A la boda de Guillermo Mariscal el pasado sábado en Villalba de Alcor (Huelva) fue una buena representación del PP, empezando por la vicesecretaria de Regeneración Institucional, Cuca Gamarra, además de la directora de gabinete de Alberto Núñez Feijóo, Marta Varela, y diputados como Álvaro Pérez, Cayetana Álvarez de Toledo, Macarena Montesinos, Jaime Olano, Pablo Hispán y Carlos Aragonés. A decir de uno de los asistentes "lo pasamos brutal y eso que hacía un calor de reventar". Lo que no se preveía entonces era que este boda y su posterior viaje postnupcial estuvo a punto de darle a Pedro Sánchez un balón de oxígeno al permitirle sacar adelante su ley de movilidad sostenible. Finalmente Moncloa llegó a un acuerdo con Podemos, por lo que el voto del diputado popular no era determinante.
Mariscal, secretario tercero de la Mesa del Congreso, intentó votar telemáticamente, pero este órgano se lo denegó "al no entrar en los supuestos" establecidos por el reglamento. Y lo curioso es que los supuestos se ampliaron hace apenas tres años dado lo reducido de los mismos. El articulo 82.2 del Reglamento de la Cámara establece actualmente que en "los casos de embarazo, maternidad, paternidad, enfermedad o en situaciones excepcionales de especial gravedad en que, por impedir el desempeño de la función parlamentaria y atendidas las especiales circunstancias se considere suficientemente justificado, la Mesa de la Cámara podrá autorizar en escrito motivado que los Diputados emitan su voto por procedimiento telemático".
Experto en Energía e Industria y actual secretario tercero de la Mesa del Congreso
Las lunas de miel, pues, no tienen cobertura, algo de lo que se quejan en el Grupo Parlamentario Popular, apuntando a muchas ausencias de miembros del Gobierno con escaño que votan telemáticamente "y de los que que muchas veces ignoramos su paradero real". A Mariscal, experto en energía e industria del que dicen es un negociador muy transversal bien visto en las patronales y por sus adversarios, le deben estar pitando los oídos desde su destino fuera de España y le ha salvado la campana. Diputado desde hace 20 años -tiene 51- "es un parlamentario muy experimentado que conoce bien los entresijos de la Cámara", dice uno de sus compañeros de escaño, aunque no previó que su viaje iba a coincidir con esta votación tan trascendental.
Finalmente se ha librado de pasar a la historia del Congreso de la misma forma que el que fue también diputado popular Alberto Casero, quien en 2022 salvó a la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, de una sonora derrota con su reforma laboral. Casero sí votó telemáticamente, pero se equivocó a la hora de pulsar el botón del 'no'. Acudió al Congreso a la desesperada, pero de nada le sirvió.
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