La comunidad científica mantuvo vivo, durante décadas, un intenso debate en torno a la morfología nasal de los neandertales, una de las poblaciones humanas más relevantes para comprender el proceso de evolución de nuestra especie.
El dilema estaba en la anatomía nasal externa que –a pesar de haber vivido en climas rigurosos durante las últimas fases del Pleistoceno europeo– es incompatible con el patrón habitual de las especies adaptadas a las bajas temperaturas.
Para explicarlo, algunos investigadores plantearon la existencia de rasgos internos exclusivos que habrían compensado las carencias externas. Sin embargo, la cavidad nasal interna es muy frágil, por lo que en pocas ocasiones se conservaba lo suficientemente bien, dificultando su estudio directo.
Ahora, una investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), liderada por Constantino Buzi, ha arrojado algo de luz sobre esta paradoja. El equipo encargado de la investigación ha podido analizar, con un detalle sin igual, las estructuras internas del neandertal de Altamura, un fósil muy bien preservado del sur de Italia, descubierto en 1993 y considerado como uno de los esqueletos más completos y mejor conservados del mundo.
La bioenergética borra la incógnita sobre la apertura nasal
El doctor Antonio Profico de la Universidad de Pisa y coautor del estudio, destaca que varios autores ya sugirieron rasgos basados en “evidencias incompletas”. Pero, tras poder estudiar este ejemplar, se ha demostrado que esos rasgos no existen: “Incluso sin esas supuestas adaptaciones, la nariz neandertal era perfectamente eficiente para responder las altas demandas energéticas de la especie”.
El profesor Dr. Carlos Lorenzo del IPHES-CERCA y de la Universitat Rovira i Virgili, copartícipe de la investigación, refuerza esta idea: “Cuando incorporamos la bioenergética, la paradoja de la gran apertura nasal desaparece”.
Lorenzo también subrayó que la morfología nasal que tiene el neandertal primitivo de Altamura pudo ser la solución ideal para “acondicionar el aire a un cuerpo robusto”.
Además, en el estudio se revela que el prognatismo mediofacial de los neandertales probablemente no se desarrolló como una respuesta directa a las necesidades respiratorias. Según los autores, el rasgo corresponde a un “combinación de presiones evolutivas diversas y restricciones morfológicas” que, en conjunto, formaron un rostro distinto al nuestro pero “totalmente funcional en los entornos fríos del Pleistoceno europeo”.
El investigador de la Universidad de Perugia y asociado al IPHES-CERCA, Constantino Buzi, concluye que la observación de la cavidad nasal de Altamura indica que esta únicamente sigue el “prognatismo mediofacial en su porción más anterior, sin cambios sustanciales en su zona funcional”.
El estudio también incluye un modelo tridimensional completo de la cavidad nasal a partir de las imágenes endoscópicas. Una herramienta que abre una puerta a futuros estudios sobre el rendimiento respiratorio de los neandertales y sus adaptaciones fisiológicas. Un hallazgo, que sin duda, ha ayudado a cambiar el paradigma científico en una cuestión que había generado dudas durante años.
Los restos de neandertal más completos y mejor conservados hasta la fecha
El caso del neandertal de Altamura tiene una gran historia detrás de su descubrimiento. Fue encontrado en 1993, cuando un grupo de espeleólogos exploraba el sistema kárstico, cercano a la ciudad de Altamura en el sur de Italia.
Tras descender 15 metros pudieron acceder a una red de pasadizos recubiertos de huesos de animal atrapados entre estalagmitas y estalactitas. Fue en uno de esos pasadizos, donde encontraron una sala en la que, de una columna, sobresalía un cráneo extraordinariamente conservado. Las investigaciones posteriores, certificaron que había más huesos del mismo individuo, conocido como "el hombre de Altamura".
Sin embargo, el difícil acceso a los restos limitó su estudio, hasta 2015, cuando un grupo de científicos de la Universidad Sapienza de Roma consiguieron extraer un trozo de escapula para datar los restos. Así, confirmaron que se trataba de un homo neanderthalensis datado entre 130.000 y 172.000 años, uno de los más antiguo hasta la fecha.
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