Scarlett Johansson ha vuelto a abordar una de las decisiones más controvertidas de su carrera: haber defendido públicamente a Woody Allen cuando buena parte de Hollywood se distanciaba del director. Lo ha hecho en una entrevista publicada el pasado fin de semana por The Telegraph, en la que repasa el efecto que pudo tener aquel gesto y el modo en que lo interpreta hoy, a propósito de su debut en la dirección con Eleanor the Great.
La actriz, que trabajó con Allen en Match Point (2005), Scoop (2006) y Vicky Cristina Barcelona (2008), recordó sus declaraciones de 2019 a The Hollywood Reporter, cuando afirmó: “Quiero a Woody. Le creo, y trabajaría con él en cualquier momento”. Entonces reiteró que el cineasta le había negado directamente la acusación de abusos formulada por Dylan Farrow y que ella confiaba en su versión.
Ella, Diane Keaton y pocos más
Preguntada ahora por las consecuencias de haber salido en su defensa, Johansson admitió a The Telegraph que es difícil medirlas: “Supongo que es difícil de saber. Nunca sabes cuál va a ser exactamente el efecto dominó”. Y añadió que su madre siempre la animó a mantener la integridad y a defender lo que cree: “Mi madre siempre me animó a ser yo misma, a entender que es importante tener integridad y defender lo que uno cree”.
Al mismo tiempo, matizó que la experiencia le ha enseñado a elegir mejor los momentos para intervenir en ciertas polémicas: “Creo que también es importante saber cuándo no es tu turno. No quiero decir que tengas que silenciarte. Quiero decir que a veces simplemente no es tu momento. Y eso es algo que he comprendido más a medida que he madurado”.
La actriz forma parte del reducido grupo que mantuvo su apoyo al director mientras otros colaboradores –entre ellos Michael Caine, Greta Gerwig o Timothée Chalamet– expresaban su arrepentimiento por haber trabajado con él. La recientemente fallecida Diane Keaton fue una de las pocas que también lo defendió.
"No nos entusiasma lo del Holocausto"
En entrevista en The Telegraph, Johansson habla de otro episodio delicado, relacionado en este caso con Eleanor the Great. La estrella explica que un inversor abandonó el proyecto a pocas semanas del rodaje por incomodidad con un elemento central del guion: el hecho de que la protagonista, una anciana judía interpretada por June Squibb, se atribuye por error la identidad de una superviviente del Holocausto. “Nos encanta la película, Scarlett, pero no nos entusiasma todo el tema del Holocausto. ¿Podemos hacer que la personaje mienta sobre otra cosa?”, fue el mensaje que recibió, según relata al diario británico. Johansson se negó a cambiarlo: la mentira era la base dramática de la historia. Tras una retirada que dejó un vacío importante en el presupuesto, una “llamada de emergencia” permitió que Sony Pictures Classics entrara como distribuidor y salvara la producción.
En la conversación con el periódico británico, Johansson repasa también el modo en que ha afrontado otros conflictos públicos –desde su demanda a Disney por el estreno híbrido de Black Widow hasta su disputa con OpenAI por la voz del asistente Sky– y reflexiona sobre el doble rasero al que, a su juicio, siguen expuestas las actrices en Hollywood.
Johansson, que ha presentado Eleanor the Great en Cannes junto a Squibb, sostiene que hablar cuando cree que debe hacerlo forma parte de su manera de estar en el oficio. Lo demás –las consecuencias, las interpretaciones, los efectos indirectos– queda, como ella misma dice, en la zona incierta del “difícil de saber”.
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