En el vasto silencio del espacio, un visitante interestelar ha captado la atención de astrónomos de todo el mundo. El cometa 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar registrado por la humanidad, no solo es un viajero milenario que precede a nuestro Sol, sino que podría estar cubierto por criovolcanes, un fenómeno hasta ahora observado solo en mundos helados del Sistema Solar exterior.
Criovolcanes: volcanes de hielo en acción
Los criovolcanes son estructuras que expulsan hielo, vapor y polvo en lugar de lava incandescente. Este tipo de actividad ha sido documentada en satélites helados como Encelado (Saturno) o Tritón (Neptuno), donde el calor interno provoca erupciones de material congelado. La posible presencia de criovolcanes en un cometa interestelar como 3I/ATLAS representa un hallazgo excepcional, ya que sugiere que la actividad geológica compleja no es exclusiva de los cuerpos formados en nuestro Sistema Solar.
Cuando el cometa se aproximó al Sol, alcanzando su perihelio a 378 millones de kilómetros, los telescopios terrestres, incluidos el Observatorio del Montsec y el telescopio Joan Oró del Montseny, captaron chorros de material y explosiones superficiales que no se corresponden con la actividad típica de un cometa en tránsito. Estas observaciones iniciales llevaron a los científicos a proponer que podrían tratarse de erupciones provocadas por criovolcanes.
Un laboratorio natural de hielo y metal
Según varias hipótesis, la interacción de estos elementos generaría reacciones químicas, como la síntesis de Fischer-Tropsch, produciendo compuestos específicos en la coma que no se observan en cometas formados dentro del Sistema Solar.
Esta propuesta, aunque aún no revisada por pares, abre una nueva línea de investigación sobre la composición y evolución de los cuerpos helados interestelares. Si se confirma, significaría que algunos cometas formados alrededor de otras estrellas podrían compartir procesos geológicos similares a los que ocurren en objetos transneptunianos de nuestro propio sistema solar.
Un cometa que desafía los límites conocidos
3I/ATLAS no es solo especial por su posible actividad criovolcánica, sino también por su edad extrema, estimada entre 7 mil y 14 mil millones de años, mucho mayor que los 4.500 millones de años del Sistema Solar. Su superficie helada y metálica podría ser un registro intacto de las condiciones físicas y químicas de sistemas estelares antiguos, lo que lo convierte en un laboratorio natural para estudiar la formación de planetas y cometas en otros rincones de la galaxia.
La actividad observada recuerda que, incluso a millones de kilómetros de distancia, los cuerpos helados pueden experimentar procesos dinámicos. Los chorros de vapor y hielo detectados podrían proporcionar información sobre la estructura interna y la composición química del cometa, revelando similitudes sorprendentes con los objetos transneptunianos que orbitan más allá de Neptuno.
Su tránsito fugaz por la Tierra
El cometa 3I/ATLAS está en tránsito temporal por nuestro sistema solar. Tras su perihelio y su máximo acercamiento a la Tierra el 19 de diciembre, continuará su viaje hacia el espacio interestelar, perdiéndose para siempre. Por eso, los investigadores trabajan contrarreloj, recopilando espectros, imágenes y mediciones que permitan confirmar la existencia de criovolcanes y comprender su funcionamiento.
Cada observación representa una pieza del rompecabezas para determinar cómo se activan estos volcanes de hielo y qué nos enseñan sobre la química de los cometas interestelares. La confirmación de criovolcanes en 3I/ATLAS no solo ampliaría nuestro conocimiento sobre los cometas, sino que también abriría la puerta a nuevas hipótesis sobre la evolución de los cuerpos helados en otros sistemas estelares.
El legado de 3I/ATLAS
Si se confirma la actividad de criovolcanes, 3I/ATLAS se convertiría en el primer cometa interestelar documentado con erupciones de hielo, un testigo de la dinámica geológica en el universo profundo. Su estudio proporcionará información clave sobre los procesos químicos y físicos que dieron origen a planetas y cometas mucho antes de la formación del Sol.
En definitiva, 3I/ATLAS recuerda que incluso en la vastedad del cosmos, los procesos que dan forma a los mundos helados pueden ser universales. Este cometa no solo cruza nuestro sistema solar, sino que también lleva consigo secretos milenarios sobre la actividad criovolcánica más allá de nuestra estrella, revelando un universo más dinámico y sorprendente de lo que jamás imaginamos.
Te puede interesar