La tesis oficial que maneja Génova respecto al impulso demoscópico de Vox en los últimos tiempos es que si bien Santiago Abascal recupera terreno para situarse en los valores de 2019, eso no hace mella, al menos por el momento, en las opciones de crecimiento del PP. Y asegura, por otro lado, la imposibilidad de una mayoría alternativa en torno a Pedro Sánchez. Eso sí, todo ello pasa por la autoexigencia de superar la barrera de los 150 escaños y los diez millones de votos. No sólo para construir un gobierno en solitario, -dado que ese es el compromiso alcancen o no esas cifras- pero sí para ir con algo de holgura a la hora de articular mayorías parlamentarias en caso de triunfo electoral.

A nadie se le escapa que no es lo mismo un Abascal con 52 escaños que con 33, por citar los resultados que consiguió en noviembre de 2019 y en julio de 2023, respectivamente. Cuanto más reforzado se vea Vox, más dificultades tendría Alberto Núñez Feijóo para sacar adelante un hipotético ejecutivo monocolor "siempre y cuando tengan los de Vox interés en asumir responsabilidades de Gobierno, lo que no tenemos muy claro tras la ruptura de las coaliciones en las comunidades autónomas", apuntan en el equipo del líder del PP. Pero basta con que se quisieran mantener en la oposición apretando las tuercas a un gobierno popular para que una hipotética legislatura se convirtiera en poco menos que en otro infierno.

Han pasado de ignorarlos, a pactar con ellos, a la confrontación directa según los momentos

Para Génova no deja de constituir un dilema su modelo de relaciones con el partido de Abascal. Han pasado de ignorarlos, a pactar con ellos, a la confrontación directa según los momentos. En el PP hay distintas 'escuelas de pensamiento' respecto a si conviene una aproximación, volver a la guerra fría o desatar hostilidades. Pero mientras tanto, los voxistas toman impulso a bordo de un asunto que vuelve a engordar sus expectativas electorales, esto es, la inmigración.

Ahí está la explicación del endurecimiento del discurso del PP en esta materia, tal y como quedó plasmado en la ponencia política de su 21 congreso nacional. También que sea un tema recurrente de su discurso. Cabe recordar, además, que Génova testa los estados de opinión a través de estudios cualitativos sobre asuntos de debate público, y la preocupación sobre la inmigración comienza a escalar en las encuestas, sea real o inducida esa percepción.

Precisamente, la inmigración fue uno de los asuntos abordados por Feijóo el pasado viernes durante el arranque de curso político del PP madrileño. "Este partido no es xenófobo, quiere que se cumpla la ley. La inmigración ilegal es un problema en España. Los es para los que mueren en el mar o para las mujeres que viene engañadas por las mafias para que se prostituyan". Abogó por abrir las puertas "para quien viene a trabajar y a prosperar legalmente" y cerrarlas "a los que vienen a delinquir o a no cumplir las leyes españolas. Cárcel y expulsión". No son casuales las alusiones a este asunto. Sabe Génova que buena parte de su base electoral se disputa en ese terreno.

El PP defiende como sus fortalezas ser "partido de Estado, institucional y con programa"

Incluso los más alejados de las tesis de Vox asumen que este partido "está instalado. No es Ciudadanos" que pasó de 59 diputados en abril de 2019 -tan solo nueve menos que el PP- a la nada el 23-J. Todos defienden poner el énfasis en lo que consideran las fortalezas del PP frente a Vox: "somos un partido de Estado, institucional y tenemos un programa de país". Eso implica no pocas veces un margen de maniobra limitado frente a un Abascal cada vez más radicalizado, lo que ayuda a alimentar la caldera del PSOE y de sus socios respecto al peligro de una futura gobernabilidad dependiente de la ultraderecha.

Es evidente que la sola existencia de Vox conduce al PP en el Congreso a posiciones nada pactistas en el Congreso, aunque pocas veces el Gobierno de coalición se esfuerza por atraerse su voto más allá de pedirlo sin negociación previa. Sin alejarnos mucho en el tiempo, la propuesta de pacto de Estado frente a la emergencia climática ha sido respondida por Feijóo con un plan propio. Además del frente parlamentario, Génova sorprende de vez en cuando con decisiones algo disruptivas, como plantar la apertura del año judicial. Lo mismo hizo el pasado mes de junio en el acto conmemorativo del 40 aniversario de la entrada de España en la Unión Europea, que coincidió con el demoledor informe de la UCO sobre Santos Cerdán. De este modo intentan marcar perfil diferenciador para contrarrestar las críticas de una derecha cada vez más lepenizada que les acusa de entreguismo al PSOE.

"Respetar" a Vox

En el PP, perfiles como el de su secretario general, Miguel Tellado, son los más pragmáticos a la hora de ver en Vox un futuro socio. Apelan a "respetar" a las siglas voxistas a pesar de sus diferencias en cuestiones de calado, pero, sobre todo, a no soliviantar a sus votantes y no empujar a los propios hacia los brazos de la competencia. Eso explica en buena medida los titubeos a la hora de cuestionar o condenar determinadas actuaciones en las que Abascal arrastra a su público, con la esperanza de que mucho de ese público no se sienta demonizado por Génova y vuelva a la 'casa madre'.

Del otro, están nombres como el de Borja Sémper, a años luz del que fuera su antiguo compañero de filas en el PP vasco, o los que han conseguido mandarlos a la irrelevancia política en sus territorios como el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, o el gallego Alfonso Rueda. A muchos de este sector, del que no son sus únicos exponentes, les pide el cuerpo un choque más frontal.

El "riesgo" de los cordones sanitarios en torno a la ultraderecha

Pero también están los que alertan respecto al "riesgo" de trazar en torno a la ultraderecha un cordón sanitario. "Ojo con eso. En las elecciones europeas no ha funcionado, tampoco en muchos países de nuestro entorno" donde han llegado a convertirse en la segunda fuerza política como en Francia, Alemania o Portugal. De hecho, en Génova sacan pecho por haber contenido a Vox en la frontera del entre 12 y 15 por ciento del voto, lo que califican como una fórmula de éxito que envidian los socios conservadores europeos.

Por otro lado, lo populares animan a Vox a "clarificar sus prioridades" y renunciar a su "ambición de dirigir al PP", dicen otras fuentes de la dirección nacional popular consultadas. Critican que toda la estrategia de Abascal pase por "intentar achicar el espacio al PP", denuncia en este caso un barón autonómico. Son muchas las críticas respecto a la "retroalimentación" entre VOX y el PSOE, con un líder, denuncian, "que se equivoca de adversario y vive mejor contra Pedro Sánchez en lugar de contribuir a un futuro cambio de gobierno", sean cuando sean las elecciones. No pocas veces se lo ha reprochado Feijóo a Abascal desde la tribuna del Congreso de los Diputados. "A Sánchez y al PSOE les gustaría que hablásemos de ultraderecha todo el día", dice un miembro del núcleo duro de decisión del PP.