“Nos vigilan. Nos amenazan. Lo bloquean todo ante nosotros, y también nuestros sueños. Somos pobres por su culpa, Nayib. A causa de lo que han hecho con nosotros y con este país. Arramblan con todo para ellos y sus amigos. A los marroquíes nos han inculcado un terror eterno del que nunca podremos liberarnos”, dice Yusef, uno de los protagonistas de El Bastión de las Lágrimas (Cabaret Voltaire), la última novela de Abdelá Taia, uno de los escritores más interesantes del actual panorama literario marroquí.

Afincado en París, Taia ha hecho de su literatura un poderoso altavoz de “los perdedores”, aquellos obligados a resistir y vivir en los márgenes de una sociedad demediada por los abismos. Seres de heridas y luz. Mártires machacados, repudiados o destrozados. Habitantes de barrios abandonados a la suerte de los “yinns (demonios) malignos” y a los barones de la droga. “Están silenciados; son marginados, frágiles y perdedores, pero no en mis libros. Ahí hablan, gritan y tienen acceso a la literatura para explicarse”, admite Taia (Rabat, 1973) en una entrevista a El Independiente. Es primera hora de la tarde de este viernes y Taia, de visita en Madrid para presentar El Bastión de las Lágrimas, habla con rabiosa pasión. La misma con la que condimenta y cocina las historias que, fielmente, ha ido publicando en castellano el sello de Cabaret Voltaire.

Todas tienen como escenario -cuasi protagonista- su Marruecos natal, entre los pálpitos de los callejones de ciudades como Salé. En El Bastión de las Lágrimas, Taia y su universo resuenan más descarnados y viscerales. Más escandalosamente auténticos. Un vecindario que se enfrenta al sermón homófobo de un jeque y acaba llorando a un gay que sufrió continuas violaciones a manos de sus vecinos cuando era niño, de aquellos padres de familia pretendidamente heterosexuales. “Cómo me obligaron a bajarme los pantalones casi todos los días cuando era pequeño para recibir las pollas duras y sucias de los hombres frustrados... Pollas como cuchillos....”, cuenta uno de los protagonistas, que -en tono irreverente- relata la supuesta masturbación post-mortem que le realiza el jeque de la mezquita. “Es como una película de gangsters, pero real”, esboza otro de los personajes en una obra coral que desnuda Marruecos, “donde los niños son de todos”, lamenta Yusef.

Pregunta.- ¿Cuán personal es esta novela?
Respuesta.- Todo es personal en lo que escribo. No escribo desde un lugar que no tiene nada que ver con el mundo y conmigo en el mundo. No me interesa escribir ficción sobre algo que está lejos de la forma en que interactuamos el mundo y yo y las demás personas en el mundo de la misma manera que yo. Además, tengo tantas historias en la cabeza que vienen de mi humilde familia, mis hermanas, mi hermano. Somos 11 personas en esa pequeña casa. Lo que pasó en esa casa durante esos primeros años... Tengo muchos otros libros que escribir sólo de esa época.

No debemos tratar a los homosexuales en Marruecos como si estuvieran muriendo. Están vivos incluso en las sombras. No debemos aplicarles la visión que el poder tiene de ellos

P.- Inspirarse en lo más cercano...
R.- No es inspiración. Ese es mi deber como escritor: escribir sobre cómo sobrevivió esta familia de pobres; cómo eran felices; cómo estaban tristes, cómo se peleaban entre ellos; cómo se fueron y cómo al final sólo estábamos mi madre y yo en casa. Son todas las experiencias importantes de la vida, las viví allí: la felicidad, la tragedia, el descubrimiento de que era gay y el rechazo, todo está allí. Así que donde quiera que viva en París, nunca superará eso. Nunca. Como escritor, soy consciente allí. Soy totalmente consciente de que soy gay, y no hay tantas historias sobre gente gay, árabe, marroquí, musulmana, etcétera. Y quiero poner esta homosexualidad en medio del mundo del que vengo, no fuera del mundo. Escribo desde esa experiencia. Para mi, por ejemplo, no tendría sentido ir a Kenia y describir lo que es Kenia. Es una experiencia falsa. Tengo la profunda experiencia de Marruecos.

