La Fiscalía de Roma ha cerrado la fase de instrucción y ha acusado formalmente al sacerdote y periodista español Antonio Pelayo, de 81 años, del delito de agresión sexual contra un colega periodista de 40 años. Antonio Pelayo, conocido por sus numerosas crónicas del Vaticano y asesor de la embajada de España ante la Santa Sede, ha sido investigado tras una denuncia presentada por el periodista más joven.
Los hechos se remontan a mayo de este año, en las semanas previas a la muerte del papa Francisco y el consiguiente cónclave que finalizó con la elección de León XIV. Cientos de periodistas, incluidos Pelayo y la presunta víctima, estaban acreditados en el Vaticano.
Una amistad que terminó en denuncia
Antonio Pelayo, veterano corresponsal en Roma y profundo conocedor del entorno vaticano, mostró interés por el periodista más joven. Ambos compartían el gusto por el arte, compartiendo una pasión común por el artista Salvador Dalí. La relación se extendió fuera del ámbito profesional, formando una amistad que parecía sincera. Los contactos iniciales eran profesionales; intercambios de mensajes, conversaciones sobre los comunicados del Vaticano, comentarios sobre los artículos. Luego llegaron las invitaciones para reunirse de manera informal, "un encuentro cordial, de naturaleza profesional" que finalizó sin incidentes.
Según la denuncia, el incidente de agresión sexual ocurrió el 23 de mayo, durante un segundo encuentro en el domicilio de Pelayo, en el centro histórico de Roma. Según el relato del periodista durante la velada, el sacerdote le ofreció whisky y él declinó la propuesta. Poco después, Pelayo "intentó propasarse" con un acercamiento físico repentino que fue rechazado con firmeza. Ante la insistencia del sacerdote con una actitud más agresiva, el joven periodista se vio forzado a marcharse de inmediato de la casa, alrededor de las ocho y media de la noche. Al día siguiente la víctima recibió varias llamadas del sacerdote aunque no respondió a ninguna, afirma en la declaración.
Evidencias y Consecuencias
Cinco días después del episodio, el periodista presentó una denuncia formal ante las autoridades italianas. Tras cinco meses de investigación llevada a cabo por los Carabinieri, la fiscalía romana ha verificado su testimonio y considera a la víctima un testigo creíble. Las diligencias judiciales consideran los hechos "suficientemente acreditados" para acusar a Pelayo de violencia sexual.
En la causa consta que el sacerdote habría enviado mensajes de disculpa a su colega posteriormente, incluyendo la frase "lo siento mucho, no quería molestarte". Estos mensajes, junto con los testimonios de personas informadas de los hechos, forman parte del expediente de la investigación preliminar.
El impacto psicológico del episodio fue severo para la víctima, quien, temiendo volver a encontrarse con Pelayo —quien intentó contactarlo insistentemente—, se vio obligado a abandonar Roma y trasladarse a otra ciudad.
Con el cierre de la investigación, la fiscalía deberá ahora decidir en las próximas semanas si solicita la apertura del juicio oral contra el anciano sacerdote o si procede con una solicitud de archivo del caso
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