Ha estudiado al detalle la historia de la Iglesia católica y esta última semana ha vivido una nueva página de su milenaria trayectoria en la ciudad del Vaticano, en mitad de un cónclave que ha elegido al sucesor de Francisco. Miles Pattenden, profesor de Historia de la universidad británica de Oxford, considera que León XIV va a dotar de continuismo la obra del argentino pero especial énfasis al buen gobierno y a las reformas que el difunto pontífice no pudo hacer.
“Francisco era un pastor, no un gobernador o administrador, y creo que han elegido un nuevo Papa que va a dar más importancia a este aspecto”, señala el académico en una entrevista con El Independiente. Pattenden es autor de Pius IV and the Fall of the Carafa: Nepotism and Papal Authority in Counter-Reformation Rome y Electing the Pope in Early Modern Italy, 1450-1700. Doctor por la Universidad de Oxford y licenciado en Teología por la Universidad de Cambridge, es editor de The Journal of Religious History.
P.- ¿Cómo imagina la Iglesia bajo el pontificado de León XIV?
R.- Va a seguir cierta continuidad con el Papa Francisco. León fue uno de los ayudantes, uno de los mejores amigos de Francisco dentro del colegio cardenalicio y se puede interpretar su elección como un deseo de continuar el trabajo de Francisco, pero tal vez con algunos cambios, particularmente en la esfera de gobierno. Francisco era un pastor, no un gobernador o administrador, y creo que han elegido un nuevo Papa que va a dar más importancia a este aspecto.
P.- ¿Cómo describiría a León XIV?
R.- Es estadounidense, pero es el menos estadounidense de todos los estadounidense que podían haber elegido porque ha pasado la mitad de su vida en América Latina, en Perú. Parece que tiene más afinidad a los peruanos que a los estadounidenses, y era un hombre que tenía todas sus cualidades que deseaban los cardenales. En cierto modo, lo único "malo" era que era americano. Pensaba que era el beso de muerte las declaraciones de Donald Trump en las que insistió en que “quería un papa americano”, pero al final no. Los cardenales han sabido superar este problema inicial. Sobre sus políticos y doctrinas no sabemos tanto. Y sucede así porque, como muchos políticos astutos, Prevost es el tipo de hombre que ha mostrado lealtad a su jefe, pero no ha dado tanto sus opiniones. Lo único que podemos decir de él es que apoya a los inmigrantes. Está muy cerca de ellos en sus actitudes. Sobre la posición de los gays en la Iglesia o de las mujeres o de la vieja liturgia en latín, no sabemos realmente qué piensa. Como Papa, va a seguir lo que ha hecho Francisco, que es mantener cierta ambigüedad, que es importante para que los fieles no se pierdan. Pero también el poder del Papa, en cierto modo, depende de que tenga la posibilidad de elegir.
Francisco era un pastor, no un gobernador o administrador
P.- ¿Cuáles considera que son los principales retos a los que se enfrenta la Iglesia hoy?
R.- El mayor desafío en cierto modo es decidir en qué dirección quieren confrontar la modernidad. En esta elección, y tal vez en cada elección ahora, hay dos opciones: uno es reconciliar la Iglesia con las actitudes de la gente de los países occidentales, especialmente en sus aspectos sociales. Y el otro es hacer crecer la Iglesia en los países del sur global y cambiar la base de qué son los católicos. Y en esta elección han tenido la suerte de poder elegir un Papa que tiene, en cierto modo, los dos aspectos: es pastor y misionero en Perú, en el sur global y tiene una atracción a sus colegas en esa parte del mundo, pero también es un administrador muy eficaz, que tiene esa reputación de Estados Unidos. Y al final los dos lados han debido decir: “Basta, no tenemos que tener esta pelea esta vez”.
P.- Antes del cónclave se hablaba del riesgo de un cisma. ¿Cree usted que el Papa León XIV puede ser un puente entre los sectores conservadores y progresistas?
R.- Sí. En parte porque es identificado con Francisco y visto como progresista, pero no es uno de los progresistas que estaban diciendo 'soy progresista'. Es uno de esos que se ha mantenido callado. Y para mí era notable que cuando salió al balcón de San Pedro, se vistió no como Francisco, sino como Benedicto. Y eso da un mensaje a los conservadores y tradicionalistas en la Iglesia: que “yo os veo, estáis integrados en nuestra Iglesia”. De la misma manera que no ha hablado en inglés: ha hablado en italiano y español. Y estaba diciendo: “No soy Papa para un grupo. Soy Papa para todos”.