P.- Dejó Marruecos en 1998, pero al leer sus novelas la sensación es que el país viaja con usted o que usted tiene el país grabado en su interior...
R.- Así es, pero creo que eso es igual para todos. Nadie puede escapar de los primeros años de su vida, de la infancia y la adolescencia. Eso es como una cosmogonía por la que uno gira siempre. Lo que sucede en ese momento es que el mundo entra en ti sin tu autoridad. Yo no recuerdo cuando aprendí árabe. Hay muchas cosas que entran en nosotros sin que podemos determinar cuándo ocurrió. Como escritor, como ser humano, sé que es un período muy importante. Pero como escritor, ahora puedo ver qué material elijo y construyo para hacer un libro. Pero yo no lo llamo ficción. Yo lo llamaría un proceso de reorganización: reorganizas fragmentos. Es un reordenamiento de fragmentos de estas vidas para poder alcanzar el mismo nivel de verdad que experimentas en la vida. Porque la escritura revela algo de verdad, pero el objetivo es ser tan veraz como la vida misma.

P.- Enfrentarse a los recuerdos, ¿es un proceso doloroso?
R.- No. El dolor es cuando te violaron y te agreden, te rechazan y humillan a tu madre. Ese es el verdadero dolor. Tengo suficiente distancia como escritor hacia el material sobre el que escribo.

La curación de Abdelá Taia, el escritor, tiene que ocurrir en la vida real, no en sus libros

P.- ¿Escribir es un modo de sanación?
R.- No. La curación de Abdelá Taia, el escritor, tiene que ocurrir en la vida real, no en sus libros. [¿Y ya ha ocurrido?] No completamente. Pero no estoy en estos libros para curarme. Tampoco espero que a otras personas, a otros escritores, sus libros les ayuden a curarse. Es todo lo contrario. Cuanto más escribo, más trágicos son. Van a las raíces de todo.

P.- Sus personajes siempre pertenecen a esa sociedad silenciada, marginada, olvidada y frágil...
R.- Es verdad pero, al mismo tiempo, en todos estos libros están hablando. Es todos estos libros, tienen voz. Están tomando el espacio de la literatura directamente, ni siquiera soy yo el que escribe desde una posición de Dios. En todos mis libros me aseguro de olvidarme de que los personajes sean Abdelá Taia. Están silenciados, son marginados, frágiles y perdedores, pero no en mis libros. En los libros, hablan, gritan, tienen acceso a la literatura para explicarse. Esa es la diferencia.

P.- ¿Siente responsabilidad de darles voz?
R.- No es una responsabilidad. Cuando empiezas a escribir, te das cuenta enseguida de que tu voz no está hecha sólo de tu voz. En tu voz, hay otras voces de gente que conociste, de gente con la que viviste o incluso de alguien a quien acabas de ver paseando. No creo en la literatura de una sola voz. Así que cuanto más escribes, más ves las otras voces que viven contigo. Entonces tienes que darles la oportunidad de hablar y de estar en la literatura. Por ejemplo, no viví con mis hermanas para escribir sus vidas algún día. Simplemente sucedió que eran tan extravagantes, tan ruidosas, y mi madre era la más ruidosa. Simplemente entró en mi cabeza. Está todo en mí. En la escritura es muy importante construir. Ese es mi objetivo. Quiero construir siempre un libro con múltiples voces. No estoy haciendo autoficción. No es autoficción. Es real y personal, pero no es sólo acerca de mí.

P.- En El Bastión de las Lágrimas, hay dos protagonistas principales, Yusef y Nayib, que comparten el mismo pasado de abusos sexuales y la misma identidad homosexual. Toman caminos diferentes: uno el exilio y el otro convertirse en amante de un coronel y traficante de drogas. ¿No existen más alternativas en Marruecos?
R.- Debe haber otras alternativas. Nayib y Yussef no son las únicas caras de cómo ser un marroquí gay en el pasado y en la actualidad. Estoy seguro de que hay otros. Lo que ocurre es que no tengo acceso en profundidad a otras experiencias gais sobre las que pueda escribir. Porque escribir, y lo sabe, requiere muchos detalles que no puedes inventar. No se puede escribir con la idea inicial de haber conocido a alguien. Es imposible. No tiene las texturas. No puedo inventar texturas para otras historias que no conozco. Definitivamente, Nayib y Yusef no representan todas las posibilidades de los gais marroquíes. Estoy seguro de que hay marroquíes gais que están en pareja y son felices y no se esconden. Debe haber otras posibilidades. También sucede, por ejemplo, en Egipto. El poder de una dictadura es horrible, pero la gente no necesita ahora este poder. Que el poder haga su dictadura entre ellos. Pero nosotros vamos a comernos la vida, a disfrutar, y a vivir día y noche sin dormir.

