Pedro Sánchez ha optado por imponer un tiempo de espera tras las elecciones del 23J. El líder del PSOE se ha ido de vacaciones esta semana, como la mayoría de sus ministros, mientras los independentistas le exigen que mueva ficha para abrir las negociaciones. Aunque unos apremian más que otros. ERC tiene prisa, consciente del coste que supone para ellos el protagonismo de Carles Puigdemont y preocupada por la posibilidad de un adelanto electoral.

En Junts, por contra, manejan los tiempos disfrutando de su nueva centralidad. Especialmente Puigdemont y su entorno. Prueba de ello es la prisa de los republicanos por fijar la composición de su equipo negociador, mientras el secretario general de JxCat, Jordi Turull, emulaba a Sánchez y partía el martes 25 camino a Brasil.

Los dos partidos independentistas coinciden, sin embargo, en una cosa: el "exilio" determinará el futuro de Pedro Sánchez. Ese grupo de huidos de la justicia española liderado por Puigdemont, del que forman parte también Toni Comín o Clara Ponsatí, al que el Gobierno ha intentado ningunear durante esta legislatura mientras trabajaban para socavar la imagen de España en las instituciones europeas desde Bruselas, y ante la ONU en Ginebra.

Rovira, la batuta de ERC desde Suiza

En el caso de ERC, su secretaria general, Marta Rovira, marcará la pauta de las "negociaciones políticas" tanto con el PSOE como con Junts para la investidura. Fugada a Suiza desde primavera de 2018, cuando el Tribunal Supremo la citó en la causa del procés como miembro destacado del estado Mayor del 1-O, Rovira ha sido la némesis de Puigdemont en Esquerra.

Los diputados Gabriel Rufián y Teresa Jordà serán los encargados de gestionar las negociaciones para la constitución del Congreso, la elección de la Mesa y la constitución del Grupo Republicano. Pero la "negociación política" no estará, esta vez, en manos de Rufián. Rovira y Josep Maria Jové serán las cabezas visibles de esa negociación.

Pese a su "exilio" suizo Rovira conserva un gran ascendente sobre las bases republicanas y un fuerte control sobre el partido, en el que marca buena parte de la estrategia política. Rovira es además una de las dirigentes republicanas que conserva mejor relación con Puigdemont, con quien se ha reunido personalmente en Suiza en más de una ocasión. Y Esquerra está convencida de que necesita arrastrar a Junts a una negociación conjunta para dejar de sostener en solitario el coste político de los pactos con la izquierda española.

Desde Suiza Rovira habría sido, además, una de las responsables del movimiento Tsunami Democràtic que en 2019 bloqueó el Aeropuerto de El Prat y la AP-2 en la frontera con Francia en protesta por la sentencia del procès.

Negociar con Waterloo

Rovira fue también la responsable de establecer el primer contacto con JxCat tras las elecciones, vía su homólogo en este partido, Jordi Turull. De hecho, el diálogo con el secretario general de Junts arranca tras las municipales y la constatación, ya entonces, de la caída de voto independentista. Ambos dirigentes coincidieron entonces en la necesidad de "aprovechar la oportunidad histórica" que suponen los resultados del 23J para el independentismo.

Pero en Esquerra saben tan bien como en el PSOE que cualquier negociación tendrá que pasar, más pronto que tarde, por Waterloo. Ejemplo de ello es la reunión telemática mantenida el lunes por Puigdemont, Turull y el presidente del grupo de Junts en el Parlament, Albert Batet, narrada por La Vanguardia.

Un par de horas antes de la reunión de la Ejecutiva del partido, Puigdemont -que no ostenta ningún cargo orgánico desde el congreso que eligió a Laura Borràs como presidenta- daba órdenes de "mantener la posición" y no rebajar la exigencia de amnistía y autodeterminación para cualquier aproximación al PSOE. Cinco horas después del encuentro, la ejecutiva del partido confirmaba esa estrategia fijada por Puigdemont.

Puigdemont validará la decisión final de Junts, sea la que sea, y la aproximación al de Waterloo se hará necesariamente a través de su entorno: Comin en Bélgica; Turull, Batet y Josep Rius en Barcelona. Este último acumula la portavocía del partido y el papel de hombre de Puigdemont en el Ayuntamiento de Barcelona. Fue el nombre que impuso ex president en la lista de Xavier Trias, su voz más fiel en la ejecutiva del partido.

