El vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) José Luis Costa Pillado viaja a Madrid sólo las semanas que hay pleno o algún grupo de trabajo porque el resto de tareas las despacha desde su Galicia natal, de donde le cuesta salir por el profundo apego que siente por Cambados (Pontevedra). En los perfiles que se redactaron cuando Gobierno y oposición llegaron a un acuerdo para renovar el Poder Judicial en junio de 2024, a él se le describió como "el hombre fuerte de Feijóo". El jurista, que ingresó en la carrera en 1983, dejó en 2008 el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia para incorporarse al Consello Consultivo de la comunidad desde donde ha asesorado a todos los gobiernos del líder de la oposición.
Costa Pillado recibe a El Independiente en su despacho en la primera entrevista que concede desde que está en el cargo de vocal. Asegura que él está en el Consejo para aportar su grano de arena jurídico, alejado de cualquier presión política, defiende su independencia y elogia la labor que, por el momento, está realizando la presidenta Isabel Perelló.
Pregunta: ¿Desde que usted ingresó en la carrera judicial ha cambiado para mejor o para peor la profesión de juez?
Respuesta: Desde la época de mi ingreso en la carrera judicial, hace ya muchos años, han sido innumerables los cambios que se han producido en la realidad jurídica y social de este país. Los jueces y las estructuras judiciales se han tenido que adaptar a esos cambios, pero es difícil decir, en términos generales, si ese tránsito ha supuesto para los jueces una mejora o un empeoramiento en lo que afecta estrictamente a las condiciones del ejercicio profesional. Dependería del concreto aspecto que se analice.
Así, y por poner algún ejemplo, hace años se ponía el acento en el déficit de medios materiales puestos a disposición del juez, hoy, en cambio, ese aspecto se ha superado razonablemente y el acento se pone en la escasez del personal judicial. Antes existían riesgos para el ejercicio independiente de la función jurisdiccional, hoy esos riesgos se han vuelto quizás más amenazantes al utilizar titulares de poderes públicos determinados medios de comunicación social en contra de actuaciones judiciales que pueden llegar a coartar la independencia de un concreto juez.
"El presidente Feijoó es un hombre de Estado de excepcionales cualidades personales, dotado de grandes valores éticos, políticos e intelectuales"
¿En qué momento decidió dejar su carrera de juez para incorporarse al equipo de Alberto Núñez-Feijóo?
Bueno, después de 25 años de ejercicio de funciones judiciales sentí la necesidad de abordar nuevos retos en el campo jurídico. La oportunidad me vino dada en 2008 con mi nombramiento como miembro del Consello Consultivo de Galicia, un nombramiento efectuado por el entonces presidente de la Xunta de Galicia, Emilio Pérez Touriño, del Partido de los Socialistas de Galicia, a propuesta del Partido Popular de Galicia, que presidía en la oposición Alberto Núñez Feijoó. Pero no dejé la carrera, sino que pasé a la situación administrativa de servicios especiales en la misma, ni me incorporé al equipo de Alberto Núñez Feijoó, con independencia de que el Consello del que yo formaba parte, y que presidí durante diez años, fue el supremo órgano de consulta y asesoramiento jurídico de los distintos Gobiernos que presidió Alberto Núñez Feijoó.
¿Se podría considerar que usted todavía mantiene vínculo con él?
Evidentemente sí. Siempre en lo personal, jamás en lo político. El presidente Feijoó es un hombre de Estado de excepcionales cualidades personales, dotado de grandes valores éticos, políticos e intelectuales. Que yo hubiere tenido y tenga la oportunidad de mantener relación con una persona de esa altura es algo que me enorgullece.
Después de 16 años en el Consello Consultivo de Galicia, ¿Por qué decidió dejarlo todo y venirse a Madrid a formar parte del Consejo?