P.- De disfrutar incluso cuando viven entre las sombras...
R.- Exactamente. No debemos tratarlos como si estuvieran muriendo. Están vivos en las sombras. Están vivos incluso en las sombras. No debemos aplicarles la visión que el poder tiene de ellos. El poder los ve como marginados y desesperanzados, pero ellos no viven así. Buscan modos para para vivir. Se ríen, disfrutan, cantan, incluso cuando no tienen ropa bonita, se sienten a veces como reyes o reinas. Es muy importante prestar atención a eso y no limitar a los personajes del libro a cómo los ve el poder. Si hago eso, será sólo otra condena para estos personajes.

En Marruecos existe una nueva burguesía que se construye sobre el abandono de otros niveles de la sociedad

P.- Nayib dice en un momento de la novela: “Hay un Marruecos que hace las leyes y las impone a todo el mundo, pero no le importa quebrantar esas mismas leyes todo el tiempo”. ¿Sus personajes describen el Marruecos de hoy?
R.- Sí, absolutamente. Cuando hablo de cosas políticas, sé exactamente el significado de las cosas, las intenciones que quiero y las críticas que hay. Tal vez hay algo demasiado, pero la escritura requiere eso: demasiadas cosas para conseguir algo veraz. Pero no quiero que mis libros traten de personajes que hablan con los poderosos y los dictadores, porque eso sería darles demasiado honor. Prefiero simplemente hablar de cómo un egipcio o un marroquí lleva su vida cotidiana, qué hace, exactamente lo que hace cada día. Sólo describiendo eso, mostrará la resistencia.

P.- ¿Sus personajes no desafían al poder?
R.- Estoy desafiando al poder por el mero hecho de escribir el libro, por el mero hecho de expresar mi homosexualidad. Pero no quiero que la esencia de mis libros sea decir: "Oh, mira cómo estoy desafiando". Mira qué valiente soy. Mira lo escandaloso que soy. Mira, mírame. Estoy criticando al Islam. Sería como aprender libros teóricos en Francia y volver para aplicarlos en Marruecos. Nunca haré eso.

P.- ¿Cómo ve Marruecos hoy?
R.- Creo que hay esperanza porque en el proceso de la Primavera Árabe sucedió algo increíble que nadie esperaba que sucediera. Los jóvenes de entonces nos mostraron que son conscientes. Lo saben. Esta Primavera Árabe ocurrió cuando Occidente estaba contaminando a todo el mundo árabe con el islamismo y haciéndonos parecer, a todos nosotros, terroristas sin saber nada de nosotros. Aquí está el joven marroquí, el árabe, sacudiendo a los dictadores sin hacer referencia al islamismo al principio. Es el islamismo que se unió al movimiento y ganó las elecciones, pero no comenzaron la Primavera Árabe. Los líderes del mundo árabe son hoy más dictatoriales que nunca. Pero eso no es razón para olvidarse de lo que ocurrió en aquella época. Porque creo que todo lo que están haciendo hasta ahora, es porque estaban asustados de lo que pasó en 2011 y 2012. Tienen más poder con el dinero de los países del Golfo. Fue la contrarevolución financiada con el dinero de los autócratas. Y, aún así, hay que mantener esa esperanza. Lo contrario es aceptar la dominación de Occidente sobre nosotros. Aceptar que en Gaza podrán hacer lo que quieran.