El poder de Puigdemont

Tras conocerse el resultado de las elecciones, Puigdemont y su entorno no ocultaban la satisfacción por volver al centro del debate político, con la vista en las portadas nacionales e internacionales que devolvían su nombre a los grandes titulares. No es para menos. Paradójicamente, desde que dejó la presidencia de JxCat Puigdemont ha recuperado cuotas de poder.

Fuentes del sector más pragmático del partido aseguran que Puigdemont "manda más con Turull de lo que lo hacía con Jordi Sánchez", pese a haber renunciado formalmente a la presidencia del partido. Turull, que se impuso como el más votado en el congreso celebrado por el partido en 2022, se defiende en privado argumentando que no quiere ser el secretario general con el que "se rompa el partido" con el temor a que Puigdemont busque acomodo en el nuevo partido que está tejiendo la Asamblea Nacional Catalana (ANC).

Puigdemont ya dejó claro ese poder el pasado septiembre, cuando inclinó la balanza en favor de la salida de Junts del Govern de la Generalitat, pese a la resistencia de buena parte del partido. En el último mes el ex president ha vuelto ha exhibir su poder vetando los acuerdos ya cerrados por la dirección de Junts para gobernar con el apoyo del PSC las diputaciones de Lleida y Tarragona.

Confrontación total

Tanto los alcaldes y cuadros locales como los ex consejeros del Govern o nombres de peso como Xavier Trias y Artur Mas habían abogado por cerrar pactos que reportaran a Junts algo de poder institucional. Pero se impuso la confrontación total contra el PSC-PSOE exigida por Puigdemont desde Waterloo.

De hecho, Puigdemont ya fue muy crítico con el apoyo de su partido, entonces bajo las siglas del PDeCat, a la moción de censura que expulsó a Mariano Rajoy de la Moncloa. La decisión la tomó la entonces secretaria general, Marta Pascal, que apenas permaneció unos meses más en el cargo. Los artífices, Jordi Xuclà y Carles Campuzano no volvieron a las listas de Junts al Congreso -de hecho Campuzano es ahora consejero del Govern de ERC-.

Con estos precedentes, Puigdemont disfruta ahora del recuperado protagonismo mediático con intervenciones casi diarias en las redes, con el Gobierno o la Justica en la diana. Como el tuit en el que ironizaba sobre la petición de la Fiscalía para que el juez Pablo Llarena curse la orden de busca y captura internacional en su contra, al día siguiente de las elecciones.

O el dardo lanzado este jueves al ministro Fernando Grande-Marlaska, al que acusaba este jueves "manipular la realidad y la historia" por no haber mencionado el dictamen del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de 2006 en el informe de justificación de los indultos a los condenados por el 1-O.

Mientras, voces como las de Mas o Trias siguen abogando por aprovechar la "oportunidad histórica" que han brindado las urnas. Pero otras, como Laura Borràs, advierten que "el problema, si acaso, lo tiene Pedro Sánchez si quiere ser presidente".

"¡Viva la tranquilidad de Pedro Sánchez!" exclama Borràs en el digital Vilaweb. "más tranquilos estamos nosotros. Quien aspire a ser presidente del Gobierno es quien debería estar nervioso. Si él está tranquilo, nosotros más". La negociación, por tanto, va para largo, por muchas prisas que se den en ERC, o Sumar, para designar negociadores.

El papel de Asens

El partido de Yolanda Díaz fue el primero en designar a su negociador, el ex líder de los Comunes en el Congreso, Jaume Asens. Una designación que sorprendió apenas dos meses después de que la misma dirección de Sumar hubiera descabalgado a Asens de la candidatura por Barcelona.

Asens fue escogido por su proximidad a Junts, precisamente el motivo aducido para sustituirlo por Aina Vidal, en un momento en que Sumar quería conseguir algo de protagonismo en una negociación en la que saben que no tendrán gran papel. Y el PSOE lo permitía, sin confirmar ni desmentir, para evitar se ellos quienes hacían la primera aproximación a Waterloo.

Pero desde Junts dejan claro que la única negociación válida será la que se haga con el PSOE -tampoco conceden ningún papel al PSC-. Asens tiene línea directa con Puigdemont y conserva una buena amistad con Comin, pero tienen claro que no puede hablar en nombre de los socialistas.