El Consejo General del Poder Judicial tiene su sede en Madrid, pero los integrantes del Poder Judicial, del que el Consejo es órgano de gobierno, ejercen sus funciones en toda España, por supuesto también en Galicia, con muchos de los cuales mantengo una constante relación, lo que me genera cierta sensación de no haber salido del todo de Galicia. Por lo demás, los momentos convulsos y confusos que estamos viviendo constituyeron el mejor acicate para dar el paso al Consejo para intentar colaborar desde él en la mejora del Poder Judicial, afirmando más que nunca la independencia de ese tercer poder del Estado frente a los demás poderes y procurando, en la medida de mis posibilidades, que el ejercicio de la función jurisdiccional se preste en condiciones óptimas.
Antes de entrar en el CGPJ usted fue propuesto también para ir al Tribunal Constitucional ¿Le habría gustado ser miembro del órgano que interpreta la Constitución?
Sería difícil encontrar un jurista que no considerase un honor formar parte del “guardián jurídico” de la Constitución, como ha definido al Tribunal Constitucional un anterior presidente del mismo. Y para mí ha sido enormemente satisfactorio que el Parlamento de mi Comunidad Autónoma me hubiere propuesto para ocupar una de las plazas de aquel órgano. Pero mi lugar estaba, como se ha visto, en el CGPJ.
¿Tiene más aspiraciones?
En este momento mi única aspiración, en lo profesional, es la de ser útil al Poder Judicial durante el tiempo que me corresponda formar parte del CGPJ.
Es de los pocos vocales del sector conservador que no estaba asociado a la Asociación Profesional de la Magistratura (APM). Del otro lado hay mayoría de vocales de Juezas y Jueces para la Democracia… ¿Marcan mucho las afiliaciones dentro del Consejo?
La mitad aproximadamente de los integrantes de la carrera judicial no están asociados, pero eso no quiere decir que no compartan los valores que defienden unas u otras asociaciones judiciales o sus concepciones de la judicatura. Lo mismo sucede en el seno del CGPJ respecto de los vocales que con anterioridad a serlo no estaban asociados.
Por otra parte, el peso en el Consejo de los vocales que anteriormente pertenecían a una determinada asociación debe relativizarse, porque no hay coincidencia entre las finalidades que persiguen las asociaciones judiciales y el Consejo General del Poder Judicial. Aquéllas tienen por finalidad primordial la defensa de los intereses corporativos o profesionales de sus miembros, mientras que el CGPJ no es una cámara corporativa de esas personas y lo que persigue es la salvaguarda de la independencia judicial y la administración del estatuto judicial sin otra dependencia que la que debe a la Constitución y las leyes.
¿Considera que a los puestos más relevantes del Poder Judicial llegan los mejores?
En este aspecto quisiera ser muy claro. El CGPJ elige siempre, de entre quienes optan a ello, y como es su deber y su facultad, a las personas que considera más idóneas para cubrir los puestos más relevantes del organigrama judicial, siguiendo para ello criterios objetivos y atendiendo a principios de igualdad, mérito y capacidad. Pueden existir opiniones discrepantes, todas respetables, sobre qué candidato o candidata puede ser mejor, pero en todo caso es el Consejo quien tiene la responsabilidad de elegir, y lo hace siempre pensando en lo que considera mejor para el Poder Judicial.
Para desbloquear la presidencia del CGPJ su papel fue clave, aunque menos conocido. Usted hizo el análisis del acuerdo previo al que habían llegado los vocales y que imposibilitaba supuestamente salirse de la lista de los pactados anteriormente para nombrar a alguien de fuera como era Isabel Perelló. ¿Cómo recuerda esas semanas del nombramiento, cómo fueron las negociaciones?
Yo me limité a proporcionar una opinión jurídica que, como es debido, sometí a cualquier otra mejor fundada de mis compañeros. Esa opinión tuvo su relevancia en el proceso de desbloqueo de una situación que parecía enquistada, pero no fue más que una aportación al excelente trabajo conjunto desarrollado por todos los vocales y al sentido de Estado de quienes facilitaron aquel desbloqueo.