P.-  ¿Y esto se aplica también a Marruecos?
R.- También se puede aplicar a cierto nivel, a la forma en que las élites ignoran al resto de los pobres. Se puede aplicar a la educación. En Marruecos, se ha abandonado la educación y la sanidad públicas. Existe una nueva burguesía que se construye sobre el abandono de otros niveles de la sociedad, exactamente igual que en Egipto. En Egipto, es tan escandaloso que lo ves. En Marruecos, no lo ves. Todavía estamos de alguna manera cegados por el misterio de Marruecos, el orientalismo, de Marruecos. Todo el mundo ama  a Marruecos.

P.- ¿Pronostica una revolución?
R.- Espero un sentido de justicia. No es que esté en contra del poder ni nada de eso. Sólo quiero que el poder sea consciente del maltrato a gran fragmento de la población.

P.- Este libro tiene pasajes que podrían resultar escándalosos en el mundo árabe. ¿Cómo ha sido recibido en Marruecos?
R.- Hice gira y vinieron muchos gais. Me alegra que mi libro hable a mucha gente joven del pueblo, no de la burguesía. Creo que la burguesía compra mis libros y los lee porque quiere saber lo que se dice y lo que se hace. [pero el nivel de la esencia crítica contra Marruecos es muy alto] Ellos no lo ven así. Lo ven como literatura.

P.- Fue el primer escritor marroquí en reconocer públicamente su homosexualidad. ¿Observa avances para la comunidad gay en Marruecos?
R.- En mis presentaciones, el 90% era público gay. Simplemente estar allí con ellos en ese espacio y no lejos del parlamento marroquí me conmovió. El mero hecho de que hayan podido salir de casa, venir a esa librería y que todos estemos hablando de lo que significa estar en Marruecos, muestra que estas personas se han encontrado y están hablando de algo sin la ayuda del poder. Estoy seguro de que el poder es consciente de ello. Por ahora, hay una especie de tolerancia. No todos viven en total soledad como yo cuando era pequeño. Sólo comparándome conmigo, un niño pequeño, adolescente, estudiante en Rabat, estaba totalmente solo. No tenía ningún amigo gay.  Así que hay algunos cambios, tal vez no tan profundos como esperábamos, pero eso ha cambiado para mí. Si vas a Instagram y YouTube, encontrarás muchos gais marroquíes fabulosamente alegres. Se arriesgan. Así que en lugar de ponerlos en más riesgos, simplemente les envío mi amor y mi solidaridad y les digo que soy su fan.

Nunca tuve una historia de amor con un marroquí

P.- ¿Cuáles son los riesgos en este momento?

R.- Si algo malo les ocurre, no pueden ir a la policía. Juegan con las capas de lo que es el sistema. Si alguien decide hacerles daño, puede hacerlo. Lo que están haciendo es valiente. Tolerancia significa que alguien poderoso aún no decide castigarte. Ahora no les importan pero si un día, quieren acabar con esa tolerancia, lo harán.

P.- ¿Se imagina viviendo en ese Marruecos al que dedica su literatura?
R.- Sí, ese es mi sueño. Viví allí 25 años. Estoy totalmente hecho de esa tierra y ese cielo. Todavía tengo cosas que hacer en París. Pero como ser humano, soy consciente de esa aspiración. Es más que nostalgia. Hay un lugar que te conoce, y no estás viviendo en ese lugar. Algunas personas pueden vivir y seguir adelante.

P.- ¿Volver incluso si ello conlleva pagar un precio?
R.- Puede ser. Pero sólo te digo que es un gran deseo. Por ejemplo, nunca tuve una historia de amor con un marroquí. Nunca tuve una historia de amor conmigo hablando en árabe marroquí con alguien. Es extraño. Es algo que siento que le falta a mi cuerpo. Al igual que tuve relaciones sexuales hablando francés o inglés con algunas personas. Siento que incluso mis proezas sexuales no son del todo fuertes. Falta mi lado árabe.

P.- Entiendo que significa que no fue posible una historia de amor en aquel momento en el que  vivió en Marruecos...
R.- No en aquella época. Pero hoy conozco a muchos marroquíes que tienen historias de amor. También lesbianas. Escondidas, pero se encontraron. Yo no encontré a nadie. Tal vez eso es lo que me hizo escritor. Eso es porque las cosas que no encuentras, las inventas y se las das a otras personas. Esa es una definición de libro. Sólo quiero ser amado y amar a alguien en árabe marroquí.

