636 días después de los ataques de Hamás, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha visitado la tarde de este jueves por primera vez el kibutz Nir Oz, una de las comunidades más devastadas. La tardía visita ha estado rodeada de controversia y protestas en mitad de la llamada de los familiares de los rehenes a un acuerdo definitivo de alto el fuego que ponga punto final a la guerra y complete la liberación de todos los cautivos, alrededor de 18 con vida.

Netanyahu ha llegado al kibutz evitando la entrada principal, donde lo esperaban decenas de manifestantes. Ha optado por un acceso trasero, custodiado y discreto, en el que solo unos pocos protestaban. La escena refleja la profunda fractura entre parte de la sociedad israelí y su liderazgo político. "Explícanos por qué nos abandonaste", le han lanzado algunos de los otrora habitantes del kibutz.

Una comunidad devastada

El 7 de octubre, 117 residentes de Nir Oz —casi una cuarta parte de su población— fueron asesinados o secuestrados. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) llegaron al kibutz solo después de que los milicianos de Hamas ya habían abandonado la zona. Las alertas del ataque llegaron con un retraso significativo al mando militar, y nunca se emitieron órdenes directas para enviar tropas a Nir Oz durante el asalto.

Durante su visita, Netanyahu y su esposa Sara se reunieron con Gadi Mozes, exrehén liberado en enero; Einav Zangauker, madre de Matan, aún cautivo en Gaza; y Yizhar Lifshitz, hijo de Oded Lifshitz, secuestrado y muerto en cautiverio. La reunión tuvo lugar mientras manifestantes y residentes expresaban su rechazo. Muchos consideran que el primer ministro ha instrumentalizado la tragedia con fines políticos.

Protestas y duelo

El kibutz se encuentra dividido. Algunas familias de rehenes permitieron la visita con la esperanza de influir en Netanyahu para que firme un acuerdo de liberación. Otras, en cambio, calificaron su presencia de “ofensiva” e “insultante”. Reuma Kedem, cuya hija, yerno y tres nietos fueron asesinados en su hogar, escribió en la red X: “La sangre de mi hija, yerno y nietos está en tus manos. Financiaste, traicionaste, abandonaste y causaste la destrucción de esta casa con tus propias manos. No te atrevas, dos años después, a caminar por las puertas de este kibutz. Mi familia muerta no será utilizada como herramienta de relaciones públicas para tu imaginaria campaña electoral. Te vas al infierno”.

También Danny Elgart, hermano de Itzhak, secuestrado y posteriormente asesinado, pidió a la población acudir al kibutz para protestar y “evitar que la visita se produzca”.

Carta abierta de las familias de los rehenes

Coincidiendo con la visita, las familias de 35 rehenes emitieron una carta pública dirigida a Netanyahu, exigiendo un acuerdo integral que asegure la liberación de todos los cautivos y ponga fin a los combates. El comunicado del Foro de Familiares de Rehenes y Desaparecidos critica duramente la posibilidad de un acuerdo parcial que excluya a algunos prisioneros. “La era de los acuerdos parciales, las categorías, las listas que distinguen entre una vida y otra y las selecciones crueles debe terminar”, afirman en la carta remitida a El Independiente.

La carta apela a la posición de fuerza actual de Israel tras “logros en múltiples frentes”, instando a Netanyahu a no desperdiciar esta oportunidad: “Cualquier cosa que no sea un acuerdo integral sería un grave fracaso y una tragedia que nos perseguiría durante generaciones”. “Solo la liberación de todos los rehenes nos permitirá iniciar este proceso tras más de veinte meses de angustia. Nos unimos en torno a esta exigencia, sabiendo que un acuerdo integral es la clave para la victoria total de Israel. La abrumadora mayoría del pueblo israelí está con nosotros”, explican.

Una visita tardía, una herida abierta

En octubre pasado, varios ministros visitaron Nir Oz para conmemorar el aniversario de la masacre. Netanyahu fue invitado, pero no asistió. “Tiene miedo de nosotros”, dijo entonces Margalit Moses, exrehén. Hoy, ese miedo parece haberse traducido en una visita fugaz, controlada, y envuelta en tensión.

Para muchos residentes de Nir Oz, la herida no es solo la pérdida humana, sino el abandono institucional. La visita de Netanyahu, aunque simbólica, ha dejado claro que el conflicto por la memoria, la justicia y la reconciliación está lejos de cerrarse.