P.- La reforma de la curia romana aparece siempre como una tarea pendiente. ¿Considera que León XIV podrá hacer algo diferente?
R.- Al inicio de cada pontificado decimos que una de las reformas necesarias es la de la Curia Romana, que hay problemas, especialmente financieros, corrupción y pérdida de dinero por un mal uso de los recursos. Pero al final, Francisco no ha podido hacer nada. Benedicto tampoco. Veremos si León puede hacer algo diferente. En cierto modo, esto es parte de la cultura italianizada del papado, de la Iglesia Católica, que todo va mal, pero al final pervive. No hay catástrofe, pero hay muchas resistencias internas al cambio y muchos intereses propios dentro de este sistema. Es muy difícil para un Papa cambiar mucho, en parte porque él depende de sus consejeros para saber qué está pasando. Y es difícil para un líder en estas gran organización saber exactamente dónde va el dinero, quién decide qué. Puede que este Papa vaya a tener más suerte porque es obvio que es un hombre más dispuesto a este tipo de trabajo que Francisco. Pero en la historia de la Iglesia Católica ha habido muchos papas así, y no muchos han podido cambiar la organización administrativa.
Ningún Papa quiere hacer que los católicos leales tengan que elegir entre su fe y su política
P.- ¿Podría convertirse en una figura anti-Trump a nivel global?
R.- Es muy posible. Hay muchos católicos en Estados Unidos que están esperando que él pueda ser esta figura anti-Trump global, que guíe la resistencia al presidente Trump. Yo no sé si los cardenales han pensado en eso cuando le han elegido, en parte, porque el presidente Trump puede durar solo tres años y medio más, y este pontificado puede durar veinte. Pero también da la sensación de que se quiere evitar el relato de conflicto. Eso no es bueno ni para uno ni para el otro. Ningún Papa quiere hacer que los católicos leales tengan que elegir entre su fe y su política. Eso no ha ido bien para el Vaticano en generaciones pasadas, y ahora creo que lo mismo. Por eso vimos al vicepresidente ir a Roma a visitar al Papa Francisco el día antes de que muriese, para reconstruir los puentes.
P.- ¿Puede el nuevo Papa tener algún efecto en la reorganización de la Iglesia Católica estadounidense?
R.- Sí, porque al final el Papa tiene la potestad de nombrar los nuevos obispos. Muchos de los obispos conservadores van a cumplir 75 años y van a jubilarse. Y sería una gran sorpresa para mí si les reemplacen con otros de la misma sensibilidad. Es una oportunidad de mover la Iglesia allá en una nueva dirección. Pero también hay que pensar, en cierto modo, en católicos más tradicionales, porque si el Papa no puede incluirlos en su Iglesia, en los Estados Unidos van a establecerse otra Iglesia.
P.-¿Qué diferencias trazaría en el perfil de Francisco y León XIV, partiendo de la congregación a la que pertenecen? ¿Cómo de diferente es un jesuita de un agustino?
R.- Tradicionalmente estas dos órdenes de la Iglesia tienen énfasis diferentes en sus obras y sus trabajos. Los jesuitas son más intelectuales que los agustinos. Pero realmente eso no implica en el caso específico. Y es obvio que el nuevo Papa León es un hombre de inteligencia y sabiduría. Y Francisco, aunque fuera jesuita, era en cierto modo también un misionario. No era uno de esos que se quedan dentro de las universidades pensando en teología. Probablemente vamos a ver una cierta continuación de estilo entre los dos. Pero la diferencia es que este es un Papa administrador, burocrático, que ojalá venga a arreglar la situación en el Vaticano.
P.- Algún experto me decía que Francisco era un Papa más autoritario. ¿Cree usted que León XIV ejercerá un liderazgo más colegial, más comunitario?
R.- El problema es que los cardenales no tienen nada para obligar al Papa a hacer lo que ha dicho antes de ser elegido. Ahora el Papa es el jefe. Él puede decidir; el límite es simplemente que los cardenales y las congregaciones no le sigan.
P.- ¿Coincide usted en esa visión de Francisco como alguien que ejercía el poder de forma muy personalista?
R.- Sí. Es lo que entiendo por la gente que me ha hablado sobre él. Su corazón estaba en el lugar correcto, pero a veces sus instintos eran muy autoritarios. Él quería estar en control o decidía todo antes de consultar a sus colegas. No me sorprendería si los cardenales quieren a alguien que tenga más capacidad de consulta.
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