Hay pocas voces que, como él, estén tan ligadas a la Ciudad del Vaticano. Hijo del secretario de la Biblioteca Apostólica Vaticana, Giovanni Maria Vian (Roma, 1952) ha sido archivero y bibliotecario de la Santa Sede así como el director durante 11 años de L’Osservatore Romano, el rotativo de la Santa Sede.

Sostiene Vian que el Papa Francisco deja un largo camino de reformas a León XIV, el Papa elegido el jueves. “Como decimos, en italiano Francisco le deja una patata caliente a su sucesor”, señala en una entrevista con El Independiente este intelectual italiano, experto en la historia de la tradición cristiana y el papado contemporáneo y profesor titular de filología patrística en la Universidad La Sapienza de Roma. Es, además, del libro El último Papa, publicado recientemente en español por Deusto.

Pregunta.- Estamos en los primeros compases y puede ser prematuro. ¿Cuáles podrían ser las líneas de su pontificado?
Respuesta.- Se percibe más colegial, menos protagonismo personal y más seguridad en la comunicación. Es lo que puede decirse de los primeros pasos. Y también se ha visto una gran sencillez y cercanía a la gente, sin ostentación.

P.- ¿En qué se diferencian estos primeros gestos con los de Francisco?
R.- Son pequeñas grandes correcciones, porque cada papa es diferente.

El de León XIV va a ser un pontificado interesante

P.- Las filtraciones sobre los resultados de esa fumata blanca indican que Prevost armó una mayoría alrededor del centenar de los 133 cardenales…
R.- Eso me ha llegado. El razonamiento es muy sencillo. Tiene que haber tenido la fuerza de 89 votos y el mecanismo no deja lejos ese horizonte de 99 o 100 votos. 10 votos se añaden fácilmente.

P.- ¿Cuáles son las asignaturas pendientes?
R.- La primera es más o menos la de siempre: un cristiano y, con mayor razón, el obispo de Roma tiene que ser testigo del evangelio y tiene que asegurar la unidad de la Iglesia, cosa que este Papa no ha cuidado mucho, por decirlo de manera eufemística. No se ha preocupado de las polarizaciones que encontró y que ha agudizado.

P.- ¿Hay una batalla entre sectores de la Iglesia católica?
R.- Sí. Se puede también representar así, pero la Iglesia Católica tiene muchas facetas. El mismo Francisco hablaba de la figura del poliedro y no es una figura equivocada. Él tenía imágenes sugestivas pero la arena se le fue entre los dedos.

Prevost es hombre de gobierno porque ha sido general de los agustinos

P.- ¿No ha podido o no ha sido valiente?
R.- No ha llegado. No ha llegado y no porque no tuviera tiempo. Tiempo ha tenido y mucho porque 12 años son ya un pontificado medio largo. Fue elegido con 76 años. Ha exacerbado la polarización que ya existía. Digamos que los choques que hay son los de siempre. Hay que mirar las historias de las elecciones papales y los 11 siglos sin cónclaves. Y siempre ha habido choques o maniobras. Es normal. No hay que escandalizarse para nada. Hay un historiador inglés que ha hecho un libro sobre la historia de los papas titulado Santos y pecadores. Si yo lo tuviese que escribir, pondría un título un poco diferente: Pecadores muchos y santos pocos o Santos pocos y pecadores muchos. El mismo Francisco se presentaba como “un pecador perdonado”. Francisco le deja una patata caliente a su sucesor.

P.- ¿Cómo va el Papa León XIV a asumir esa “patata caliente”?
R.-  Con mucha prudencia y teniendo en cuenta que la patata quema, pero que se puede balancear. Hay maneras de no quemarse si la coges con una servilleta y la puedes enfriar. En realidad, no es una herencia solamente de Francisco; es de los pontificados recientes, después del Concilio Vaticano.

