Hace unos días, Timothée Chalamet y Kylie Jenner reaparecían juntos en Budapest, donde el actor se encuentra rodando la tercera parte de Dune. El selfie sonriente de la pareja en una cafetería de la capital húngara ha servido para disipar rumores de ruptura tras dos años de relación. Pero no todo el mundo ha celebrado la noticia: para Club Chalamet, la cuenta de fans más persistente y exhaustiva del actor, la confirmación fue un jarro de agua fría.

Detrás de ese perfil con más de 60.000 seguidores no hay un grupo de adolescentes sino una mujer de 58 años llamada Simone Cromer. Vive en Los Ángeles, se define como crítica de cine –en realidad publica reseñas en Letterboxd– y, según quienes la conocían antes de esta etapa, siempre fue una film nut, una entusiasta obsesiva de los festivales y las estrellas.

Graduada en Psicología en la Universidad de Michigan en los 90, Cromer trabajó en distintos empleos ligados a la sanidad mientras construía una vida paralela como voluntaria en certámenes de cine. En 2017, tras ver Call Me by Your Name, descubrió a Chalamet. En diciembre de ese año confesó en Instagram que había puesto al actor como fondo de pantalla de su ordenador. A partir de ahí, la fascinación se volvió metódica: en 2018 creó el blog y la cuenta Club Chalamet, concebidos como refugio para seguidores de su generación que no encajaban en un fandom dominado por adolescentes.

El club de fans unipersonal contra la novia 'aprovechada'

La trayectoria de Cromer mezcla devoción con organización. Desde Los Ángeles acudía a alfombras rojas, conseguía autógrafos y selfies con el actor, y promovía campañas benéficas por su cumpleaños. Según sus relatos, Chalamet le habría reconocido y agradecido su labor. En 2022 aseguró haber coincidido con él en Coachella gracias a una “manifestación” del universo. No solo relató el encuentro con Chalamet, sino que lo atribuyó a una suerte de destino cósmico: “El universo me lo puso delante”, escribió. En 2023 acudió al estreno de Wonka con un abrigo de terciopelo largo, imitación del que llevaba Chalamet en la película.

El punto de inflexión llegó ese mismo año, cuando el actor comenzó a salir con Kylie Jenner. Desde entonces, Club Chalamet se convirtió en una máquina de resistencia contra la pequeña del clan Kardashian, a la que omite sistemáticamente en las imágenes que publica tanto en su cuenta de X como de Instagram. Tras la primera aparición pública de la pareja, publicó un mensaje dirigido a otros seguidores: “Si os sentís angustiados por el vídeo, está bien. Cuidaos y dejad las redes unos días”. Cromer la apodó “Slurpee –que significa refresco, granizado, pero que en este contexto puede querer decir otra cosa menos edificante–, borró su rostro en fotografías y difundió la idea de que su relación era una maniobra de relaciones públicas. En una nota de audio llegó a hablar más de 50 minutos sobre Jenner, a la que acusó de chantajear a Chalamet.

"Sabe quién soy"

Su actitud es reveladora si se compara con la que adoptó respecto a otra de las parejas de Chalamet, como la actriz Lily-Rose Depp, a la que elogió sin paliativos, mientras que a la Jenner la ha reducido a un símbolo de lo que considera “ruido” y “aprovechamiento”. En un post llegó a escribir: “Cuando yo tenía 26 parecía de 19. Hoy algunas de 26 parecen de 42. Mala suerte para ellas”.

Excompañeros de trabajo en Michigan recuerdan a Cromer como alguien peculiar pero funcional, capaz de organizar su calendario en torno a festivales y estrenos. En su defensa, ella rechaza la etiqueta de “relación parasocial” y afirma que Chalamet “sabe quién es ella”. Su historial apunta, sin embargo, a un patrón: antes de Club Chalamet hubo una fanpage dedicado a Michael Fassbender, que dejó de actualizar en 2017, justo cuando el actor se casó con Alicia Vikander. Ese corte coincidió con el inicio de su obsesión con Chalamet. Da la impresión de que cuando uno de sus ídolos se volvió inalcanzable en el terreno romántico (casado, vida estable), buscó otro objeto de fascinación.

La incógnita es si el destino se repetirá. Si Chalamet y Jenner consolidan su romance, el club de una sola socia podría derrumbarse. O quizá, como ya ha hecho antes, Cromer encuentre otro centro de gravedad para su entusiasmo. Por ahora, Club Chalamet vuelve a demostrar que en la era digital la pasión de un único fan puede convertirse en fenómeno colectivo.