Un día después de vencido el plazo previsto, la COP30 de Belém (Brasil) consiguió finalmente cerrar un acuerdo de mínimos. El texto no incluye una hoja de ruta para la eliminación progresiva de los combustibles fósiles, tal como reclamaban más de 80 países, entre ellos los miembros de la Unión Europea. El pacto se limita a incluir un llamamiento a acelerar la implementación del Acuerdo de París y mejorar las acciones para limitar el calentamiento a 1,5 ºC, y triplicar la financiación destinada a los Estados en desarrollo que sufren los efectos de fenómenos meteorológicos extremos.
La Unión Europea (UE) jugó un papel destacado en Belém, mostrando un compromiso firme con la implementación de los objetivos del Acuerdo de París. La UE y sus socios impulsaron la transición energética como solución al cambio climático. “La UE y sus aliados, incluidos los de América Latina, defendieron su interés fundamental en acelerar la transición energética a pesar de la fuerte oposición de los principales productores de combustibles fósiles. La reducción gradual comenzará con los más de 80 países que cosecharán los beneficios económicos y de seguridad de hacerlo”, afirmó Linda Kalcher, directora ejecutiva del think tank Strategic Perspectives.
“Esperábamos mucho de la primera COP en el corazón de la Amazonía, y el resultado no ha estado a la altura de las crisis climática, social y de biodiversidad que enfrentamos y sus dramáticos impactos. Hemos visto cómo una gran cantidad de países, entre los que nos alegramos de que haya estado España, han exigido acordar una hoja de ruta para acabar con los combustibles fósiles y la deforestación”, ha declarado Eva Saldaña, directora ejecutiva de Greenpeace España y Portugal. “Es muy decepcionante ver cómo las dinámicas de poder ancladas en el pasado han impedido que se alcance un acuerdo ambicioso”, ha añadido.
Entre esas fuerzas que han frenado todo avance se encuentran los países productores. “La implacable oposición de Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, Rusia y la India a cualquier referencia sobre la transición para abandonar los combustibles fósiles -el objetivo a largo plazo acordado por todos los países, incluidos ellos, en la COP hace dos años- revela un conflicto cada vez más amargo en el corazón de la política climática mundial: entre aquellos que aceptan el hecho científico de que, para hacer frente al cambio climático, el mundo debe abandonar los combustibles fósiles en las próximas décadas, y aquellos que se resisten activamente a ello en pos de sus intereses energéticos a corto plazo”, señala Michael Jacobs, profesor de Economía Política en la Universidad de Sheffield y miembro sénior del think tank ODI Global.
Para este economista es muy significativo lo que ha hecho Trump estos días en la Casa Blanca. Con quién se reunía y su posicionamiento en el conflicto de Ucrania y Rusia. “Estados Unidos no estuvo presente aquí. Pero es inconcebible que la COP no se discutiera en la reunión notablemente amistosa de Donald Trump en la Casa Blanca con el líder saudí Mohammed bin Salman esta semana, o que no formara parte del giro de Trump hacia el lado ruso en la guerra de Ucrania, también esta semana. Creo que hoy hemos sido testigos de lo que han acordado los tres países. Desde el punto de vista geopolítico, se trata de la creación de un nuevo Eje de Obstrucción, que promueve activamente los combustibles fósiles y se opone a la acción climática”.
La salida de Trump de los Acuerdos de París no bastan para frenar el multilateralismo, que se mantiene a flote, pero la oposición de Trump a este multilateralismo no sólo se expresa en lo climático. El discurso de Trump en la Asamblea de Naciones Unidas demostró que está fuera de toda lógica internacional y en confrontación directa con ella. La misma recepción con honores a Mohammed bin Salman, a quien la CIA acusa de ordenar el asesinato de Jamal Khashoggi, demuestra que para el mandatario americano los negocios van mucho antes que los derechos humanos.
Otro mundo es posible, si aguanta el planeta
Si bien hay quien ve que esta semana se han producido avances muy sólidos para ese ‘eje fósil’ de la geopolítica, también se puede hacer la lectura contraria. Jennifer Morgan, antigua enviada especial para la Acción Climática de Alemania y ex directora de Greenpeace Internacional considera que “el Acuerdo de París está funcionando; la transición para abandonar los combustibles fósiles acordada en Dubái se está acelerando. A pesar de los esfuerzos de los principales países productores de petróleo por frenar la transición ecológica, el multilateralismo sigue apoyando los intereses de todo el mundo en la lucha contra la crisis climática”.
Además de las grandes potencias hay otros actores que juegan en el terreno climático, desde uniones de países, empresas y sociedad civil. "A medida que se intensifica la fragmentación geopolítica, en particular con los cambios en el liderazgo climático de Estados Unidos, es probable que veamos cómo las acciones climáticas están cada vez más impulsadas por coaliciones de naciones e industrias dispuestas a actuar, en lugar de por marcos globales unificados", reflexiona Jesse Abrams, investigador principal y uno de los principales expertos del Reino Unido en riesgos climáticos físicos de la Universidad de Exeter, en declaraciones a Science Media Centre España.
Quien no entiende de diplomacia es el planeta, el cambio climático sigue su curso y las temperaturas siguen en escalada, con cada vez más impacto en la población. "Ya estamos viendo cómo se intensifican las inundaciones, las sequías y los fenómenos extremos a nivel mundial, mientras que las amenazas sistémicas derivadas de los posibles puntos de inflexión en los sistemas terrestres se ciernen cada vez más sobre nosotros. Las evaluaciones de riesgos actuales subestiman sistemáticamente estos peligros, al no tener en cuenta cómo los impactos climáticos se propagan a través de las redes económicas y pueden desencadenar cambios irreversibles en sistemas como la circulación oceánica", añade Abrams.
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