La intención de la Generalitat presidida por Salvador Illa estuvo clara desde el principio, esto es, "combatir" el modelo fiscal madrileño. Con ello armaba un relato que alejaba el foco de la financiación "singular" para Cataluña pactada con ERC y, ya de paso, debilitaba la posición de su principal competidor para la atracción de inversión. El mantra acuñado durante décadas por el independentismo del "España nos roba" ha derivado en un sorprendente "Madrid nos roba".

Illa volvió a aventar este fin de semana sus críticas al supuesto dumping fiscal madrileño, territorio al que llegó a acusar de "acumulación insolidaria". Fue en el diario Ara. "Ellos acumulan, acumulan, acumulan, generan mucha prosperidad, y en vez de compartirla, lo que hacen es una acumulación insolidaria. ¿Y cómo? Con rebajas fiscales, que alteran la competencia entre territorios, que se suman a un efecto de capitalidad que ya les favorece y distorsiona la realidad económica".

Sus palabras fueron secundadas este lunes por la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y por la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, ésta última líder del PSPV, uno de los territorios más infrafinanciados de España, junto con Murcia, y muy crítico con el cupo catalán. El titular de Economía, Carlos Cuerpo, fue algo más comedido en presentar la financiación autonómica como "uno de los grandes desafíos" que tiene por delante el Gobierno, pero dejando caer también, la supuesta distorsión que genera Madrid.

No es la primera vez que se va al choque con Madrid

No es la primera vez que se va al choque con Madrid, en general, y con Isabel Díaz Ayuso, en particular, a cuenta de este asunto. Lo hubo en la Conferencia de Presidentes del finales de 2024 y otra vez en febrero de este año. Ayuso llegó a retar a Illa a un debate público sobre fiscalidad para confrontar el modelo de los dos territorios, donde más presión fiscal hay, Cataluña, y donde menos, Madrid, en lo que se refiere al tramo autonómico. También estaba dispuesta a comparar el grado de solidaridad interterritorial con el resto de España. Madrid es de lejos, la principal contribuyente neta al fondo de garantía de prestación de los servicios públicos, frente a la tesis de la "acumulación" de Illa.

Desde la Comunidad madrileña calificaron a Yolanda Díaz de "indocumentada" por decir en RNE que Madrid baja "impuestos a los ricos" y pide financiación "para que el conjunto de los españoles financiemos sus servicios". El consejero de presidencia del gobierno autonómico, Miguel Ángel García, afirmó ayer que "ese tipo de declaraciones sólo se pueden deber a una total indocumentación por parte de la ministra, a una torpeza también puede ser o directamente a tratar de engañar a todos los españoles".

El pacto para la financiación singular incluye una cláusula anti-Madrid

Lo cierto es que Madrid se ha convertido en una especie de obsesión para Illa, aunque en privado admite que Ayuso "hizo los deberes" mientras Cataluña se enredaba en el procés independentista, que ahuyentó tanto a empresas como a inversionistas. Hasta ese momento, la renta de Cataluña era superior a Madrid, a pesar de esgrimir el efecto capitalidad como clave de esa ventaja. Nunca lo fue en realidad hasta el estallido independentista. De esta fijación da cuenta el principio de acuerdo alcanzado entre el Gobierno y la Generalitat sobre la financiación "singular" para Cataluña, del pasado mes de julio.

El texto -indeterminado en cifras y calendario- sí contiene lo que a todas luces es una cláusula anti-Madrid, destinada a limitar la autonomía fiscal de las comunidades en el tramo que tienen todas transferido salvo País Vasco y Navarra. Se prevé la introducción en el nuevo sistema de financiación autonómica "de mecanismos adicionales a los actuales para limitar la competencia fiscal a la baja entre territorios", al tiempo que se apuesta por ampliar las competencias de la Agencia Tributaria de Cataluña, que ya ha comenzado a incrementar sus plantillas. El deseo declarado de la Generalitat es impedir que Madrid pase a representar "el 25 por ciento del PIB" una vez que comenzó a comerle terreno a Cataluña a partir de 2017 en pleno desafío ilegal del independentismo.

El apoyo al independentismo comienza a recuperarse aunque con timidez

Illa ha hecho estas consideraciones en un momento en que el panorama demoscópico en Cataluña parece haber pasado por un punto de inflexión. El último barómetro del CEO -el CIS catalán- volvía a encumbrar a Illa como el más votado, pero sin descartar la pérdida de entre uno y dos escaños, con los comunes también a la baja. A eso hay que añadir que los independentistas, con el apoyo de la ultraderechista Alianza Catalana, podrían sumar una mayoría alternativa de 68 escaños, eso sí, en la horquilla más alta del sondeo.

Pero el barómetro reflejó un cierto cambio de tendencia, aún muy tímida, pero cambios al fin y al cabo. Por primera vez en año y medio crecía en dos puntos el apoyo a la independencia, los mismos que perdían los partidarios de seguir formando parte de España. Todavía hay una gran distancia entre unos y otros (40 por ciento frente al 52) nada menos que doce puntos, pero cuatro menos que hace dos meses. ¿Significa que el escenario político catalán empieza a moverse? Habrá que ver la tendencia que marque el siguiente sondeo, pero las dinámicas catalanas tienen siempre un impacto directo en la política nacional.