"Los estadounidenses deberían saber que la nación iraní no se va a rendir y que cualquier intervención militar les causaría sin duda un daño irreparable". En un discurso a la nación iraní, el Líder Supremo, Alí Jamenei, se ha mostrado así de desafiante, horas después de que el presidente de EEUU, Donald Trump, dijera que tienen localizado a Jamenei y que "de momento" no le mataran, si descartarlo. Trump instaba a Alí Jamenei a rendirse y suspender el programa nuclear. Todo apunta a que Trump está dispuesto a intervenir contra Irán, por lo que el régimen de los ayatolás tiene en su punto de mira las bases de EEUU en la región y también el estrecho de Ormuz, un punto clave para el tráfico de petróleo que Irán podría cerrar como represalia para que su ira tuviera eco en todo el globo. 

"El presidente de EEUU nos amenaza y pide al pueblo iraní que se rinda, pero esa retórica no nos da miedo", ha dicho el Líder Supremo, que acaba de cumplir 86 años y lleva en el cargo desde 1989. Hay fuentes que aseguran que a partir del jueves sólo pasarán por el estrecho de Ormuz las embarcaciones autorizadas por Irán. ​​

La Administración de Información Energética de Estados Unidos considera que es "el punto de estrangulamiento petrolero más importante del mundo". El pasado fin de semana los sistemas de navegación colapsaron y centenas de buques comerciales lanzaron señales erróneas de su posición. Es un mínimo aviso de lo que puede pasar si hay un cierre temporal del estrecho. 

Por ahí pasan al día unos 20 millones de barriles de petróleo y productos refinados, lo que representa el 30% del comercio mundial. El 70% tiene como destino Asia (China, India o Japón). Irán trataría de discriminar para no perjudicar a China, si se pone de su parte. Cualquier alteración del paso en el estrecho impactará en los mercados energéticos globales. 

Más de 20.000 buques al año

El estrecho de Ormuz es un paso natural de unos 160 km de longitud que separa Irán, al norte, de Omán y los Emiratos Árabes Unidos, al sur. En su punto más estrecho apenas mide 33 km y las dos vías de navegación útiles solo tienen unos tres km de ancho cada una, lo que lo convierte en un auténtico cuello de botella o choke point marítimo.

Cada año lo cruzan más de 20.000 buques, incluidos muchos de los superpetroleros más grandes del planeta. La ruta también mueve en torno al 30% del gas natural licuado (GNL) global, según la Agencia Internacional de la Energía. 

Este corredor une el Golfo Pérsico con el golfo de Omán y, por extensión, con el océano Índico, de modo que es la única salida al mar para los principales exportadores de crudo del golfo como Arabia Saudí, Emiratos, Kuwait, Irak, Qatar, etc. Sin él, todo su petróleo y gas se quedaría bloqueado. 

"Cualquier crisis prolongada en el estrecho de Ormuz no sólo interrumpiría los envíos de los principales productores del Golfo, Arabia Saudí, Emiratos, Kuwait, Irak y Qatar, sino que también haría inaccesible la mayor parte de la capacidad de producción mundial excedentaria, que se concentra en el golfo Pérsico", señala la AIE en un informe.

Poco después de que Israel ejecutara su operación Rising Lion en la madrugada del viernes, con el objetivo de eliminar el programa nuclear iraní, el comandante de la Guardia Revolucionaria, Sardar Esmail Kowsari, presidente de la comisión parlamentaria de defensa, declaró que el cierre del estrecho de Ormuz estaba siendo “considerado seriamente” como represalia. 

Misiles, drones y minas

¿Cómo se haría? Irán pondría en marcha una estrategia para negar el acceso a la zona o hacer muy peligroso el paso. El régimen de los ayatolás dispone de misiles balísticos de corto y medio alcance capaces de alcanzar petroleros, puertos y plataformas de bombeo en el Golfo. 

Con los drones Shahed, los que exporta a Rusia, pueden anular radares o detonar cargas contra mercantes. Además, la Marina iraní cuenta con lanchas rápidas, submarinos enanos y minas navales para obstaculizar el tráfico. Según indica Howard Altman en The War Zone, “las minas navales han sido históricamente una de las opciones más inmediatas con las que cuenta Irán para intentar detener el tráfico marítimo en el estrecho de Ormuz. Esas minas podrían sembrarse con relativa rapidez”. Transportar crudo o gas en barco se encarecería mucho por los seguros. 

La campaña de los hutíes de Yemen contra los buques mercantes y los buques de guerra extranjeros en el mar Rojo y sus alrededores desde octubre de 2023 puede dar pistas a Irán sobre las tácticas que podría emplear en el estrecho de Ormuz. Los militantes yemeníes también han demostrado cómo amenazas relativamente limitadas a los buques civiles pueden tener repercusiones desmesuradas. 

Los Estados del Golfo, los más afectados

El mar Rojo aún puede ser sorteado, pero no hay otra salida para el transporte comercial desde el golfo Pérsico que el estrecho de Ormuz. Como apunta Altman, "las implicaciones regionales y globales serían mucho más graves y provocarían respuestas a varios niveles por parte de potencias extranjeras de todo el mundo. En particular, las economías de Estados árabes del Golfo, que históricamente han estado en desacuerdo con Irán y alineados con los Estados Unidos, sufrirían un fuerte impacto". Esos países podrían intentar transportar el petróleo y el gas natural a otros lugares de la península arábiga para su exportación, pero no poder aprovechar las instalaciones establecidas en el Golfo Pérsico seguiría teniendo consecuencias.

Sin embargo, el cierre del estrecho de Ormuz perjudicaría también a los socios extranjeros de Irán, especialmente a China, que importa cantidades significativas de petróleo iraní y de otros países de Oriente Próximo. China ni quiere que se interrumpa el flujo de crudo procedente del Golfo Pérsico ni que suba el precio del petróleo. 

Subiría el petróleo, el gas, y caerían las bolsas

Según los expertos, como el flujo de crudo disminuiría, el precio del barril subiría fácilmente por encima de los 100 dólares a los pocos días. El banco Goldman Sachs advierte que un escenario de riesgo extremo podría llevar el Brent incluso hasta los 120 dólares, si se interrumpiera el tránsito energético de forma significativa. Lo mismo sucedería con el gas licuado, y en este caso el damnificado sería Qatar, de donde procede gran parte del GNL mundial. 

Los precios de la energía escalarían al igual que la inflación. Incluso habría riesgos de racionamiento de energía. El efecto dominó llegaría a las bolsas. También afectaría al déficit comercial de los países más dependientes de la energía, aumentaría la deuda y el gasto público. 

El estrecho de Ormuz es una línea vital para la energía mundial. Un cierre total del Estrecho puede parecer todavía un hecho remoto, pero la mera amenaza basta para agitar los mercados y mantener elevados los precios del petróleo.