Se llama Lysa, pesa 2,5 kilos y es un perro guía que no ladra. No ladra porque en realidad no es un perro, sino un robot de última tecnología, con Inteligencia Artificial y GPS, que aspira a convertirse en el mejor ayudante de las personas invidentes.
Con una batería de ocho horas de autonomía, Lysa tiene numerosas ventajas sobre un guía canino: mapea los ambientes a través de la triangulación de puntos, identifica objetos por encima de la cintura, dispone de un GPS que guía exactamente hasta el punto elegido y además es mucho más barata. Además, puede comunicarse y hablar con el usuario. Por contra, no ofrece la compañía de un animal y no puede subir escaleras.
"Es portátil, segura e inteligente y, sin duda, puede proporcionar mucha más inclusión en la sociedad", dice a El Independiente la creadora de Lysa, Neide Sellin. "Nuestra intención no es sustituir al perro guía, sino aportar una innovación que ayude a las personas a tener una mayor inclusión".
Esta empresaria brasileña se preguntó hace unos años cómo se podría mejorar la vida de las personas ciegas y en 2017 presentó el primer prototipo de Lysa. Del tamaño de una maleta de cabina y con cuatro ruedas, el robot tiene después un brazo desplegable desde donde el usuario lo controla. Tras su presentación, fue elegida como una de las mejores ideas del mundo en la Semana de la Innovación y la Tecnología de Singapur. Ahora es finalista de los Premios Fundación MAPFRE a la Innovación Social, cuya gala se celebrará el 4 de mayo.
Un robot diez veces más barato que un perro guía
Ahora llega la segunda generación y su creadora quiere dar el salto de Brasil al público internacional. En su país, tiene un precio que varía desde los 15.000 a los 20.000 reales, es decir, entre unos 2.800 y 3.800 euros.
Según datos de la ONCE, cada perro guía cuesta unos 30.000 euros. Y además, su vida útil como guía es más corta que la de un robot, ya que con el tiempo los perros pierden "algunos sentidos esenciales para su servicio" como guías", destaca la creadora de Lysa.
Es un hecho que la tecnología, al igual que las leyes, evoluciona de acuerdo a lo que la sociedad necesita"
"Hay una particularidad que encantó a los usuarios que la probaron: su facilidad para identificar objetos por encima de la cintura, como las ramas de árboles", señala Neide Sellin. "Con un perro convencional es común que ocurran accidentes con ese tipo de obstáculos, porque el animal no puede ver y alertar a las personas con deficiencia visual, provocando así golpes en la cabeza de los usuarios".
La creadora de Lysa insiste en que no ha diseñado este robot para acabar con los perros guía. Sin embargo, cree que la tecnología jugará cada vez un papel mucho más importante en la ayuda a las personas invidentes. "Es un hecho que la tecnología, al igual que las leyes, evoluciona de acuerdo a lo que la sociedad necesita. Lysa es, por tanto, una evolución más. No tiene la intención de sustituir al perro guía, pero si ocurre será un proceso natural de un flujo que siempre existió y no dejará de existir".
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