"Hasta cuatro veces hemos estado cerca de un acuerdo, pero para Vladimir Putin Ucrania es la niña de sus ojos. Hablamos, hablamos pero luego bombardea a los civiles". Donald Trump ha lamentado ante el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, que aún no haya sido posible un acuerdo para poner fin a la guerra en Ucrania. Y, gracias a la labor de líderes como el canciller Merz, el presidente Macron, el premier Starmer o el propio Rutte, ahora siente que es Putin quien quiere seguir la guerra hasta recuperar "a la niña de sus ojos", Ucrania. Es su pieza clave para ser un imperio, como decía Zbigniew Brzezinski.
Vladimir Putin sigue obsesionado con su idea imperial y parece haber perdido el sentido de la realidad. En el frente ucraniano, mueren cientos de soldados rusos cada día. "Han caído unos 100.000 solo desde enero", ha dicho Mark Rutte, que se ha dirigido a los dirigentes rusos para que dejen de sacrificar a sus soldados.
El balance de bajas rusas a diario es ahora mayor que en ningún otro momento de la guerra, según una investigación realizada por The Economist. No hay datos oficiales pero los cálculos realizados por el semanario británico apuntan que a finales de junio se había sobrepasado en total el millón de víctimas. Desde el 1 de mayo habrían muerto unos 31.000 rusos.
Cientos de miles de bajas y una economía maltrecha
En una conversación telefónica con Donald Trump el 3 de julio, el dictador ruso anunció que continuaría la ofensiva de verano durante al menos dos meses más, con el fin de tomar el control total de Jersón, Zaporiya, Donetsk y Lugansk. Sin embargo, el ejército ruso es mucho más débil de lo que le gustaría al Kremlin. Esto implicaría romper el frente ucraniano y, mucho menos, cruzar el Dniéper. Según la investigación de The Economist, "hasta febrero de 2028 no lo lograrían". Y apunta que, incluso al ritmo rápido de los últimos 30 días, "Rusia necesitaría 89 años para conquistar toda Ucrania".
"Y la economía rusa nota el efecto de la guerra también", ha remarcado el presidente Trump, quien ha anunciado que en 50 días implantará aranceles secundarios, dirigidas a los que comercien con Rusia, a no ser que lleguen a un acuerdo con Ucrania. Esta ley, preparada en el Senado por Lindsey Graham, podría resultar un arma igualmente eficaz contra el régimen ruso. Afectaría a las importaciones de países como India o Brasil que compran petróleo y otras materias primas rusas. Hasta ahora, Putin ha logrado mantener la estabilidad de la economía gracias, fundamentalmente, al apoyo de China y del llamado Sur Global. ¿Y si pierde esta ayuda?
A ello se suma que Trump ha acordado con la OTAN transferir armamento a Kiev, incluidos los Patriot, los sistemas de defensa aérea necesarios para contrarrestar los bombardeos rusos. Los países de la OTAN se harán cargo de los gastos pero es crucial que esta tecnología militar esté en manos de Ucrania lo antes posible. Varios países de la OTAN, entre ellos Alemania, Noruega, Finlandia y Canadá, van a contribuir. España no lo parece, al menos de momento.
Lo que Putin pudo lograr
Putin tampoco parece capaz de reconocer lo que está sucediendo en la Casa Blanca. Fuentes bien informadas en Washington aseguran que, en los primeros meses de su mandato, Donald Trump estaba dispuesto a hacer concesiones importantes a Moscú con tal de lograr un éxito rápido. Estas concesiones incluían, muy probablemente, la retirada de las tropas estadounidenses de Polonia y del resto del flanco oriental de la OTAN. Pero también el reconocimiento por parte de Estados Unidos de las conquistas territoriales rusas y el cierre de la vía de Ucrania hacia la Alianza Atlántica.
Ahora, sin embargo, la posibilidad de un acuerdo entre Rusia y Estados Unidos se ha reducido considerablemente. La conversación del 3 de julio fue la gota que colmó el vaso. Trump ha perdido la paciencia con el Kremlin y ya no pretende convencer a Putin con buenas palabras, sino obligarlo por la fuerza a entrar en negociaciones de paz serias. "Putin tomó el pelo a todos, a Bush, a Obama, a Biden, y a mí también", ha confesado Donald Trump, en una declaración insólita.
En virtud del acuerdo con la OTAN, Estados Unidos quiere imponer a los rusos una nueva carrera armamentística. Va a enviar equipo militar "muy sofisticado". Quizás esto incluya también misiles de largo alcance que llegarían a Moscú. Esto tendría un enorme significado simbólico y podría suponer un paso importante hacia la caída del régimen de Putin. Desde el comienzo de la guerra, el dictador ruso ha logrado, en general, proteger a las élites en la capital. ¿Qué pasaría si esta protección se termina?
Si finalmente el Kremlin decide entablar conversaciones de paz serias, ya no lo hará desde una posición de fuerza. Lo hará por las consecuencias de estas medidas acordadas por Trump y coordinadas con los aliados. Europa se ha apuntado un tanto al recuperar a Trump y situarlo al lado de Kiev. Si acepta negociar Rusia lo hará como un régimen debilitado, con cientos de miles de bajas, un régimen aislado, incapaz de derrotar a un país como Ucrania, pobre, y con apenas 38 millones de habitantes. "Son un pueblo que se defiende con mucho coraje", ha reconocido Trump. Y Putin ha sido quien ha impulsado como nadie su identidad y ha puesto a prueba su determinación.
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