P.- Se presentan innumerables desafíos, desde el celibato, el papel de las mujeres o los abusos sexuales. ¿Cómo puede responder Prevost?
R.- Es muy temprano para decirlo, pero va a enfrentarse con todos los problemas. Es hombre de gobierno porque ha sido general de los agustinos. Conoce medio mundo porque es el Papa de las dos Américas, entre Estados Unidos y Perú. Ha dado vuelta al mundo como superior general de su orden religiosa; conoce la curia como responsable del nombramiento de obispos. Es el Papa quien decide evidentemente, pero todas las prácticas son llevadas a cabo por el dicasterio. Hay otro elemento que el vaticanismo no ha entendido nada.

P.- ¿La figura de León XIV puede erigirse en una figura anti-Trump?
R.- Trump estará solo otros cuatro más como presidente. No creo que vaya a atacar a nadie. Seguirá seguirá su línea. Su primer discurso ante los cardenales fue muy indicativo hablando de los círculos de poder que eliminaron a Jesús. Hay una perspectiva política muy alta, pero nunca pronunciará frases llamativas que después provoquen problemas. Las primeras palabras las había escrito y estaban bien pensadas.

Prescindiendo de la edad, la Iglesia católica está enferma, pero el pronóstico no es fatal

P.- ¿Estamos ante un pontificado largo y trascendental?
R.- Con 76 años, Bergoglio hizo 12 años de pontificado. Nadie lo sabe pero podría ser un pontificado largo. Va a ser un pontificado interesante. Ya se ha visto en estos primeros  gestos. Se podrían esperar reformas decisivas. Se van a consolidar, pero es muy prematuro todo.

P.- Ahora que ha pasado el cónclave, ¿qué familias actuaron dentro?
R.- No hay un sector sino perfiles y el perfil que se tenía que buscar era el de un hombre de consenso porque la mayoría es tremendamente alta gracias a esta locura condicionada por los nombramientos de Francisco. Por suerte, el Papa Francisco ha tenido la sensatez de no tocarla. No podría ser ni un extremista de un bando ni un extremista de otro. No podía ser percibido como un continuador de Francisco, como alguien continuador pero diferente porque ha ejercido el poder de una manera tan absoluta, tan autoritaria. Él mismo decía que era “un poco autoritario” y tenía sus razones porque llega a Roma y tiene dos curias que le han creado muchos problemas: la curia general de los jesuitas y la curia urbana.  Los cardenales han tenido que encontrar una manera de reformar el ejercicio del poder papal. Es lo que pidió Juan Pablo II en 1998. El año pasado el dicasterio, el organismo que se ocupa de la unión de los cristianos, publicó un texto muy interesante, titulado El primado de Pedro, donde se recogen las reacciones a la encíclica de Juan Pablo II.

P.- Hemos visto estos días cómo desde Estados Unidos Trump ha mirado con cierta envidia la elección papal. ¿Qué papel ha jugado la iglesia católica estadounidense?
R.- Es una iglesia que tiene mucho dinero, con católicos convencidos pero polarizados entre conservadores que son la mayoría entre en el episcopado y el clero y los fieles que están más o menos divididos. Es un catolicismo muy distinto.

P.- Si el Vaticano fuera un paciente, ¿qué parte le prescribiría?
R.- La sede de Roma tiene casi 20 siglos. Prescindiendo de la edad, está enferma, pero el pronóstico no es fatal. Es la pretensión de una institución que tiene que mirar a una realidad más allá del tiempo y que se nota de manera muy evidente en la Capilla Sixtina, donde hay una celebración del papado romano que que se hace  cronológicamente.

P.- Durante el papado de Francisco se habló mucho de reformas, pero usted dice que se ha avanzado poco. “Solo palabras”, insiste. ¿Es la reforma inevitable?
R.- Es urgente porque el paciente sufre la exasperación del poder papal por Francisco. Un dato a modo de anécdota: él era diabético y resulta que le gustaban mucho los alfajores y los dulces. Ahora la Iglesia tiene que hacer su propia dieta.