Es un cardenal que pone rostro a la apuesta por el diálogo interreligioso, una de las marcas de identidad del pontificado de Francisco, y uno de los nombres que han sonado como papable en estas dos últimas dos semanas. Almeriense y salesiano, el cardenal Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat, recela de tanta atención mediática. Teme que el resto de purpurados lo entiendan como una prueba de una ambición papal que, a sus 72 años, dice no tener.
Nacionalizado paraguayo, López Romero (Vélez-Rubio, 1952) pasó 18 años como misionero en el país latinoamericano. Había sido ordenado sacerdote en Barcelona en 1979. Fue nombrado cardenal en septiembre de 2019 por Bergoglio, al que le unía esa atención por la periferia de la Iglesia y por esos puentes entre credos, especialmente con la orilla sur del mediterráneo. “Considero que el legado que debe ser continuado no es el del Papa Francisco, sino el de Jesucristo, es decir, el Evangelio. Y el de la Iglesia, que es el evangelio vivido a lo largo de los siglos, la tradición, que no son las 'tradiciones' o lo que se vivió sólo en el siglo XIX, al que algunos parecen querer volver”, desliza el purpurado en conversación con El Independiente.
“Jesucristo y su Evangelio son nuestro norte y nuestra guía. Ahora bien, Francisco nos ha ayudado -yo, al menos, así lo he vivido y experimentado- a conectar con la fuente del Evangelio y con la más genuina y prístina tradición eclesial. Si damos continuidad a algunas de sus propuestas, no será por ser 'suyas, de Francisco', sino por ser evangélicas, eclesiales. El nuevo Papa deberá intentar seguir ayudándonos a mantener vivo y vigente el enlace, el nexo con el manantial del Evangelio y con la fuente de agua viva que es Cristo”, apunta el salesiano.
'No habrá paz en el mundo sin paz entre las religiones', dijo un famoso teólogo. Y no habrá paz entre las religiones sin diálogo entre ellas
El andaluz tiene un historial conectado con la iglesia de base y también con los más altos cargos. Fue asesor del Ministerio de Educación paraguayo, presidió la Conferencia de Religiosos del país y fundó la Asociación de Comunicadores Católicos. Ha dirigido, además, la comunidad salesiana de Kenitra (Marruecos), fue provincial en Bolivia y en 2014 fue nombrado responsable de la Inspectoría salesiana María Auxiliadora, con sede en Sevilla. Años después, en diciembre de 2017, el papa Francisco lo eligió arzobispo de Rabat.
“'No habrá paz en el mundo sin paz entre las religiones', dijo un famoso teólogo. Y no habrá paz entre las religiones sin diálogo entre ellas. Si partimos del ideal de la fraternidad universal, y de la convicción de fe de que Dios quiere que todos los hombres se salven; si consideramos que nuestra misión no es implantar y engrandecer la Iglesia sino anunciar y extender el Reino de Dios, ¿cómo no hacer todos los esfuerzos posibles pour hacer todo esto en unión con quienes profesan otra fe e incluso con toda persona de buena voluntad?”, se pregunta López Romero, en línea con la encíclica “Frateli tutti” con la que Francisco trazó puentes con el islam.
Un diálogo "irrenunciable"
“El diálogo interreligioso es irrenunciable; hoy la misión pasa por el diálogo, 'La Iglesia se hace conversación', decía ya magníficamente San Pablo VI en la extraordinaria encíclica (tan extraordinaria como olvidada) Ecclesiam Suam, en el ya lejano 1964. El impulso que el Papa Francisco ha dado a este diálogo se inscribe en el Concilio Vaticano II, en Juan XXIII y todos los papas que han seguido. ¿Podemos olvidar a Juan Pablo II y su encuentro interreligioso de oración en Asís? Se trata de un proceso ya de larga data que se ha hecho imprescindible y que no tiene marcha atrás”, arguye.
Un testimonio que quedó inmortalizado en el viaje que Francisco realizó a Rabat en marzo de 2019 y del que el español fue uno de los artífices. En aquel periplo el argentino rubricó con el rey Mohamed VI un llamamiento en el que instaron a preservar a Jerusalén como símbolo pacífico de la coexistencia entre todas las religiones.
Para el cardenal que entra en algunas de las quinielas sobre el futuro pontífice, el reto del próximo obispo de Roma es dar continuidad a la labor de reforma emprendida por Francisco. “El reto es siempre el mismo, para todos y siempre: 'Buscar primeramente el Reino de Dios y su justicia; lo demás se nos dará por añadidura'. Es la indicación de Jésus a sus discípulos. Y buscar el Reino de Dios quiere decir trabajar por la paz, la justicia y la libertad; e instaurar en el mundo un ambiente de verdad y de amor, en el que la vida sea respetada y promovida”, replica.
“El reto de la Iglesia no se encuentra en el seno de la propia Iglesia, en su organización, sino fuera de ella: en el mundo, en ese horizonte utópico movilizador que es el Reino. Francisco expresaba todo esto diciendo que la Iglesia no es 'autorreferencial', es decir, que no debe estar mirándose el ombligo todo el tiempo, sino alzando la cabeza hacia el horizonte del mundo al cual se debe como servidora”, concluye.