Brais Lorenzo (Orense, 1986) responde la llamada de El Independiente desde su coche poco antes de las dos de la tarde del domingo. En las últimas semanas, este fotógrafo ha documentado para la Agencia Efe los incendios que han arrasado su tierra. Su trabajo conforma un álbum sobrecogedor, tan bello como terrible, que ilustra el trágico verano forestal vivido en España. "He estado en todos los sitios que he podido, la verdad, pero no he logrado llegar a todo. Miraras donde miraras había fuego", lamenta sin ocultar su frustración.
Las fotografías de Brais Lorenzo muestran monumentales nubes de humo que se ciernen sobre un territorio abrasado, una atmósfera apocalíptica anegada por el calor y las llamas, y personas, ya sea luchando contra el fuego o derrotadas por la destrucción, a merced de los elementos. "Muchos de quienes hemos estado trabajando en estos incendios tenemos la sensación de que las imágenes no logran transmitir su magnitud. Son fuegos inasumibles, que superan a los equipos de extinción. Solo paran cuando ellos quieren, que es cuando las condiciones meteorológicas mejoran. Se habla mucho de la falta de medios, y es cierto que en muchas aldeas el problema ha sido ese, que los vecinos han estado completamente solos. Pero estos incendios, por muchos medios que les metas, no los vas a parar".
Lorenzo conduce hacia Casaio, en Carballeda de Valdeorras, el techo de Galicia, donde sigue activo el último gran incendio de la región. "Las condiciones han mejorado mucho en cuanto a temperatura y humedad por la noche, pero sigue haciendo bastante calor. Ayer creo que llegó a 36 grados, ahora el termómetro del coche marca 30 y medio... A ver qué pasa hoy". Por la tarde remitirá a Efe imágenes pavorosas de la superficie arrasada por el incendio de Lauroco, ya considerado el peor de la historia de Galicia, con más de 30.000 hectáreas arrasadas, como la que encabeza este artículo. También fotografías de la concentración de solidaridad con los afectados que ha tenido lugar en San Vicente de Leira, uno de los pueblos destruidos por el fuego.
"Las aldeas que han ardido por completo, como San Vicente, que parece una zona de guerra, estaban completamente rodeadas de combustible", explica.
Los muchos frentes del fuego
Desde que comenzó a ejercer el fotoperiodismo hace quince años, verano tras verano, Brais Lorenzo ha fotografiado los fuegos en Galicia. Y ha podido constatar cómo ha cambiado el comportamiento y la dimensión de los incendios desde entonces. "Cuando yo empezaba a trabajar, un incendio de grandes dimensiones quemaba 300, 500 hectáreas. Ya en 2022, el año que hasta ahora registró los fuegos más grandes de la historia de Galicia, llegaron a las 10.000. Estos días lo que estamos viendo son incendios de 20.000, 30.000 hectáreas, simultáneos, en la misma provincia. La dimensión del problema se ha multiplicado en muy pocos años. Su magnitud es tan grande que yo creo que no somos realmente conscientes de lo que estamos hablando".
Lorenzo prolonga su labor diaria en proyectos de largo recorrido como Habitar o baleiro –"habitar el vacío"–, en el que junto a otros compañeros periodistas relata el dramático proceso de despoblación del noroeste peninsular, o Tierra quemada, una decantación de su trabajo de más de una década documentando los incendios forestales en Galicia. Su experiencia le da un conocimiento preciso de la problemática que vive el medio rural de su tierra y que junto al cambio climático actúa como indudable acelerante de megaincendios como los que han tenido lugar en las últimas semanas.
"Hay que intentar anclar población en las zonas rurales, atraer a gente que se relacione con el medio, que tenga animales que ayuden a la prevención, a tener todo limpio", apunta. "Un poco lo que se hizo toda la vida, porque incendios ha habido siempre, pero ahora, con el abandono del medio rural, la emergencia climática y el calentamiento global, la problemática es otra. Tiene que haber un perímetro de protección alrededor de las aldeas. Estos días muchas de las que se han salvado tenían ganado, tenían ovejas, tenían gente que trabaja la tierra. Al final, ese paisaje mosaico es el que ayuda a contener el fuego. Por resumirlo mucho, lo que antes era pasto del ganado ahora es pasto de las llamas".
Lorenzo, que estos días ha escuchado a los paisanos de estos territorios, "los últimos campesinos gallegos en un mundo que se acaba", rememorar un tiempo en el que había vecinos y cosechas y trabajos comunitarios que servían para prevenir o paliar los incendios, insiste en que hay que plantearse de manera seria qué hacer con el medio rural. "Ver cómo entre todos se puede volver un poco a lo que era antes y apostar por un modo de vida que se está perdiendo y que estaba íntimamente relacionado" con una concepción global y consuetudinaria del paisaje que incluía el mantenimiento del bosque. Y, entretanto, hay que preparar a la población que queda, "establecer mecanismos de defensa y de actuación en caso de incendio forestal, con formación, protocolos, planes de evacuación de las personas mayores".
La desconexión política
En la mesa de luces de Brais Lorenzo de las últimas semanas también pueden verse otro tipo de fotos, sin humo ni llamas ni cenizas, que representan la cara administrativa de los incendios. Imágenes como las de Pedro Sánchez y Alfonso Rueda el pasado 17 de agosto en el Centro de Coordinación Operativo Contraincendios de Orense, donde el presidente del Gobierno propuso un pacto de Estado frente a la emergencia climática. "Fui a cubrirlo, pero con la cabeza en otro sitio", reconoce el fotógrafo. "Creo que los políticos están desconectados de la realidad. Hay una legislación que se hace desde los despachos que oprime al medio rural, que exige cosas absurdas o incoherentes, hecha por gente que pisa más la moqueta que el campo. No se puede legislar ni desarrollar la normativa desde un despacho sin conocer el terreno. Y creo que esa desconexión se extiende a la sociedad. Ahora la gente está muy sensibilizada, pero creo que en las ciudades se vive un poco de espaldas a lo rural y que no se hacen una idea clara de la dimensión de lo que ha sucedido".
En cuanto al lamentable espectáculo político de los últimos días, Lorenzo ejerce de portavoz del sentido común. "Esto no puede ser un arma arrojadiza. Es un problema estructural y todo el mundo tiene que ponerse de acuerdo para abordar la solución. O más que una solución, que pasaría por revertir un proceso muy consolidado, al menos prepararnos para lo que viene, porque esto va a ser el pan de cada día para las nuevas generaciones, e irá a más. Es la nueva normalidad".
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