El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha ido a buen ritmo nombrando casi todos los cargos en las cúpulas judiciales que habían quedado descubiertos durante años por el bloqueo político del órgano. Hay dos sillas, en cambio, que se les están atragantando, precisamente, por la carga política que llevan: la presidencia de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo --la encargada de enjuiciar a los aforados y de llevar asuntos como el 'caso Koldo' o la imputación del fiscal general del Estado-- y la presidencia de la Sala de lo Contencioso --que revisa las decisiones del Gobierno. La presidenta del CGPJ y el Supremo, Isabel Perelló, ha pedido a los vocales que hagan un esfuerzo mayor para llevar a buen puerto estos nombramientos este mes de mayo.
De hecho, la intención es que puedan cerrarse en el pleno de este miércoles 7 de mayo, pero las distintas voces consultadas dentro del CGPJ tienen dudas de que pueda haber pacto a la vista. "Lo intentaremos", dice una de las fuentes negociadoras; "las posiciones parecen inamovibles", confiesa otro vocal.
El marco no ha cambiado desde hace meses y las candidaturas en liza son dos en cada sala. Por un lado, en la Penal se presentan Andrés Martínez Arrieta y Ana Ferrer. El primero, actual presidente interino, favorito de los conservadores; la segunda, la preferida de los progresistas. Por otro lado, en la Contencioso-Administrativa están Pablo Lucas y Pilar Teso. Y misma dinámica: él, presidente interno, con el apoyo de conservadores, y ella, respaldada por los progresistas.
Para dar un golpe de efecto y cambiar el paso a una negociación que lleva encallada tanto tiempo a los conservadores se les ha ocurrido una idea que a los progresistas no les encaja de ninguna manera: mover a Ferrer a la presidencia de la Sala Militar. Esta vacante todavía ni siquiera está abierta, lo estará después del verano entre los meses de septiembre-octubre cuando a Jacobo Barja de Quiroga se le acaben los cinco años de mandato.
Él, que cumplirá 70 años, todavía podría presentarse a la renovación si quisiera ampliar su tiempo de togado extendiendo su jubilación hasta los 72. Pero, además, a nadie se le escapa que en esa Sala Quinta del Supremo también está la única mujer en lo Militar, Clara Martínez de Careaga, que fue vocal del CGPJ anterior. Algunas voces señalan que ella podría querer presentarse a esa plaza lo que supondría también un hito porque nunca ha estado presidida por una mujer.
Por eso, varios de los vocales consultados en el ala progresista opinan que mover a Ferrer de la jurisdicción Penal a la Militar no tiene sentido, que no se puede "jugar" con la carrera profesional de una persona y que es solo "una escaramuza" de los conservadores para poder quedarse con el candidato que quieren en la sala que se hace cargo de la imputación de los políticos.
Con estas cartas sobre la mesa el acuerdo no se vislumbra fácil, pero la presidenta del Consejo ha pedido de manera reiterada a los vocales que acerquen posiciones. Es más, Perelló llegó a incluir en el orden del día de un pleno en febrero ambas designaciones, pero luego tuvo que retirarlas por falta de acuerdo.
Cada grupo defiende su postura. Desde el bloque conservador explican que ni Martínez Arrieta ni Pablo Lucas son afiliados a la Asociación Profesional de la Magistratura (APM) y, por tanto, son los candidatos más objetivos para sobrellevar la correlación de fuerzas en las salas más delicadas. Martínez Arrieta es, además, el número uno de la carrera en el escalafón y a Pablo Lucas lo sitúan como uno de los juristas más solventes.
Por su lado, los progresistas insisten en que se debe cumplir la ley de paridad desde el inicio para que en las cinco salas del alto tribunal haya mitad de mujeres. Argumentan, también, la solidez de la trayectoria de Ferrer, que era de sus preferidas para dirigir el propio CGPJ, y de Teso, que también estuvo en las quinielas. Algunos creen que la posibilidad de que un sector elija un candidato y otro el otro es la más viable, siendo lo más probable Martínez Arrieta en la Segunda y Teso en la Tercera, pero tampoco aquí hay consenso. Dentro de los conservadores hay quien cree que ellos nunca van a ceder porque no tienen nada que perder, al fin y al cabo, sus preferidos son los que están ahora mismo en el puesto de forma interina.
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