La decisión del Gobierno español de no comprar a EEUU los F35, de llevarse a cabo, obligaría a España por apostar por tecnologías europeas. Una decisión que daría mayor autonomía estratégica, pero que tiene implicaciones militares si optara por alternativas europeas como el Rafale Marine francés o el Saab 39 Gripen sueco. Además, aunque en una fase inicial, otro posible avión en el disparadero de Defensa sería el caza turco Kaan, una apuesta ambiciosa de los otomanos, pero arriesgada, ya que está en fase de proyecto.

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El F-35 en sus dos versiones principales que interesan a España -la F-35A que hace un despegue convencional y la F-35B con capacidad de despegue y aterrizaje vertical- es un caza de quinta generación reconocido por su furtividad (su capacidad de no ser detectado) y su avanzada aviónica (su complejo sistema electrónico y técnico de comunicaciones y navegación). Su capacidad más que desmostrada en combate incluye guerra electrónica, reconocimiento y ataque a objetivos terrestres y aéreos.

La versión B añade la capacidad de operar desde buques anfibios de la Armada, como el Juan Carlos I, lo que resulta especialmente relevante para España, dado que podría sustituir a los últimos Harrier españoles de los 80. La Armada española está trabajando en planes para ampliar su flota con dos nuevos buques de asalto anfibio similares al Juan Carlos I.

Adquirir los cazas F-35 supone depender de Estados Unidos, de la empresa Lockheed Martin, ya que tiene el control completo sobre los sistemas críticos y el software, su mantenimiento y actualización. De hecho, el sistema con el que operan puede ser apagado por los norteamericanos, lo que deja más a merced de este país el Ejército español.

RAFALE M
RAFALE M | CC BY-SA 2.0 ERIC.SALARD

El Dassault Rafale M francés también cuenta con una importante experiencia operativa. Se destaca aviónica avanzada y opciones de operatividad naval. Aunque no es tan furtivo como el F-35, sí que se destaca su versatilidad en misiones aire-aire, bombardeo de precisión y operaciones nucleares. El Rafale M tiene opciones reales para los portaaviones españoles, pero la capacidad de aterrizaje vertical del F-35B es única.

Por su parte, el Saab 39 Gripen E, de origen sueco, destaca especialmente por su bajo coste operativo y su diseño que facilita la rápida preparación para misiones, sólo en minutos frente a varias horas que requiere el F-35. En cuanto a la aviónica, este caza de cuarta generación avanzada integra radar AESA avanzado, sensores infrarrojos pasivos y capacidades de guerra electrónica que lo hacen eficaz en combate moderno. Lo malo, que es detectable por radares.

No cumple el estándar de furtividad del F-35 pero son destacables su agilidad, velocidad superior (llega a casi Mach 2,4 frente a Mach 1,6-1,9 de F-35), y su autonomía. La opción sueca tiene la ventaja de la transferencia tecnológica en compras de Gripen. Pero la Armada busca sustituir el Harrier con un aparato capaz de interoperar con sus buques, lo que deja fuera al Gripen, diseñado exclusivamente para bases terrestres con pistas cortas si bien Rafale y Gripen suponen menos gasto de adquisición y operación.

Maqueta del Kaan turco.

La opción turca

El proyecto turco Kaan es el primer caza de quinta generación, como los F35,  de desarrollo propio en Europa. Hay un prototipo volando desde febrero de 2024 y está previsto entrar en producción en serie y entregarse a la Fuerza Aérea de Turquía en 2028, una producción que la compañía pública y estatal turca especializada en sistemas aeroespaciales Turkish Aerospace Industries (TAI), ha acelerado ya que inicialmente salía en 2032. El Kaan apunta a ser un caza furtivo, con capacidad de supercrucero  y soluciones de inteligencia artificial, con la intención de sustituir la flota turca de F-16 y presentarse como opción de exportación a otros países.

En términos de coste, el F-35 estadounidense es notablemente más caro tanto en adquisición como en operación frente a sus rivales europeos. El precio unitario de un F-35A ronda los 90-100 millones de dólares y el F-35B, aún más avanzado, supera los 110 millones, a lo que se suman elevados gastos de mantenimiento, apoyo logístico y actualización de software. En contraposición, el Rafale francés generalmente oscila entre los 80 y 100 millones de dólares por unidad y su mantenimiento resulta menos oneroso y más accesible para países europeos. El Saab Gripen E sueco, por su parte, se posiciona como el más económico del grupo, con un coste por avión alrededor de 60-70 millones de dólares y operaciones significativamente más baratas.

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