Friedrich Merz cumple este miércoles cien días como canciller que le han debido parecer cien meses. Desde el principio ha tenido que hacer frente a una carrera de obstáculos, como esa fallida primera votación en el Bundestag, pero el líder democristiano no se amilana ante las dificultades. A la ultraderecha se ha propuesto pararla con la construcción de un centro fuerte (Mitte) y con un reseteo del país que pasa por impulsar la industria de defensa y la inversión en infraestructuras y digitalización. Este miércoles va a lograr que Donald Trump escuche en una reunión virtual a los principales líderes europeos y a Zelenski antes de su cita en Alaska con Vladimir Putin. 

En este foro no está Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, con quien Merz todavía no se ha reunido. Son de diferentes familias políticas pero no todos los que asisten al encuentro comparten credo. Lo que sí tienen todos es buena relación con Donald Trump, a pesar de sus discrepancias. No es el caso de Pedro Sánchez, que tiene molesta a la Administración de EEUU por su pataleta en la cumbre de la OTAN y por el contrato a Huawei. De hecho, aún están por ver las consecuencias, pero el presidente de la Fundación Heritage, el think tank que está detrás de la agenda trumpiana, Kevin Roberts, decía a El Independiente que EEUU podría reducir la presencia en Rota

La cumbre virtual de este miércoles que ha planteado Merz contará con la asistencia de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, a quien Trump tiene especial respeto porque comparten la agenda conservadora; el primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, que a pesar de estar en las antípodas ideológicas representa al país con el que EEUU mantiene una "relación especial"; el presidente francés, Emmanuel Macron, al que el líder republicano respeta por la atención que le prestó desde antes de tomar posesión al invitarle a la misa en Notre Dame; el primer ministro polaco, Donald Tusk, ya que gobierna un pais proamericano sea quien sea su gobernante; y el presidente de Finlandia, el hábil Alexander Stubb, una voz muy interesante por su comprometida defensa de Ucrania y por el gran conocimiento que tienen en este país de Rusia, con quien comparte 1.300 kilómetros de frontera.

También participa este miércoles en la conversación el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, quien maneja a Trump desde el halago, y el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, quien necesita que sus demandas tengan el respaldo europeo.  

El pragmatismo alemán

Friedrich Merz ha sabido tratar a Trump con pragmatismo. Y eso siempre le gusta al referente del movimiento MAGA, a quien le gustaría que en Berlín gobernara Alternativa para Alemania (AfD). Tanto el vicepresidente JD Vance como Elon Musk dejaron clara su preferencia por AfD en la campaña electoral. Pero Merz ha demostrado con hechos lo que dijo desde poco después de saber que la Unión había ganado las elecciones el 23 de febrero de este año. "Mi absoluta prioridad será fortalecer Europa tan rápido como sea posible de modo que, paso a paso, podamos conseguir la independencia de Estados Unidos", declaró Merz. 

Lejos de disgustar a Trump, es una posición que le gusta, ya que supone que Europa asuma sus responsabilidades en defensa. Durante décadas EEUU lo hizo, porque también le interesaba, pero Trump no quiere seguir por ese camino. Lo que pretenden Merz y los líderes europeos que secundaron el aumento del presupuesto de defensa en La Haya es ganar tiempo.  

Alemania quiere el mayor ejército de Europa

En esa línea, la coalición que encabeza Merz con los socialdemócratas se ha comprometido en aumentar el gasto en defensa y que Alemania cuente con "el mayor ejército de Europa", como dijo el canciller en el Bundestag días antes de la cumbre de La Haya, donde se acordó el aumento del gasto en defensa al 5% del PIB (3,5% en pura defensa y 1,5% en gastos relacionados) antes de 2035. Sánchez declaró que España podría cumplir con los compromisos asignados en capacidades con un gasto del 2,1%. Milagroso a juicio de muchos, tramposo a juicio de Trump.  

Merz explicó que lo más apropiado para el país más poblado y económicamente más fuerte de Europa es contar con el ejército convencional más fuerte de Europa. “Nuestros amigos y socios también lo esperan de nosotros y, lo que es más, lo exigen”, señaló Merz. 

Alemania llegará al 2,4% del PIB en defensa este año y en 2029 ya alcanzará el 3,5%. Para poderlo hacer Merz y los socialdemócratas avalaron un giro histórico en la política fiscal alemana al levantar el freno de la deuda, una imposición constitucional, para dedicar cientos de miles de millones de euros de préstamos para defensa. También se puede dedicar ese dinero para financiar el apoyo militar a Ucrania. Y Merz dejó claro que el objetivo es la disuasión frente a la amenaza rusa. 

"Estamos incondicionalmente al lado de los ucranianos", ha reiterado en estos 100 días. Así Merz es de los líderes que han asumido la responsabilidad de seguir comprando armas a EEUU para abastecer a Ucrania. Con hechos como estos, logra que Trump tenga una relación cordial con él. Y así puede convencerle de que es preciso que escuche a los europeos y a Zelenski antes de verse con Putin.

El nacionalpopulismo al acecho

 Previo a esta cumbre, todos los países de la UE salvo Hungría han firmado una declaración en la que recuerdan que las fronteras internacionales no pueden cambiarse por la fuerza. También señala que cualquier negociación sobre Ucrania solo puede darse si previamente hay un alto el fuego. El objetivo es marcar las líneas rojas.

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, se ha desmarcado por su afinidad con Putin. Para Orbán, Rusia ha ganado la guerra y los europeos tienen poco que decir porque no están invitados a Alaska. Sorprende que no haya una contestación más contundente a quien ha demostrado por activa y por pasiva que sirve a los intereses del Kremlin. 

A pesar de su tirón como líder de la primera potencia europea, Merz ha de hacer frente a AfD, que representa una ultraderecha más radical que en otras latitudes porque alberga a elementos neonazis y negacionistas. En Europa sabe que el enemigo es la amenaza rusa, que durante años interpretó erróneamente Alemania.

Es un gran paso que sea de los políticos alemanes que saben que fue un error aquello de dar opciones al Kremlin y de negociar para intentar promover cambios. Pero el enemigo interno de Europa es el nacionalismo populista, como el que encarna Orbán, dispuesto a dinamitar Europa por dentro. O los ultraderechistas de AfD. 

La buena noticia es que en Alemania el pacto entre democristianos y socialdemócratas es posible. Han de fortalecerse contra el enemigo, que ya ha demostrado que quiere que su alianza salte en pedazos para ser la primera fuerza en 2029. Si fracasan Merz y su vicecanciller Klingbeil, no solo perderá Alemania. Perderá Europa.