El líder del PP se ha planteado este 21 congreso nacional del PP como el "acto fundacional de un nuevo tiempo" que buscará que este periodo "sea un paréntesis en toda nuestra historia". Alberto Núñez Feijóo ha puesto las cartas boca arriba y respondido, precisamente, a lo que este cónclave parecía querer ocultar
Su objetivo es un gobierno en solitario, "estable sostenido en una mayoría parlamentaria desde el espacio de la centralidad", monocolor, con apoyos parlamentarios puntuales, sin cordones sanitarios a Vox "como quiere la izquierda. Sus votantes merecen un respeto y no estoy dispuesto a arrinconarles". Pero si bien con este PSOE es imposible pactar, "eso "no significa renunciar para siempre a que este país recupere los consensos" en los grandes temas de Estado. "La presidencia del Gobierno requiere grandeza", con el único cordón sanitario a Bildu. En definitiva, "sólo hay dos opciones Sánchez o yo, o Sánchez o nosotros".
Y al independentismo "no le voy a dar lo que no quiero y no puedo. No se me da bien someterme al independentismo porque siempre le hemos ganado en Galicia". Con ellos claridad y vigilancia. "Fuera de la ley y de la Constitución, nada" y vigilancia "porque no voy consentir más desafíos a nuestro pañis. Las minorías deben ser escuchadas y respetadas, pero no pueden marcar el rumbo de la nación sin persisten en destruir España".
Feijóo quiere "demostrar que España tiene solución", convencido de que esta vez, a diferencia del 23-J, "llegaremos, estoy convencido. Todo debe empezar por volver a la normalidad". El líder del PP ha desarrollado un discurso presidencial, con la visa puesta en Moncloa, y hasta aventurado cuáles serán sus primeras palabras en un hipotético debate de investidura "para declarar que el muro entre españoles, ya no existe, se acabó la pesadilla".
Feijóo ha desgranado un prolijo "yo acuso" contra Pedro Sánchez y su Gobierno, un "yo acuso de querer quebrar deliberadamente la convivencia entre los españoles para aprovecharse del enfrentamiento; de abandonar la centralidad y someter España a las minorías; de retorcer la Constitución y usar en su propio provecho quebrar el principio de legalidad; de trocear el Estado, las fronteras, la caja común, la política migratoria;, de colonizar la instituciones y de promover al desigualdad entre los ciudadanos", en definitiva de "reventar todos los consensos".
"Yo acuso, pero también me comprometo a gobernar con límites y principios y a recuperar el valor de la verdad, con un gobierno limpio, un gobierno de todos y no de parte. Los que no piensan como nosotros también merecen un gobierno decente".
De gobernar, Feijóo pondrá en marcha un plan de regeneración democrática destinado a "garantizar los contrapesos al poder", con prensa libre y jueces independientes, "sin comisarios políticos y sin votos cautivos". Incluso se ha comprometido a convocar elecciones "si presento los Presupuestos y no me los aprueban", también si pierde la mayoría parlamentaria. "No tengo ningún miedo a que la gente hable en las elecciones. No separaré a los españoles en buenos y malos".
Y ya yendo aún más lejos, ha presentado las que serán sus objetivos prioritarios en los primeros cien días de poder si llega al gobierno, con compromisos como la subida del salario mínimo interprofesional o el control de la inmigración ilegal, uno de los momentos más aplaudidos por los suyos. Aprobación de un Plan de Vivienda en el primer Consejo de Ministros; revisión de las 97 subidas de impuestos de Sánchez y bajarlos; volver a situar a la clase media "como el motor del país"; incrementar los médicos de familia; alcanzar un Pacto Nacional del Agua; reforzar la seguridad; clarificar la política de Defensa y, en décimo lugar una Ley de Lenguas "para que todos los niños españoles puedan ser educados en español".