empresas del mundo trabajan en esos cuatro sectores mencionados. La mayoría (389 millones) son trabajadores por cuenta propia y, el resto, los empleadores, suponen más de la mitad de empleadores existentes a nivel mundial.

Atendiendo a cada uno de estos sectores, el comercio es el que tiene un mayor impacto. No en vano, 232 millones de estas empresas se dedican al comercio al por mayor o por menor. La industria manufacturera sería el siguiente, con 111 millones; la hostelería y restauración suman 51 millones y, por último, las actividades inmobiliarias y otras actividades comerciales suponen un total de 42 millones.

Según este análisis, las peores consecuencias serán para los países en los que los ingresos son bajos o medios-bajos. Esto se debe, especialmente, a que suelen ser entornos en los que las condiciones para alcanzar financiaciones o créditos también son más complejas, por lo que muchos de estos empresarios se ven, en momentos como el actual, muy desprotegidos.

¿Qué medidas tomar para impulsar la economía?

Desde la OIT señalan, por tanto, una serie de medidas que los gobiernos de todos los países (sobre todo estos con ingresos más bajos) deberían llevar a cabo para tratar de revertir, en la medida de lo posible, la hecatombe. Conviene destacar que este tipo de negocios suponen más del 30% del PIB por término medio por lo que, una protección social apropiada, no solo las ayudará a ellas, también a la economía global.

En este sentido las agilizaciones y simplificaciones de trámites para poder conseguir las prestaciones o ayudas que cada ejecutivo haya puesto en marcha serán algo primordial.

De la misma forma, se debe tener en cuenta la sintetización a la hora de conseguir financiación, como en el acceso a préstamos o créditos. Además, y centrándose en las empresas de menor tamaño, la Organización Internacional del Trabajo, propone la utilización de instituciones financieras semiformales y la microfinanza para ser capaces de cubrir las necesidades de estos profesionales afectados.