La ciudad francesa de Niza acoge desde este lunes la tercera Conferencia de Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC3), una cita que reúne a más de 70 jefes de Estado y de Gobierno con el propósito de atajar una crisis marina sin precedentes. Pese a la magnitud de los desafíos –desde la sobrepesca y la contaminación por plásticos hasta la minería en aguas profundas– y a la movilización diplomática de países como España, la ausencia de Estados Unidos y China amenaza con debilitar el alcance político del evento.
Francia y Costa Rica copresiden esta cumbre, que se celebra tras las ediciones anteriores en Nueva York (2017) y Lisboa (2022). El encuentro se desarrolla en un contexto adverso para el multilateralismo, marcado por conflictos armados –como los de Ucrania y Gaza–, el auge de gobiernos escépticos con la agenda climática y una creciente desconfianza en la cooperación internacional.
Uno de los principales objetivos de la cita es avanzar en la ratificación del Tratado Global sobre la Conservación y Uso Sostenible de la Biodiversidad Marina en Áreas Más Allá de la Jurisdicción Nacional (BBNJ, por sus siglas en inglés), adoptado por la ONU en septiembre de 2023 y actualmente firmado por 115 países. Para que el acuerdo entre en vigor se necesitan al menos 60 ratificaciones nacionales, una meta aún lejana pero que ha ganado terreno en las últimas semanas.
El compromiso de España
"El objetivo de llegar a 60 ratificaciones antes de fin de año está al alcance. Ya casi 40 están listas", declaró a EFE la diputada franco-dominicana Eléonore Caroit, encargada por el Gobierno francés de impulsar el proceso parlamentario internacional.
España, primer país europeo en ratificar el tratado (el pasado 4 de febrero), se ha implicado activamente en esta diplomacia oceánica. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, participa en la sesión inaugural de este lunes y en los actos organizados por el presidente Emmanuel Macron con motivo del Día Mundial de los Océanos, celebrado este domingo. Durante su estancia, Sánchez también visitará el buque oceanográfico español Odón de Buen, embarcación insignia de la flota científica nacional y presente en el desfile de buques en Mónaco.
Además de promover el tratado BBNJ, España anunciará la ampliación de su red de áreas marinas protegidas y defenderá una moratoria sobre la minería submarina. Este punto, que genera controversia entre los Estados miembros, será uno de los ejes de los llamados Paneles de Acción Oceánica, espacios de diálogo entre gobiernos, agencias de la ONU, científicos, empresas y ONG. También se abordarán el ruido submarino, el arrastre de fondo y la contaminación plástica en vísperas de las negociaciones del Tratado Internacional de Plásticos previstas en agosto en Ginebra.
Estados Unidos y China, indiferentes
La cumbre se celebra con la notable ausencia de Estados Unidos, cuyo expresidente Donald Trump ha anunciado planes para reactivar la explotación minera de los fondos oceánicos. Su Gobierno ya ha recortado fondos para programas científicos clave sobre acidez, temperatura y niveles oceánicos. China, por su parte, tampoco ha mostrado intención de ratificar el tratado ni de participar activamente en los paneles de acción.
Pese a todo, más de 10.000 delegados y una larga lista de líderes internacionales se dan cita en Niza. Entre los asistentes figuran los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, de República Dominicana, Luis Abinader, y de Argentina, Javier Milei. La presencia de este último, abiertamente escéptico con el cambio climático y alineado con la agenda de Trump, ha generado atención mediática.
Junto a ellos, intervienen el secretario general de la ONU, António Guterres, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. En el ámbito local, el alcalde de Niza, Christian Estrosi, ha aprovechado la ocasión para lanzar una coalición de más de 200 ciudades costeras amenazadas por la subida del nivel del mar, con representantes de Valparaíso (Chile), Nueva Orleans (EEUU) y otras urbes litorales.
A la espera de compromisos tangibles
En los próximos días, la cumbre alternará sesiones plenarias por la mañana y foros sectoriales por la tarde, con una agenda tan ambiciosa como fragmentada. A la espera de avances tangibles, los organizadores apuestan por generar compromisos concretos, ampliar las redes de cooperación y poner el foco sobre la urgencia de proteger el océano, del que depende el 50% del oxígeno que respiramos.
En palabras de Macron, esta conferencia es una "movilización decisiva" frente a un mundo donde "las cuestiones climáticas son puestas en duda por algunos". Niza, al menos por unos días, quiere recordar que la salud de los océanos no puede seguir relegada al fondo del debate político.
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