P.- Sus libros hablan de masculinidad y también del papel de las mujeres. ¿Son debates abiertos hoy en la sociedad marroquí?
R.- Sí, pero necesitamos más. Hay cambios en la sociedad, reclamando espacio para las mujeres. Pero al final del día, el poder está en la mano de los hombres heterosexuales o que pretenden ser hombres heterosexuales.

El poder utiliza las tradiciones y la religión para controlarnos y limitarnos

P.- Una de las imágenes más poderosas del libro es la del funeral de Nayib, el gay traficante convertido en héroe de su barrio frente a la demonización del imán. ¿Venganza o provocación?
R.- No es una provocación. Sólo muestra a veces hasta qué punto el poder consigue que todos vivamos en una enorme confusión. El poder no permite que salgan espacios de verdad. La gente no está en ese espacio todo el tiempo. Tienen que esconder esto y aquello. Alguien les ha dado dinero. Saben que el tipo es gay, pero ahora ya no lo es. El poder sigue empujándonos a más confusión para dominarnos. Eso lo ilustra. Pero, por supuesto, hay alguien que tiene un poco de claridad. Son Yusuf y la criada, Munia. Ella es lesbiana. Al final, los únicos que tienen claridad son los homosexuales.

P.- El conflicto que viven muchos árabes discurre entre lo que quieren hacer y lo que tienen que hacer, entre el control religiosos y el deseo...
R.- Para mí, es más que eso. Es el control del poder. El poder utiliza las tradiciones, la religión, para controlarnos y limitarnos. Nos dicen: "Esta es nuestra identidad. Nuestra historia viene de ahí. Esto es lo que solíamos hacer. Eso es lo que dice el Islam”. Utilizan todas estas entidades. Usan todas estas entidades para controlarnos. Lo vivimos en la vida diaria, no lo vemos ya que así es como el poder nos manipula. Pero en el fondo, esa escena, sólo muestra lo feliz que es el poder, mirándonos en esta enorme confusión. Hay mucha gente que se siente aniquilada, en todas las acepciones de la palabra.

P.- Hay una imagen terrible al final de la novela. Sucede en un hamman y un niño pequeño es violado... ¿Es una historia que se sigue repitiendo?

R.- Sí, pero no solo en Marruecos sino también en París y Madrid. Entre las familias, en la modernidad de Londres y Nueva York. ¿Sucede en todas partes? Por supuesto que sigue ocurriendo en Marruecos. Incluso en Occidente, la cuestión del abuso de menores en las familias sigue siendo un gran tabú. Ahora se están celebrando algunos juicios, pero es un tema reciente que se está tomando en serio. Es solo la punta del iceberg. Seguimos viviendo en un planeta donde los niños siguen siendo considerados como objetos sexuales por tantas personas, incluida la familia.

P.- Al leer el libro, pensaba en las dos realidades que están pasando ahora mismo en Marruecos, el infierno de mucha gente que sufre en la sombra, y al mismo tiempo, el paraíso sexual para quienes llegan de Europa...

R.- Es una paradoja. Conozco a tantos franceses gais que esperan las vacaciones para ir a Marruecos para el sexo y el hachís. Hay una cierta continuación del colonialismo. Es como si sintieran que los chicos europeos u occidentales pueden ir a las ex colonias como si tuvieran el camino abierto para ser libres, y no tienen ningún problema en hacerlo con gente que no disfruta de esa libertad como los homosexuales en sus países. Es una hipocresía de ambas partes, del poder marroquí, de la sociedad marroquí, y también de los occidentales. No sólo para el sexo. Los occidentales necesitan lugares donde ir de vacaciones. Cuando empezó la Primavera Árabe, en Francia entraron en pánico porque ya no podían ir de vacaciones baratas a Túnez. ¿Dónde vamos a ir ahora? Entonces inventaron Portugal. Todo esto es la continuación de los asuntos coloniales. Pero es un doble rasero. No tienen ningún problema cuando están en París al decir que van a estos países que están juzgando a tener relaciones sexuales con estas personas que no tienen la misma protección de las leyes.