Ya no serán diputados ni diputadas: será, sencillamente, "Congreso". Quien esté ahí dentro, poco importa. Tras aprobarse el pasado martes la reforma de su Reglamento, el Congreso de los Diputados pasara a denominarse, en el texto, "Congreso". Así, a secas. En la fachada del edificio, sin embargo, se mantendrá el nombre completo, ya que forma parte de un conjunto protegido como Bien de Interés Cultural y, por ende, cualquier modificación del mismo requeriría la autorización de las instituciones de Patrimonio Histórico. Lo mismo ocurrirá dentro del texto mismo de la Constitución, pues para ello sería necesario una reforma constitucional.

Con el voto en contra del PP y Vox, la reforma impulsada por el PSOE y Sumar se realiza por entender que la versión extendida del nombre no cumple con las reglas del lenguaje inclusivo. Decir "diputados" invisibiliza a todas aquellas mujeres diputadas que tienen cabida en el Congreso, por lo que la decisión tomada aboga por suprimir el masculino genérico o, como los lingüistas lo llaman, "el término no marcado" de la lengua castellana.

"El masculino señala a los hombres. El femenino, a las mujeres. Y cuando queremos señalar a ambos, utilizamos uno de los dos. En nuestro caso, el masculino. Pasa con el español, con el francés, con el italiano y con todas las lenguas romance", explica Ángel López García-Molins, catedrático de lingüística general de la Universidad de Valencia en una entrevista con El Independiente. "Entonces, llega un momento en que seres sexuados, como somos los humanos, utilizamos el femenino para señalar a las mujeres y el masculino para señalar a los hombres. Eso no se puede cambiar", señala.

Inclusividad... ¿o ambigüedad?

El lingüista considera que el cambio de denominación del Congreso de los Diputados es "ridículo", y que la "única manera" de lograr un cambio terminológico que no sólo se refiera a los diputados, sino también a las diputadas, es empleando "una lengua en la que no exista variación de género". Y esa lengua no puede ser el español. "Si quieren decirlo en una lengua que no evoque nada, que lo digan en vasco: Diputatuen Kongresua".

López García-Molins no cree que este cambio "vaya a triunfar", pues el éxito popular del mismo "supondría cambiar la lengua entera". "La lengua en la que estamos hablando es la lengua oficial de más de 21 países, y es la segunda lengua más hablada del mundo, después del chino y antes del inglés. Entonces, ¿qué pasa? Habrá que pedir permiso a los mexicanos, a los argentinos o a los bolivianos, ¿no? Cambiar la lengua tiene, como de costumbre, una visión colonialista", denuncia el experto.

Por su parte, la catedrática del Departamento de Lengua Española y Lingüística General en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Victoria Marrero Aguiar, argumenta para El Independiente que suprimir el complemento del nombre ("de los diputados") en aras del lenguaje inclusivo, "no es inclusivo en sí mismo, pues suprime la alusión tanto a mujeres como a hombres".

El catedrático de la Universidad de Valencia recuerda una región que linda con Venezuela, la llamada Península de La Guajira, en la que se hace "lo contrario a nosotros": utilizar la expresión "señoras diputadas" en guajiro apela tanto a hombres como a mujeres. "Ahora, yo estuve allí, y te puedo asegurar que es una sociedad bastante más machista que la nuestra. Establecer una relación entre comportamientos culturales y el género gramático es absurdo".

¿Qué opinan los lingüistas?

Este sacrificio de la precisión terminológica se produce a cambio de la duda. "Se pierde precisión terminológica: hay cientos, miles de congresos en España y en el mundo. ¿Cómo distinguir a cuál nos estamos refiriendo en cada caso? Se podrían generar ambigüedades como El Congreso recibe a representantes del Congreso de la Nación (en alusión a la cámara mexicana), o de la Haya, etc", señala Marrero.

Entonces, ¿qué opinan los lingüistas? López García-Molins lo tiene claro: "A los lingüistas nos da risa". El experto asegura que estas cosas no "preocupan" en los congresos de lingüistas a los que acude —que, por otra parte, son el "único" Congreso que le reconcome—.

"No cuesta nada hacerse el liberal diciendo estas cosas sabiendo, además, que no tiene ninguna posibilidad de seguir adelante. Aquello de estar diciendo todo el rato diputados y diputadas o amigos y amigas queda bastante ridículo. Lo que se suele hacer dentro de los congresos de lingüistas es que el presidente del mismo —que, por cierto, casi siempre es una mujer— empieza con un Queridos amigos y amigas pero, tras esto, ahí se acaba. Se utiliza el masculino para las denominaciones generales y nada más. Como se viene haciendo desde el siglo X, vaya", finaliza López García-Molins.