¿Y cómo recuerda las negociaciones? ¿Fueron duras?
Ya lo creo que lo fueron. Y singularmente fue duro el trabajo que desarrollaron las personas que elegimos como representantes para las negociaciones. Debe considerarse el hecho de que por vez primera en la historia los vocales reivindicaban la facultad que era suya, y no de ningún otro poder, de elegir libremente a la persona que habría de presidir el CGPJ. Yo, por mi parte, viví el desarrollo de las negociaciones como un proceso natural de acercamiento de posturas divergentes pero profundamente convergentes en lo esencial.
¿Cómo han sido posteriormente las negociaciones entre bloques para poder nombrar a más de 160 cargos?
Una vez salvado aquel primer escollo, las cosas ya discurrieron con mayor fluidez. El entendimiento de la importancia de cumplir nuestra función constitucional fue la norma y el consenso se impuso. Así se ha podido elegir a más de cien cargos de la máxima relevancia en el organigrama judicial.
¿Los bloques dentro del CGPJ son estancos?
No por regla general. Si así fuere no podríamos alcanzar los consensos que hasta ahora hemos logrado.
Siempre se habla de la influencia que los partidos políticos tienen en uno y en otro sector. ¿Qué hay de cierto en que el PSOE y el PP organicen sus movimientos?
Yo sólo puedo hablar de mi grupo y puedo afirmarle que todos sus integrantes somos rabiosamente independientes. Ninguno de nosotros admitiría ningún tipo de interferencias partidistas en la toma de decisiones, como también es cierto que nadie, desde la política, ha intentado ejercer sobre nosotros tipo alguno de presión ni dado ningún tipo de indicación.
¿Haría algún cambio en la ley para que no vuelva a producirse un bloqueo en la renovación del Poder Judicial?
No me corresponde a mí sugerir cómo se debe legislar, pero puedo decirle que el CGPJ ha enviado al Gobierno y al Parlamento un informe en el que mi grupo considera que el ajuste a los mejores estándares europeos exigiría que doce de los integrantes del CGPJ sean directamente elegidos por los jueces y de entre ellos, y que al Parlamento correspondería elegir únicamente a los otros ochos vocales entre juristas de reconocida competencia. Si eso se aceptase se acabaría con la posibilidad de futuros bloqueos en la renovación del CGPJ, pues llegado ese momento el órgano siempre se podría constituir por los doce vocales designados por los jueces más los ocho que el Parlamento nombre para el nuevo mandato o hubiese nombrado para el anterior mandato, si no se pusieren de acuerdo los partidos en nombrar a nuevos vocales.
¿Qué opina de la gestión que está haciendo del Consejo la presidenta Isabel Perelló?
Todos los operadores jurídicos, y yo me uno a esa opinión, alaban el trabajo que está realizando la Presidenta del CGPJ. Es notorio su compromiso con la igualdad, con la independencia judicial y con el mantenimiento del actual sistema de acceso a la carrera judicial. Yo comparto plenamente ese compromiso de la presidenta.
¿Habrá consenso para las presidencias de la Sala Segunda y Tercera?
Debemos ser optimistas sobre ello. Los consensos precedentes son buena muestra de que las cosas siempre tienen una solución lógica.
¿Por qué se les están atragantando tanto?
Por la cerrazón de algunos de querer primar circunstanciales intereses de grupo frente a lo que debe ser el interés del Poder Judicial, que exige el justo reconocimiento de las más brillantes y prestigiosas trayectorias profesionales de la carrera judicial.
¿En España hay separación de poderes?
Lo dice la Constitución, pero la defensa frente a los ataques a ese elemento democrático básico debe ser constante porque sobre esa separación de poderes pivota la pervivencia del sistema que nos hemos dado.
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