El último jueves de mayo de 2025 ha dejado en A Coruña una estampa inusual para un día laborable: playas abarrotadas y temperaturas veraniegas que superaron los 23°C. 

A pesar de tratarse de una jornada de trabajo, los coruñeses respondieron al llamado del sol, ocupando arenales como Riazor, Orzán y Matadero con toallas y sombrillas, en un gesto colectivo de aprovechar una rareza climática en una ciudad acostumbrada a la imprevisibilidad meteorológica. 

La estación de MeteoGalicia en la Torre de Hércules registró máximas que, aunque modestas comparadas con otras regiones españolas, resultaron suficientes para activar el "modo playa" en una población ávida de días despejados.

Este fenómeno coincide con la aprobación de la nueva ordenanza municipal de playas, que entrará en vigor este verano. 

La normativa, diseñada para equilibrar el disfrute ciudadano con la sostenibilidad, introduce novedades como la prohibición de altavoces molestos, la delimitación de zonas libres de humo y áreas específicas para deportes. Aunque su aplicación plena aún está pendiente de trámites administrativos, su anuncio ha generado expectativa entre los usuarios, quienes este jueves estrenaron informalmente algunas de sus directrices, como el respeto a los espacios comunes.

El entusiasmo por el sol contrasta con el pronóstico inmediato: las previsiones de MeteoGalicia anticipan un descenso térmico de hasta 5°C para el fin de semana, acompañado de mayor nubosidad. 

Este patrón refleja la dualidad climática gallega, donde los episodios de calor son efímeros pero intensamente aprovechados. La tradición popular, evocada en refranes como "hasta el 40 de mayo no te quites el sayo", parece encontrar eco en esta fugaz tregua meteorológica.

Mientras las olas rompían contra la arena y los niños correteaban entre las sombras proyectadas por la Coraza —aún en obras de mantenimiento—, la escena resumió la esencia del veraneo coruñés: una celebración colectiva de lo transitorio, donde cada rayo de sol se vive como un regalo contra reloj.